La guardia, de Nikos Kavadías
Editorial Trotalibros. 256 páginas. 1ª edición de 1954; ésta es de
2021.
Traducción de Natividad Gálvez García
Después de doce años escribiendo
reseñas literarias en mi blog Desde la
ciudad sin cines y en webs de libros, en 2020 ‒en gran medida imbuido por
el inmovilismo del confinamiento‒ empecé a hacer vídeo reseñas en YouTube, en
un canal llamado David Pérez Vega ‒
Bienvenido, Bob. Para desenvolverme en este nuevo medio, me fijaba en
booktubers con más experiencia que yo, y así llegué al canal de Trotalibros,
conducido por el joven Jan Arimany.
En enero de 2021, Jan ha creado una nueva editorial, llamada igual que su
canal, que supera ahora los 17.000 suscriptores. La editorial Trotalibros que,
ahora mismo, acaba de sacar su cuarto título, está especializada en rescates
literarios. La guardia (1954) del griego Nikos Kavadías (Manchuria, 1910 – 1975), aparecida en enero, es el
primer título de la editorial.
He seguido los vídeos en los que Jan
hablaba de la creación de la editorial y del proceso de su puesta en marcha. Lo
cierto es que todo esto me generó una gran empatía hacia su proyecto, y me
apeteció comprar La guardia para
apoyar su apuesta por la literatura de rescates. Kavadías es recordado en
Grecia principalmente por su obra poética, que aparece en los libros escolares,
y La guardia (1954) es su única
novela. Kavadías nació en Manchuria porque sus padres se dedicaban al comercio
de importación y exportación, y eran griegos de la isla de Cefalonia, de donde
van a ser los personajes principales de su novela. Kavadías pasó ya su
adolescencia en esta isla y, al morir su padre, cuando él tenía diecinueve
años, se embarcó y trabajó durante toda su vida como marinero; mundo que evocan
sus poemas y también su novela. En realidad, su oficio principal en alta mar
fue el de radiotelegrafista. Significativamente, la isla de Ítaca está muy
cerca de la de Cefalonia, y las dos son nombradas en la novela, creando una
comunicación con la literatura clásica griega, principalmente con La
Odisea de Homero. Al igual
que les ocurrían a Ulises y sus marineros, los griegos que viajan en el barco Pytheas
no ven el momento de poder regresar a su hogar. El Pytheas es un viejo
carguero, sobreviviente de la Primera Guerra Mundial, que en el presente
narrativo de la novela navega cerca de Singapur. La traducción de La guardia se publicó por primera vez en
España a principios de los años 90, y he especulado con la idea de que cayera
en las manos del escritor colombiano Álvaro
Mutis y de que pudiera influirle en la creación de las siete novelas de Empresas
y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, donde también muestra una gran
pasión por los marineros y los viejos barcos que recorren los mares, como
apátridas sin hogar.
La novela está dividida en tres
partes. La primera contiene cinco capítulos, titulados Primera guardia, Segunda
guardia… y en ellos se le muestran al lector las conversaciones que tienen
lugar entre diversos marineros, en ese tiempo muerto de la noche en el que les
toca vigilar el barco, estando de guardia.
La novela empieza con el joven de
diecisiete años Diamandís, que va a pedir consejo al oficial Yerásimos sobre un
grano que le ha aparecido en sus genitales. Yerásimos lleva a Diamandías ante
el radiotelegrafista Nick (que parece un trasunto del propio autor). Oficial y
radiotelegrafista, que sobrepasan los cuarenta años, tratan de tranquilizar al
chico ante la enfermedad venérea que ha adquirido por acostarse con una
prostituta en Argel. Los dos cuarentones despotrican, en principio, contra el
joven, para acabar recordando que, en realidad, ellos hicieron las mismas
cosas, en sus comienzos como marineros, unas décadas atrás. El oficial y el
radiotelegrafista se dan cuenta de que habían coincidido en otros barcos,
dieciocho años antes, y la enfermedad del joven propiciará su reencuentro y
desencadenará sus recuerdos.
En la segunda parte, el
radiotelegrafista, empezará a beber después de tres años de sobriedad; y el
presente narrativo, el pasado y los sueños se alternarán, dando paso a unas
páginas en apariencia desordenadas y alucinatorias. En la tercera parte
seguiremos algunas de las andanzas de los marineros en tierra, un lugar que no
parece ya adecuado para su alma nómada, su alma maldita.
La novela (sobre todo en su primera
parte) está construida en gran medida con diálogos. Los marineros, en las
largas noches de guardias, hablan de sus hogares, de sus noches de borrachera
en tierra, de sus trapicheos con las cargas y las aduanas, y de mujeres. Alguno
piensa que no es buena idea para un marinero casarse y tener un hogar (el
propio Kavadías nunca lo tuvo), porque las largas temporadas en el mar hacen
que sus mujeres les sean infieles y acabarán desconociendo a sus hijos. Cuando
los marineros hablan de mujeres, principalmente hablan de prostitutas. El libro
es áspero en este sentido, los personajes son profundamente machistas y éste es
el mundo que Kavadías quiere mostrarle al lector. También nos hablará, por
ejemplo, de la compra de una chica de trece años, con fines sexuales, que se
acabará vendiendo en otra ciudad.
Si algún lector busca en la
literatura reconfortarse de los avatares de la vida corriente y desea empatizar
con unos personajes que le refuercen sus ideas, desde luego La guardia no va a ser su libro. A mí,
que considero que una de las funciones de la literatura ha de ser la de
revolver al lector, la de hacerle enfrentarse al límite de sus convicciones y
creencias, esta sórdida realidad mostrada me ha interesado. El estilo de
Kavadías es sobrio, pero repleto de toques poéticos. Sobre todo en la primera
parte, las anotaciones entre un diálogo y otro son, en muchos casos, frases
escuetas que parecen anotaciones teatrales.
Jan, el editor, compara en una vídeo reseña, que se puede ver en su canal,
el estilo de Kavadías con el de sus admirados William Faulkner, Joseph
Conrad o Juan Rulfo. Quizás sea
una exageración, pero este joven editor consigue transmitir un entusiasmo
verdadero.
Si bien el estilo literario de
Kavadías y el mundo marino que retrata han llamado mi atención, creo que,
además del problema comentado sobre la idea del «libro reconfortante» que puede
asustar a más de un lector bisoño, otro factor que impide a La guardia la posibilidad de poder ser
un bestseller es la falta de
continuidad narrativa. Los marineros recuerdan anécdotas, que la lógica nos
dice que, en muchos casos, deben ser reales y tomadas de la memoria del autor,
y el lector lee pequeñas narraciones, recuerdos de borracheras y prostíbulos,
en diversos puertos del mundo, sin que exista una clara construcción
novelística. Y quizás la formación poética del autor se ve más clara en este
defecto de la forma, que en la virtud que le lleva a usar un registro bello ‒aunque
áspero‒ del lenguaje. En algunas páginas, me he encontrado sin saber qué
marinero era el que estaba contando una anécdota, y esto dificultaba mi deseo
de seguir leyendo.
En cualquier caso, me parece que la
decisión de Jan Animary de comenzar la andadura de su editorial con este título
es arriesgada y valiente. Arriesgada porque al público al que, en principio, se
dirige procede de su canal literario Trotalibros. Y las personas que buscan
información literaria a través de YouTube, en vez de a través de suplementos o
webs culturales escritas, es más joven que la segunda, y tengo la impresión de que
más tendentes a la búsqueda de una literatura de valores positivos, que La guardia no promueve. Es decir, he
visto que en algunos canales literarios, conectados con el de Trotalibros, no acaban de apreciar
libros como Crimen y Castigo de Fiódor
Dostoievski o Lolita de Vladimir
Nabokov, porque no pueden aceptar que sus personajes sean un asesino y un
pederasta. Y a este público le enrostra Jan una novela sobre marineros que
comprar y venden a chicas de trece años con fines sexuales.
Me parece valiente la decisión de Jan porque La guardia no es un libro de fácil
lectura, es un libro que requiere de un lector exigente. Y todo esto me hace
pensar que la apuesta literaria de Jan es realmente seria.
En algunos vídeos, he visto cómo Jan
da importancia a la presencia física del libro, y en este sentido la edición de
La guardia es de un diseño y de una
prestancia destacables.
La traducción que Natividad Gálvez García realizó de este
libro a principios de la década de 1990 ha sido profundamente revisada ahora
por ella misma. La calidad del resultado está muy cuidada, y es de agradecer la
personal nota final del editor.
Me interesa este cambio de paradigma
que propone una editorial surgida del mundo de Booktube y, desde aquí, le
quiero desear a Jan Arimany toda la fortuna posible. ¿Un canal de YouTube, en el
que el público puede seguir las decisiones que toma el editor, puede generar
más empatía y deseos de compra de un libro en un lector que las vías
tradicionales, la presencia en librerías del libro o las reseñas en suplementos
culturales? Observo todo esto con gran curiosidad, tanto como lector como
profesor de Gestión de empresas.
Ya estoy leyendo el segundo título
de la editorial, El palacio de hielo, de Tarjei
Vesaas, un clásico noruego de 1963.
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