Editorial Jekyll & Jill. 110 páginas. Primera edición de 2018.
Después de leer los tres libros que Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala,
1971) ha publicado en la editorial
Libros del Asteroide (Monasterio, Signor Hoffman y Duelo)
en tan sólo cuatro días, me apeteció seguir con su obra y compré en La Central
de Callao los libros Mañana nunca lo hablamos y Biblioteca
bizarra.
Lo cierto es que intuía que si le
escribía a Víctor Gomollón, el
editor de Jekyll & Jill, al que
sigo en Facebook, el libro de Biblioteca
bizarra para reseñarlo, me lo enviaría. Pero ocurrieron dos cosas: quería
leerlo de forma inmediata, tras los otros libros de Halfon, y además me di
cuenta de que ya había salido al mercado la segunda edición, pero que en La
Central aún quedaban ejemplares de la primera. Y al abrir ejemplares de la
primera edición vi que los libros estaban numerados. Busqué el número más bajo
y me lo llevé a casa. Tengo el 126 de la primera tirada de este libro. Éste
tipo de detalles libresco-fetichistas se inventaron para gente como yo.
Después de acabar con Mañana nunca lo hablamos, el mismo día
empecé (y terminé) Biblioteca bizarra.
Este libro está formado por seis textos que fueron publicados en revistas
literarias entre 2011 y 2017. Los seis han sido revisados y quizás ampliados o
reescritos. Al final, en la nota que explica su lugar de procedencia, se da la
siguiente información de cada una de estas composiciones: «Una primera versión
de XXX fue publicada en YYY, con tal fecha.»
Los seis textos de Biblioteca bizarra podrían ser
calificados de relatos, pequeños ensayos o artículos. En realidad, creo que no
tiene mucha importancia la distinción, puesto que Eduardo Halfon, como otros
escritores actuales, juega a la mezcla y confusión de géneros narrativos.
El primer texto es el que da título
al libro, y en él se describen diversas bibliotecas que Halfon ha podido ver (o
de las que ha oído hablar) a lo largo de su vida. La primera biblioteca es la
de una de sus tías abuelas, que ha muerto recientemente, y Halfon va a su casa
a ver la enorme biblioteca que esta mujer ha dejado tras de sí. «Me vestí con
el entusiasmo que sólo conoce un bibliófilo.», leemos en la página 15. Se trata
de una biblioteca dedicada a un único tema: el sionismo. Un aire melancólico
acaba impregnando las reflexiones de Halfon, que, como en otros de sus libros,
medita aquí sobre su condición de judío. Otra de las bibliotecas de las que
habla es llamada La biblioteca salvaje
y aquí se habla de la relación de Roberto
Bolaño con Antonio di Benedetto
que dio pie a la existencia del cuento de Bolaño titulado Sensini. En realidad este primer relato (o miniensayo o artículo)
tiene un aire muy bolañesco, de ese Bolaño salvaje y erudito, del Bolaño que
acaba de leer a Borges. De hecho,
diría que además de hablar del cuento Sensini,
existe aquí otro homenaje a Bolaño en las páginas de La biblioteca mojada, en las que se habla de un médico riojano que
regala todos los libros que compra y que lee en la bañera. En una entrevista,
Bolaño comentaba que su amigo el poeta Mario
Santiago (que da origen al personaje Ulises Lima) leía en la ducha.
También, Biblioteca bizarra me ha hecho pensar en muchas de las páginas de
un bibliófilo como Enrique Vila-Matas.
El segundo relato se titula Los
desechables y habla de una conferencia sobre literatura que Halfon tuvo
que dar en Bogotá para un público formado por personas de la calle en proceso
de integración social. No es la primera vez que me ocurre al leer a Halfon,
pero en estas páginas he sentido más que en otras la conexión de algunas de sus
propuestas con las del escritor argentino Sergio
Chejfec. En el libro de relatos de Chejfec Modo linterna, el autor
también convierte en objeto del cuento los actos y las charlas literarias.
Halfon, boy es el texto
que más me ha gustado de este libro. En este relato, Halfon habla del
nacimiento de su hijo en Nebraska, donde trabajo como profesor de literatura.
Se habla aquí del hijo y de los problemas que encuentra en la traducción de la
obra del autor norteamericano William
Carlos Williams, que a su vez fue traductor del español al inglés, y un
médico pediatra que ayudó a que llegaran muchos niños al mundo. La forma en la
que Halfon une sus reflexiones sobre la obra de Williams y el nacimiento de su
propio hijo me ha parecido brillante.
Saint-Nazaire es el
texto, de los presentes aquí, que más se relaciona con la parte de la obra de
Halfon que ha tenido más repercusión (Monasterio,
Signor Hoffman y Duelo), puesto que habla de una de las experiencias europeas de su
abuelo polaco. También se habla aquí de escritores, y esto entronca más con el
espíritu ensayístico de Biblioteca
bizarra. «¿No es la nimiedad, pues, la materia prima del cuentista? ¿No son
las anécdotas en apariencia mínimas, es decir, insignificantes, la arcilla
misma con la cual el cuentista trabaja su artesanía y moldea su arte?», escribe
Halfon en la página 78, comentando los cuentos de Chejov y también su propia
obra.
El quinto texto se titula La
memoria infantil y se subtitula Notas a pie de página. Me he sentido
afortunado al leerlo, porque ha dado la causalidad de que estas páginas son un
comentario al libro Mañana nunca lo
hablamos que, como comentaba al comienzo de esta reseña, había acabado el
mismo día que leía esta reflexión personal sobre los cuentos de ese otro libro.
De hecho, el comienzo de este miniensayo es el texto de contraportada de Mañana nunca lo hablamos. Aquí se
apostillan los cuentos del otro libro, y se explica, en cierta medida, cómo
están hechos y por qué; cómo es el
recuerdo o el impulso que lleva a Halfon a escribir un cuento a partir de un
recuerdo o una sensación del pasado. «Un escritor escribe desde allí: desde lo
que ha visto, desde lo que ha escuchado, desde los olores y sonidos que
revolotean como mariposas en su memoria. No escribe su memoria. Escribe
solamente a partir de ella. Desde ella. Hacia delante.» (pág. 88), «Veo esas
imágenes en el álbum de mi memoria: inconexas y opacas y acaso inventadas. El
hilo que las une es la literatura. La literatura, hilvanándolas, les da
sentido. El oficio de un escritor no difiere del oficio de un sastre. Parches,
remiendos, costuras, hilos, retazos que, con oficio, crean la ilusión de un
todo.» (pág. 89)
De los recuerdos que cita lo que más
curioso me ha resultado es ver cómo algunos de ellos servían de base a relatos
que estaban en el libro Mañana nunca lo
hablamos y otros no llegaban a relatos de ese libro; recuerdos que se
perderán o que, tal vez, den lugar en el futuro a nuevas narraciones.
En esta quinta narración también nos
encontramos con Rol, uno de los trabajadores de la casa familiar de Halfon, que
protagonizaba uno de los relatos de Mañana
nunca lo hablamos y del que se habla aquí, de nuevo, muchos años más tarde.
Cierra el volumen la narración más
ominosa de todas, Mejor no andar hablando demasiado. Aquí Halfon reflexiona sobre
la condición del escritor en un país como Guatemala, además de su propio
proceso de transformación desde ser un ingeniero hasta convertirse en un
escritor. «Durante el último siglo, los escritores guatemaltecos han estado
escribiendo, y muriendo, en el exilio.» (pág. 102). Aquí hablará de Miguel Ángel Asturias, Augusto Monterroso, Luis Cardoso y Aragón o Luis de Lión. La escena final que cierra el relato y el
libro es terrible: Halfon recibe una visita amenazante en su casa después de
haber publicado su primer libro en Guatemala.
Biblioteca
bizarra es un libro que gustará a los lectores habituales de Eduardo Halfon, a los
que le conozcan por sus libros más famosos (los publicados por Libros del
Asteroide), aunque creo que también podría ser una buena puerta de entrada a su
obra. Hasta ahora no había leído ningún
libro de la editorial Jekyll & Jill,
dirigida por Víctor Gomollón y la
verdad es que me ha impresionado el cuidado con que está editado Biblioteca bizarra, un precioso
libro-objeto.
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