A finales de febrero de 2017, me escribió Diego Sánchez Aguilar (Cartagena, 1974) a través del chat de
Facebook para proponerme el envío de su libro de relatos Nuevas teorías sobre el orgasmo
femenino, sin compromiso alguno. Me decía Diego que encontraba
afinidades entre sus lecturas y las mías. Ya he comentado más de una vez que
suelo rechazar este tipo de ofrecimientos, porque necesito tiempo para elegir
yo mis propias lecturas, pero en este caso acepté porque Nuevas teorías sobre el orgasmo
femenino ganó en 2016 el Premio
Setenil de cuentos (otorgado por el ayuntamiento de Molina de Segura al
mejor libro de cuentos publicado durante el último año) y tenía curiosidad por él,
de que ya había oído hablar. Al final quedamos en que él me enviaría su libro
de cuentos y yo el mío, Koundara. Diego leyó mi libro antes
que yo el suyo, y escribió una reseña muy generosa para la web El
coloquio de los perros. De nuevo a través de Facebook, Diego me contaba
que había encontrado más de una afinidad entre sus relatos y los míos. Ahora
que he leído su libro entiendo por qué. Ambos hemos nacido en el mismo año,
1974, y hablamos de la clase media española de la misma generación.
Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino está formado por siete
relatos con una extensión media de veinte páginas. Ya he comentado también, más
de una vez, que me gustan los libros de relatos, pero no cuando los relatos son
muy cortos. Esta extensión de 15-30 páginas suele ser la que más me satisface
como lector (sin ser ésta, tampoco, ninguna regla fija, claro).
El primer cuento se titula Cena
de empresa y en él ya están recogidas todas las obsesiones temáticas del
volumen: el protagonista tiene treinta y nueve años y, junto a los compañeros
de la sucursal bancaria en la que trabaja, celebra, en las fechas previas a la
Navidad ‒como el título ya anuncia‒ una cena de empresa. Los compañeros de
trabajo no mantienen verdaderas relaciones de amistad (mientras que a los que
fueron los amigos de verdad ya apenas los ven), pero en este ambiente de
alegría un tanto forzada puede surgir el deseo hacia la joven chica nueva que
lleva dos semanas de prácticas. El relato avanza desde lo social (relaciones
interpersonales en el trabajo) hasta lo más íntimo (las relaciones sexuales).
De fondo nos encontramos con la crisis económica que ha atravesado (o sigue
atravesando) el país, donde los personajes han de sufrir sus bajadas de
sueldos.
Casi todos los personajes de estos relatos tienen una edad similar,
que suele rondar los cuarenta años (aunque los de los dos últimos se alejan
algo de ella y tienen treinta), y pertenecen a la empobrecida clase media
española. El hilo conductor de los mismos es su relación con el sexo. Si bien
el personaje del primer cuento, como ya he apuntado, tiene treinta y nueve años
y está casado, pero durante la noche del relato fantasea con su joven compañera
de trabajo, también mantiene una intensa relación con la pornografía de
internet, sobre todo con la web Youporn, que aparece de modo recurrente en
varios relatos.
La distancia entre el deseo sexual y las fantasías eróticas y el sexo
real es el nexo temático que une a los cuentos aquí mostrados.
En el segundo cuento, el titulado Gemidos, nos acercamos a un
cuarentón solitario, que trabaja de cartero. Anselmo no practica sexo real con
nadie, pero cree que al fin se ha enamorado de una artista sexual de internet a
la que no puede ver, ya que tan sólo puede escuchar el sonido de sus orgasmos.
Creo que éste ha sido uno de los dos cuentos que más me han gustado del libro.
El otro es Vecinos, en el que una
pareja de cuarentones, con un hijo, vive una sexualidad que no es todo lo
satisfactoria que al hombre le gustaría. En la página 83 podemos leer un
párrafo que podría resumir el espíritu del cuento Gemidos y de todo el libro: «Francisco estaba resignado a esa
rutina sexual consistente en hacer el amor dos o tres veces al mes,
generalmente los domingos por la mañana antes de que se despertara el niño,
siempre en la posición del misionero, que era la que le proporcionaba a Marta
el orgasmo de manera más rápida y efectiva; se había acostumbrado a suplir con
la masturbación y la pornografía el excedente sexual que él aportaba al
matrimonio. Ese componente de sexo por
compasión llegó a molestar mucho a Francisco, sobre todo tras el nacimiento
de su hijo. Ahora echa de menos a esa Marta que hacía el amor para complacerle
a él. En cierto modo, Francisco estuvo convencido (sin pensarlo nunca
explícitamente, pero ahora se empezaba a dar cuenta de que ese pensamiento
estaba ahí) de que Marta sería absolutamente feliz viviendo sin sexo,
eliminando totalmente esa faceta de su vida». Los conflictos surgirán cuando el
piso de arriba (que había estado deshabitado por la dificultad de venderlo
durante la crisis económica) sea ocupado por una pareja joven y los sonidos de
sus intensas batallas sexuales se filtren hasta su dormitorio. Las fantasías de
Francisco se dispararán.
En Cuba, el tercer cuento, tres amigas viajan a un resort de Varadero. El cuento recoge principalmente
lo acontecido durante una excursión de un día que hacen a La Habana. La
protagonista se ha divorciado hace poco y las amigas quieren que se alegre practicando
el sexo con algún cubano. Cuba refleja bien la falsa alegría de los viajes. Así
empieza este cuento: «Aurora siempre siente lo mismo cuando baja de un avión y
pone un pie por primera vez en un país extranjero: una profunda e inexplicable
decepción» (pág. 43).
En Injusticia, el quinto relato, Sánchez Aguilar emplea el recurso
de usar dos tiempos narrativos: cuando la protagonista Paula tiene diecisiete
años en 1990 y cuando tiene cuarenta en 2013. Predomina la visión más actual de
sí misma, pero la evocación juvenil le sirve al lector para comprender sus
frustraciones vitales (que, como en todos los cuentos de este libro, son
sexuales). Me llama la atención que el motivo narrativo de este cuento sea un
encuentro con los antiguos compañeros del colegio que se organiza a través de
Facebook. Algo que empieza a ser un rasgo generacional de la nueva narrativa
española: esto mismo aparece en la novela Autopsia de Miguel Serrano Larraz y en Edad Media de Leonardo Cano.
Si Injusticia trata sobre
una posible infidelidad que la mujer de una pareja va (o no) a cometer, el
siguiente cuento, Anunciación de María, nos habla del miedo de un marido a que su
mujer le esté siendo infiel durante el tiempo del relato, que es una noche en la
que ella ha salido para celebrar el comienzo de las vacaciones de Semana Santa.
El último, titulado El perfume, trata sobre un fotógrafo
publicitario y su particular técnica para mejorar la sensación de ensueño que
desea aportar a las fotos de su trabajo: cambiar la cara de las modelos que
fotografía por esa misma cara en el momento de tener un orgasmo. Quizá sea este
cuento el que más se aleje de la unidad temática planteada, al hablarnos en él
de una persona a la que le va mejor económicamente que al resto de
protagonistas de los otros cuentos, y cuya relación con el sexo no es de
frustración, sino de plenitud. Aunque, a tenor de lo precedente, el lector
intuye que sus privilegios no van a durar mucho.
Los siete cuentos de este libro están escritos en tercera persona y
aunque, en muchos casos, se usa la técnica del estilo indirecto libre para
acercarse y reflejar los pensamientos de los protagonistas, existe en ellos la
voz común de un narrador que, a veces, parece conocer mejor a los personajes
que lo que ellos se conocen a sí mismos.
Sánchez Aguilar, sin descuidar el lenguaje, no apuesta fervorosamente
por el juego metafórico. Su prosa es cuidada (no he detectado ni una sola
errata en todo el libro), pero prefiere la disección psicológica de sus
personajes frente al vuelo poético. En este sentido, Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino contiene reflexiones muy
finas sobre la generación de españoles que en 2013-2014 rondaba los cuarenta
años. Existe también en estos cuentos una sutil crítica social, pues la idea de
«la crisis» ‒el miedo a perder los trabajos, la dificultad para pagar las altas
hipotecas, las bajadas de sueldos...‒ están aquí presentes como telón de fondo.
En la composición de los cuentos llama la atención el uso de la lista
con enumeraciones separadas por a), b) c), etc. y el uso de notas a pie de
página. En las conversaciones que he tenido con Sánchez Aguilar a través de
Facebook, me señalaba que uno de sus escritores de cuentos favorito es David Foster Wallace. Así que lo lógico
es considerar que estos dos recursos, y sobre todo el último, son una
influencia del autor norteamericano. Las notas inciden en muchos casos en
explicar la psicología de los personajes, e, incluso, en una de ellas se
adelanta el fin de la historia (la pareja acabará divorciándose), que en la
propia narración tan sólo queda sugerido.
«La idea del libro es que el sexo, con su componente de insatisfacción
perpetua, reflejara la eterna insatisfacción de la clase media», declaró
Sánchez Aguilar en una entrevista para el Diario.es.
Los siete cuentos de Nuevas
teorías sobre el orgasmo femenino mantienen una unidad temática y
compositiva tales que el lector puede tener la sensación de estar leyendo una
novela. Cuando he leído a algunos de mis escritores de cuentos favoritos (Antón Chéjov, Raymond Carver o Tobias
Wolff), siempre he considerado que un mérito de estos escritores era la
variedad de temas y de personajes diferentes: en un cuento hablaban de una
persona de mediana edad, en otro de un niño, de un anciano, etc. y en la
diferencia de temas (los celos, el miedo a perder el estatus, las relaciones
familiares, etc.) y enfoques. Me gusta cuando el escritor es capaz de crear la
voz narrativa de una problemática adolescente y más tarde la de un estirado
ejecutivo de sesenta años, por ejemplo. En este sentido, los cuentos de Sánchez
Aguilar me parecen poco variados (aunque sabe acercarse con igual pericia a
personajes masculinos o femeninos), lo que provoca, al acercarse a los dos
últimos, una ligera sensación de repetición. Y no es que los dos últimos sean
malos cuentos, que no lo son (leídos en una antología de varios autores serían
cuentos destacables), pero el lector tiene la impresión de que lo que se narra
en ellos ya ha sido transmitido en otros cuentos anteriores. A cambio, los
mejores cuentos de este libro son magníficos, por ejemplo Gemidos y Vecinos, y los
podría incluir en mi lista de mejores cuentos leídos en los últimos años.
Además –y para mí esto es un mérito–, hablan de mi entorno urbanita más cercano
y reconocible, son cuentos que me apelan de forma absolutamente directa, cuentos
cuyo desarrollo y final me han dejado seco.
Diego Sánchez Aguilar me parece un gran escritor de cuentos, al que me
gustaría exigirle mucho (al fin y al cabo soy profesor de bachillerato y la
deformación profesional está en mí), me gustaría pedirle que, después del
magnífico libro de relatos que es Nuevas
teorías sobre el orgasmo femenino, se pida a sí mismo elevar el reto y
aceptar la dificultad de variar los puntos de vista e incrementar la variedad
de personajes. Soy profesor y me gusta incitar a los mejores a superarse.
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