jueves, 31 de octubre de 2013

Luis Alberto de Cuenca, unos poemas

Llevo unos minutos tratando de averiguarlo, pero lo cierto es que no recuerdo dónde leí por primera un poema de Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950). Quizás en la revista Clarín, en algún Babelia, en alguna antología… No lo sé. El caso es que tengo en mi biblioteca dos libros suyos: Por fuertes y fronteras (1996) y Sin miedo ni esperanza (2002). Ambos están dedicados por el autor en la feria del Libro de Madrid de 2006.

Fue ya hace años cuando leí los dos libros citados, pero recuerdo la grata impresión que me causaron (me gustó más Sin miedo ni esperanza, si no me falla la memoria). Me gusta esta poesía de la experiencia cotidiana, descreída e irónica; con versos medidos pero y un vocabulario entre clásico y castizo. Hace algunos años apareció en Visor un volumen recopilatorio de gran parte de su poesía. En algún momento tengo que buscarlo y leerlo.



Dejo aquí algunos poemas de cada uno de los poemarios que le leído:

De Por fuentes y fronteras (1996):

 Collige, virgo, rosas

Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.

De tanto amarte y tanto no quererte

De tanto amarte y tanto no quererte
te has cansado de mí y de mis locuras
y le has prendido fuego a nuestra historia.
Tu ropa no perfuma ya la casa.
No queda una palabra de cariño
suspendida en el aire, ni una hebra
de azabache en la almohada. Sólo flores
secas entre las páginas del libro
de nuestro amor, y cálices de angustia,
y un delirio de sombras en la calle.

El resplandor

La luz proyecta un resplandor perlado
sobre la pendiente de tus senos,
apenas contenidos en la escasa
pechera de tu vestido. Un resplandor
que viene de otro tiempo y de otro sitio
y que sigue brillando todavía.

Voy a escribir un libro

Voy a escribir un libro que hable de las (poquísimas)
mujeres de mi vida. De J. B., mi novia,
que me enseñó el amor y las puertas secretas
del cielo y del infierno; de Isabel, que se fue
al país de los sueños con el pequeño Nemo,
porque aquí lo pasaba fatal; de Margarita,
recordando unos jeans blancos y unos lunares
estratégicamente dispuestos; de Ginebra,
que le dejó a Lanzarote plantado por mi culpa
y fundó una familia respetable a mi costa;
de Susana, que sigue tan guapa como entonces;
de Macarena, un dulce que me amargó la vida
dos veranos enteros; de Carmen, que era bruja
y veía el futuro con ojos de muchacho;
de la red que guardaba los cabellos de Paula
cuando me enamoré de su melancolía;
de Arancha, de Paloma, de Marta y de Teresa;
de sus besos, que izaron la bandera del triunfo
sobre la negra muerte, y también de su helado
desdén, que recluyó tantas veces mi espíritu
en la triste mazmorra de la desesperanza.
Voy a escribir un libro que hable de las mujeres
que han escrito mi vida.



De Sin miedo ni esperanza (2002):

Farai un vers de dreyt nien

Sobre ti, sobre mí, sobre el infierno
de nuestro amor y sobre el paraíso
de nuestro amor, sobre el milagro inútil
de haberte conocido y el abismo
de haber viajado al alba y al crepúsculo
con un monstruo tan dulce y tan dañino,
sobre la huella que dejó tu cuerpo
en mi cama y en todos mis sentidos,
sobre el vestido negro ribeteado
de encaje con que andabas por el filo
de la traición, sobre tu piel blanquísima
y sobre el tiempo que perdí contigo....
Sobre todas las cosas que anteceden
y sobre nada (¿acaso no es lo mismo?)
escribiré un poema, recordando
la canción de Guillermo, con el frío 
de la distancia y con la sensación
de no haberlas vivido.


Bébetela

Dile cosas bonitas a tu novia:
«Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks.»
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la Tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva). Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes ni un segundo:
bébetela.


Tebeos

Los Katzenjammer Kids, Popeye, Blondie,
Little Nemo, Flash Gordon y Li´l Abner,
Mandrake, Daredevil y Prince Valiant,
Dick Tracy, Spiderman y Silver Sulfer,
los Vengadores y esa Cosa tierna
y acorazada de ojos azulísimos
(me refiero a Ben Grimm),
sin olvidar una novela gráfica
del Ivanhoe de Scott
¿qué haría sin vosotros?

¿Buscaría el amor?, ¿pelearía
con una espada por un territorio?,
¿marcaría ganado en las praderas
Infinitas del Middle West?,
¿navegaría bajo las estrellas
con una Jolly Roger ondeando
en el palo mayor de mi navío?...

¿Qué haría yo sin mis tebeos?


2 comentarios:

  1. A mí me encanta, David, y definitivamente tengo que leer más de este poeta. Por cierto ¿conoces el disco que sacó Loquillo hace un par de años ("Su nombre era el de todas las mujeres") cantando su poesía? Son muy amigos; en este videoclip salen juntos:

    http://www.youtube.com/watch?v=GHFP5kawtd8

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    Respuestas
    1. Hola Mike:

      Gracias por el enlace al vídeo, recordaba vagamente esa historia con Loquillo.

      Yo también quiero volver con este autor. A ver si empiezo a leer más poesía, de nuevo.

      saludos

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