Muchnik Editores. 182 páginas. Edición de 2002, primera edición argentina de 1997
La Pesquisa de Juan José Saer fue posiblemente el libro que más que sorprendió de los once que me traje de mi viaje a Argentina durante el último verano. Indagando sobre el autor, leí que Las nubes, la novela que publicó después de aquélla, era en cierto modo una continuación. Esta última frase sólo es parcialmente cierta.
La Pesquisa de Juan José Saer fue posiblemente el libro que más que sorprendió de los once que me traje de mi viaje a Argentina durante el último verano. Indagando sobre el autor, leí que Las nubes, la novela que publicó después de aquélla, era en cierto modo una continuación. Esta última frase sólo es parcialmente cierta.
Saer construye sus novelas y relatos tomando como referente físico a su ciudad natal, Santa Fe, que muchas veces aparece nombrada simplemente como “la ciudad”, y en la mayoría de las ocasiones utiliza a personajes entrelazados en diferentes momentos de sus vidas.
En La pesquisa, Pichón Garay regresa a Argentina tras bastantes años de residir en Francia. En su país natal se encuentra con viejos conocidos, como Tomatis, quien le presenta a uno de sus nuevos amigos, Soldi.
En Las nubes, Pichón ha regresado a París y recibe un diskette con unas memorias manuscritas que Soldi ha recibido de una anciana. Hace calor en París y Pichón está solo. Abre el texto en el ordenador y lee. Las nubes es el título del manuscrito. El juego entre los personajes habituales de Saer ha durando apenas 6 páginas. Así que en parte es cierto que Las nubes continúa a La pesquisa, y en parte es falso, ya que el grueso del libro está formado por una novela, escrita en forma de memorias, que transcurre en la Argentina de 1804.
El manuscrito de Las nubes está escrito por el doctor Real, especializado en psiquiatría, nacido en Argentina pero formado en Europa. Aquí de joven conoce al maduro al doctor Weiss, cuyos métodos para el tratamiento de los enfermos mentales admira. El doctor Weiss es una de las creaciones más notables del libro. El doctor Real (su nombre actúa como contraste frente a la realidad teatral de los locos), desde la distancia de los años (Soldi, que interviene haciendo alguna pequeña anotación en el manuscrito, piensa que se escribió en 1835), nos habla de la relación con su mentor, quien al parecer se acercó a él en Europa tras saber que provenía de Argentina, debido a que el doctor Weiss tenía un proyecto para abrir una institución psiquiátrica allí.
El doctor Real nos habla de la fundación de esa institución, llamada Las Tres Acacias, a las afueras de un Buenos Aires convulso por los movimientos independentistas y las guerras civiles (En esto me ha recordado a la recreación de la época que hacía Andrés Rivera en El farmer, excelente libro que también compré en Buenos Aires). La institución permanecerá abierta 14 años, su final también nos será narrado, y este marco temporal le sirve al doctor Real para encuadrar lo que en verdad le ha llevado a escribir unas memorias: el viaje que tuvo que realizar hasta “la ciudad” (Santa Fe) para conducir desde allí a 4 enfermos mentales (que luego serán 5) hasta Las Tres Acacias.
Como en La pesquisa las reflexiones sobre la locura y su repercusión social son constantes.
En Santa Fe la caravana permanece una temporada varada por la crecida de un río hasta que puede ponerse en marcha hacia Buenos Aires. El doctor Real demora su escritura en la descripción de los 5 locos, cuyos problemas se derivan en gran parte de su relación con el lenguaje o la escritura. “Vale la pena hacer notar que los enfermos metales, cuando poseen cierta educación, tienen casi siempre la tendencia irresistible a expresarse por escrito, intentando disciplinar sus divagaciones en el molde de un tratado filosófico o de una composición literaria”, escribe Saer en la página 94, lo que parece un juego irónico sobre su condición de escritor.
Saer se muestra como un admirador de Borges en muchas características de este libro:
En La pesquisa, Pichón Garay regresa a Argentina tras bastantes años de residir en Francia. En su país natal se encuentra con viejos conocidos, como Tomatis, quien le presenta a uno de sus nuevos amigos, Soldi.
En Las nubes, Pichón ha regresado a París y recibe un diskette con unas memorias manuscritas que Soldi ha recibido de una anciana. Hace calor en París y Pichón está solo. Abre el texto en el ordenador y lee. Las nubes es el título del manuscrito. El juego entre los personajes habituales de Saer ha durando apenas 6 páginas. Así que en parte es cierto que Las nubes continúa a La pesquisa, y en parte es falso, ya que el grueso del libro está formado por una novela, escrita en forma de memorias, que transcurre en la Argentina de 1804.
El manuscrito de Las nubes está escrito por el doctor Real, especializado en psiquiatría, nacido en Argentina pero formado en Europa. Aquí de joven conoce al maduro al doctor Weiss, cuyos métodos para el tratamiento de los enfermos mentales admira. El doctor Weiss es una de las creaciones más notables del libro. El doctor Real (su nombre actúa como contraste frente a la realidad teatral de los locos), desde la distancia de los años (Soldi, que interviene haciendo alguna pequeña anotación en el manuscrito, piensa que se escribió en 1835), nos habla de la relación con su mentor, quien al parecer se acercó a él en Europa tras saber que provenía de Argentina, debido a que el doctor Weiss tenía un proyecto para abrir una institución psiquiátrica allí.
El doctor Real nos habla de la fundación de esa institución, llamada Las Tres Acacias, a las afueras de un Buenos Aires convulso por los movimientos independentistas y las guerras civiles (En esto me ha recordado a la recreación de la época que hacía Andrés Rivera en El farmer, excelente libro que también compré en Buenos Aires). La institución permanecerá abierta 14 años, su final también nos será narrado, y este marco temporal le sirve al doctor Real para encuadrar lo que en verdad le ha llevado a escribir unas memorias: el viaje que tuvo que realizar hasta “la ciudad” (Santa Fe) para conducir desde allí a 4 enfermos mentales (que luego serán 5) hasta Las Tres Acacias.
Como en La pesquisa las reflexiones sobre la locura y su repercusión social son constantes.
En Santa Fe la caravana permanece una temporada varada por la crecida de un río hasta que puede ponerse en marcha hacia Buenos Aires. El doctor Real demora su escritura en la descripción de los 5 locos, cuyos problemas se derivan en gran parte de su relación con el lenguaje o la escritura. “Vale la pena hacer notar que los enfermos metales, cuando poseen cierta educación, tienen casi siempre la tendencia irresistible a expresarse por escrito, intentando disciplinar sus divagaciones en el molde de un tratado filosófico o de una composición literaria”, escribe Saer en la página 94, lo que parece un juego irónico sobre su condición de escritor.
Saer se muestra como un admirador de Borges en muchas características de este libro:
1) En el gusto por los personajes gauchescos.
2) En el juego sobre las repeticiones en la percepción en un paisaje tan plano como la pampa. Así se lee en la página 136: “Las cosas que, fuera del avanzar del jinete, pueden ocurrir a menudo por ser propias del lugar, terminan adaptándose a esa ilusión de repetición, y si la primera vez que suceden atraen la mirada y aun la curiosidad del viajero, al cabo de cierto tiempo ya se han vuelto más que familiares y flotan, fantasmáticas, más allá de la experiencia, y, por momentos, incluso más allá del conocer”.
3) Y sobre todo parece desarrollar una idea de Borges que leí en algún lugar de sus Obras completas, Volumen I, cuando afirma que “para el gaucho la pampa es como el mar para los ingleses”. Así Saer en la página 102 de Las nubes dice: “Más de una vez me vi a mí mismo atravesando la llanura como Eneas el mar adverso y desconocido”, o compara a los perros que siguen a la caravana con las gaviotas que siguen a los barcos.
El uso del lenguaje de esta novela me ha parecido uno de los más brillantes con el que me encontrado en los últimos años, con el empleo de frases largas, incisivas e inteligentes, donde multitud de subordinadas van matizando a la idea principal.
Por momentos el estilo me recordaba al de Cervantes o al de Borges (es decir, al mejor estilo de nuestro idioma); he llegado a intuir también que Saer había leído y asimilado como referente a Gesualdo Bufalino, uno de los mejores autores de la segunda mitad del siglo XX, que, como apuntaba hace unos meses Iván Thays en su Moleskine literario, incompresiblemente no ha tenido nunca mucho reconocimiento en España.
Saer, muerto en 2005, me está parecido uno de los mejores escritores en nuestra lengua de, al menos, las dos últimas décadas. Ricardo Piglia escribe: “decir que Saer es el mejor escritor argentino actual es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores actuales en cualquier lengua”.
Cuando uno lleva muchos años leyendo es difícil sentir el mismo deslumbramiento ante los libros que a los 20 años, al leer este libro he sentido en múltiples ocasiones que lo recuperaba. Saer no es un autor muy reconocido en España, creo que en Argentina se le está reivindicado actualmente a nivel académico. Es posible, si esto de la Literatura sigue teniendo sentido en el futuro, que en unas décadas pensemos en él como el nuevo Borges o algo similar.
Ya he empezado a leer su obra póstula e inacabada: La grande.
2) En el juego sobre las repeticiones en la percepción en un paisaje tan plano como la pampa. Así se lee en la página 136: “Las cosas que, fuera del avanzar del jinete, pueden ocurrir a menudo por ser propias del lugar, terminan adaptándose a esa ilusión de repetición, y si la primera vez que suceden atraen la mirada y aun la curiosidad del viajero, al cabo de cierto tiempo ya se han vuelto más que familiares y flotan, fantasmáticas, más allá de la experiencia, y, por momentos, incluso más allá del conocer”.
3) Y sobre todo parece desarrollar una idea de Borges que leí en algún lugar de sus Obras completas, Volumen I, cuando afirma que “para el gaucho la pampa es como el mar para los ingleses”. Así Saer en la página 102 de Las nubes dice: “Más de una vez me vi a mí mismo atravesando la llanura como Eneas el mar adverso y desconocido”, o compara a los perros que siguen a la caravana con las gaviotas que siguen a los barcos.
El uso del lenguaje de esta novela me ha parecido uno de los más brillantes con el que me encontrado en los últimos años, con el empleo de frases largas, incisivas e inteligentes, donde multitud de subordinadas van matizando a la idea principal.
Por momentos el estilo me recordaba al de Cervantes o al de Borges (es decir, al mejor estilo de nuestro idioma); he llegado a intuir también que Saer había leído y asimilado como referente a Gesualdo Bufalino, uno de los mejores autores de la segunda mitad del siglo XX, que, como apuntaba hace unos meses Iván Thays en su Moleskine literario, incompresiblemente no ha tenido nunca mucho reconocimiento en España.
Saer, muerto en 2005, me está parecido uno de los mejores escritores en nuestra lengua de, al menos, las dos últimas décadas. Ricardo Piglia escribe: “decir que Saer es el mejor escritor argentino actual es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores actuales en cualquier lengua”.
Cuando uno lleva muchos años leyendo es difícil sentir el mismo deslumbramiento ante los libros que a los 20 años, al leer este libro he sentido en múltiples ocasiones que lo recuperaba. Saer no es un autor muy reconocido en España, creo que en Argentina se le está reivindicado actualmente a nivel académico. Es posible, si esto de la Literatura sigue teniendo sentido en el futuro, que en unas décadas pensemos en él como el nuevo Borges o algo similar.
Ya he empezado a leer su obra póstula e inacabada: La grande.
Hola, David. Como ya te dije, tengo anotado el nombre de este autor. El problema es que ahora mismo no cabe ni un solo libro más en mi mesa de libros pendientes de lectura. Pero todo se andará.
ResponderEliminarUn abrazo.
También me lo he pedido, y ya van... Sin venir a cuento, estoy ahora con Yo el supremo de Roa Bastos, simplemente porque se le menciona tanto al hablar de La fiesta del chivo, que no quería perdérmelo. ¿Lo has leido? A mi me asusta la dispersión exagerada del texto, y me temo que no profundiza tanto como parece en el espíritu del dictador. En todo caso, no me parece un mal libro.
ResponderEliminarHola, detective,
ResponderEliminarHace tiempo que quiero leer "Yo, el supremo".
Lo he hojeado alguna vez y me pareció que tenía un lenguaje complicado. Y hablando de novelas de la dictadura, ¿has leído El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias? A mí ese libro me gustó mucho.
Hola
ResponderEliminarDe Roa Bastón empecé a leer los cuentos de "El baldío", y no los acabé. Me parecían algo espesos. Tengo pensado volver a ese libro, que aún está en casa. Quizás esta primera experiencia me alejó de "Yo, el supremo", el libro que realmente quería leer de él y que he tenido en las manos más de una vez. Quizás me ponga algún día, pero creo que hay una fase de escritores hispanoamericanos previos al boom, que exageraban con el lenguaje barroco. Dejé por ejemplo "Paradiso" tras 50 páginas, y creo que "Yo, el supremo" va en esa línea.
También más de una vez he hecho ademán de leer "El señor presidente" de Asturias. Leí una vez 2 ó 3 páginas y luego elegí otra cosa (eran los tiempos selectivos de la biblioteca), el comienzo me asustaba, demasiado barroco experiemtal...
De "La fista del chivo" recuerdo que ya hablamos en el foro de Bolaño. Ese libro me impactó bastante. Relacionado con él he leído "La maravillosa vida breve de Oscar Bao" de Junto Dias, que estaba también bastante bien.
saludos
Yo el supremo se merece una oportunidad.Estructura cerrada, lenguaje hipercríptico en ocasiones, pero jugoso.No busquen un dictador prototipico, no busquen una novela lineal y sencilla. Creo que merece la pena.
ResponderEliminarNo he leido a Asturias, Spleen, pero tomo nota. Hay una anécdota que acabo de darme cuenta de que era tal.El barrio donde vivi hasta los 19 años tenía nombres de premios nobel.Yo, logicamente, no lo sabía.Lo fui descubriendo al crecer.Hemingway, Miguel Angel Asturias, Thomas Mann...Es curioso, al escuchar esos nombres, en mis cabeza recorro las calles de mi adolescencia. Si me nombras Asturias, el perro de Pavlov que hay en mi cabeza primero me susurra el nombre de alguien que vivia en esa calle, si se habla de Yanusari Kawabata pienso en la calle de la farmacia...
La fiesta del Chivo es uno de los libros que más me conmocionaron como lector.Recuerdo perfectamente, David, algunos comentarios que cruzamos en aquel foro sobre la crudeza de algunos pasajes. Es un libro que no me canso de recomendar.
Las líneas de "Yo, el supremo" que he leído me parecieron complicadas sobre todo por ser un lenguaje muy localista. No sé lo complicada que será esa novela en cuanto a su ectructura, aunque esos autores fueron muy experimentalistas. "El señor presidente" es mucho menos compleja que "Paradiso". No es barroca propiamente. "Paradiso" sí me parece un hallazgo en lo que a hermetismo se refiere. Llegué a leer casi 50 páginas sin conseguir averiguar de qué iba.
ResponderEliminarMe convenciste,Spleen, acabo de encargar a una libreria de segunda mano El señor presidente. De paso, he visto que tenían Los siete locos, de Roberto Arlt, y no he podido resistir la tentación.
ResponderEliminarDetective:
ResponderEliminarSi lees "Los siete locos" acabarás leyendo "Los lanzallamas", que es una segunda parte.
POr cierto: ¿leíste el libro de cuentos de Mata Lynch del que hablamos?
saludos
Sí, Los dedos de la mano. Muy recomendable.Algún reltao más flojo que otro, pero la media es bastante buena.Me gusta el estilo narrativo de Marta Lynch, me parece ágil. También leí de ella últimamente Al vencedor, lque me pareció más irregular. A propósito, conseguí en la maravilla del mercado del libro de segunda mano uno de Haroldo Conti de la antigua Alfaguara, Mascaró, el cazador americano, que además fue premio Casa de las Américas. Es curioso que estos autores argentinos de finales del siglo XX ya fueran publicados en España a finales de los setenta y principios de los ochenta.
ResponderEliminarVolviendo a Saer, muy buena la nota. Si podés encontrarlo, te aconsejo una edición de los cuentos completos, que es realmente imperdible. El Saer de los cuentos retoma brevemente a sus personajes habituales, lo que hace creer en que la literatura saeriana es un compacto microcosmos.
ResponderEliminarY sin duda aconsejo dos de sus mejores novelas: "Cicatrices", y "Glosa", que son sin duda su arte llevado al extremo.
un abrazo
sobre "Paradiso", si conones a cinco personas que hayan terminado de leer esa tremenda obra de Lezama Lima, pues eres afortunado. Muchos han empezado y llegado hasta la página 40 ó 50. Terminar el libro es el desafío. Yo todavía lo tengo pendiente, también llegué hasta la 60. Era filigrana, era pura orfebrería, era exquisitez.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn Discusión, Borges dice que José Hernández, con su Martín Fierro, no «silencia la realidad» del gaucho, sino que «se refiere a ella en función del carácter» de su héroe, y, en consecuencia, no «especifica día y noche, el pelo de los caballos: afectación que en nuestra literatura de ganaderos tiene correlación con la británica de especificar los aparejos, los derroteros y las maniobras, en su literatura del mar, pampa de los ingleses.» Sin embargo, y en el sentido pleno de correspondencia con Las nubes, Borges volverá sobre la idea de la pampa como el mar [de los ingleses]. Por ejemplo, parafraseará a Hudson cuando, en Un naturalista en el Plata, éste cita a Darwin:
ResponderEliminarAt sea, a person’s eye being six feet above the surface of the water, his horizon is two miles and four-fifths distant. In like manner, the more level the plain, the more nearly does the horizon approach within these narrow limits; and this, in my opinion, entirely destroys that grandeur which one would have imagined that a vast level plain would have possessed.
En prosa de Borges:
[...] la metáfora que equipara la pampa con el mar no era, por lo menos esa mañana, del todo falsa, aunque Hudson había dejado escrito que el mar nos parece más grande, porque lo vemos desde la cubierta del barco y no desde el caballo o desde nuestra altura.
Hola:
ResponderEliminarnoseaszote: a ver si alguna vez retomo Paradiso.
Ana y nico: leeré más de Saer, a ver si encuentro esos que decis. He hojeado el de los cuentos completos y tiene la letra demasiado pequeña, no parece cómodo de leer.
Gustavo: muy interesante su intervención.
Saludos
Hola, hace tiempo leí "Cicatrices" de Saer y me fascinó.
ResponderEliminarAhora con que otro libro me recomiendas seguir?
"La pesquisa", "La ocasión" o "las nubes"?
Muchas gracias.
Hola Criticón:
EliminarPues si te gustó Cicatrices, los que me comentan te van a gustar más. La ocasión me gustó un poco menos que otros libros de Saer.
La pesquisa está muy bien, y Las nubes, en cierto modo podría ser tomada como una segunda parte. Yo empezaría por estas dos: primero La pesquisa y luego Las nubes.
Pero no te pierdas otras novelas como Glosa o La grande, que son magníficas.
Saludos
Hola David. Muchas gracias por tus recomendaciones.
ResponderEliminar"La Grande" también me la recomendaron mucho.
Seguiré tus consejos. Termino "Años Luz" de Salter y arrancó con Saer.
Abrazo y gracias.
(Muy bueno el blog)
Hola Criticon:
EliminarYo este año también quiero ponerme con Saer. Tengo en casa por leer Nada nadie nunca y El limonero real. Espero acercarme a ellos pronto.
De Salter me apetece también leer algo, que leí un libro de cuentos hace años y me gustó bastante.
Muchas gracias por tus palabras hacia el blog, pásate por aquí cuando quieras.
Saludos
Cual es la relación del autor con la obra ?? No entendí
ResponderEliminarRespuestas rápidas porfa
ResponderEliminar¿Deberes del cole, que esperas que te haga un desconocido, al que metes prisa y ni siquiera saludas? Empiezas bien.
EliminarSí tu profesor te ha preguntado por la relación de esta obra con el autor tendrás que saber que normalmente Saer habla de "La ciudad", que es Santa Fe, y que el tiempo es el contemporáneo del autor, aquí hace una novela histórica. Pregúntate por qué o a dónde va.
Ponte a trabajar, anda.
Saludos
Hola David. Estoy leyendo por primera vez a Juan José Saer en Las nubes en una edición reciente de Rayo verde. Me tiene sorprendida y emocionada. Tu estupenda crítica me ayuda a comprender mejor la obra. Ya veo que la ciudad que he buscado en el mapa es Santa Fe y que esta ciudad y algunos personajes aparecen en otros libros. Voy a continuar con La pesquisa. Ya veo que admira a Borges. Es la Literatura verdaderamente como las llanuras de la Pampa,inabarcable y emocionante.
ResponderEliminarHola, espero que estés difrutando mucho de Saer. A ver si acabo de leer toda su obra, que me queda un poco y grabo un vídeo para mí canal comentándola.
EliminarSaludos