domingo, 21 de febrero de 2016

Francamente, Frank, por Richard Ford

Editorial Anagrama. 228 páginas. 1ª edición de 2014, ésta es de 2015.
Traducción de Benito Gómez Ibáñez

Cuando vi que esta novedad de Anagrama había llegado a la biblioteca de Móstoles no pude resistirme ya más a llevar a cabo el proyecto de leer seguidos todos los libros de Frank Bascombe, el mítico personaje creado por Richard Ford (1944, Jackson, Mississippi) en su novela El periodista deportivo de 1986. Creo que la primera vez que supe de esta novela fue en el muro de Facebook del gran lector y bloguero literario Joan Flores Constans (ver AQUÍ su blog), quien si no recuerdo mal se acercó al libro en inglés a principios de 2015, antes de que llegara a España.

Lo primero que llama la atención de Francamente, Frank es que es un libro notablemente más corto que los tres anteriores. Aunque Ford no ha querido seguir en su título con el juego de las fiestas, también se articula en torno a una: la de la Navidad de 2012. Ya comenté la semana pasada que existe en esta saga una conexión simbólica entre el periodo del año en que transcurre la acción y la edad del protagonista: el fin de la primavera para El deportista deportivo, el verano para El Día de la Independencia, noviembre para Acción de Gracias, y ahora, definitivamente, Navidad y el fin del año para Francamente, Frank.

Quizás, aventuro, Richard Ford no tenía ya en 2014, a sus setenta años el suficiente aliento para escribir una obra de la envergadura de sus predecesoras (aunque no mucho antes, en 2013 había publicado Canadá, que en la edición de Anagrama tiene 510 páginas), pero esto no significa,  ni quiero insinuar en ningún caso, que Francamente, Frank sea una obra menor en la trayectoria de Richard Ford. Simplemente Francamente, Frank es una obra en cierto modo diferente a sus predecesoras en la saga de Frank Bascombre.

Francamente, Frank está formada por cuatro historias que transcurren en diciembre de 2012, y el tiempo de los relatos se marca por los días o semanas que quedan hasta la fiesta de Navidad. Nos encontramos aquí con un Frank Bascombre de sesenta y ocho años que ha superado el cáncer de próstata que tanto le preocupaba en Acción de Gracias. Hace ocho años decidió dejar –junto a su segunda mujer Sally- la casa en la que vivían en la costa, en Sea-Clift y regresar a Haddam. Sobre la casa de Sea-Clift está articulada la primera historia, titulada Aquí estoy yo. Han pasado seis semanas desde que el huracán Sandy arrasó la costa este de Estados Unidos, y Arnie Urquhart a quien Frank vendió su casa hace ocho años le llama para que le ayude, gracias a su antigua experiencia como agente inmobiliario, a valorar la situación: la casa de Frank yace volcada sobre la calle y Arnie quiere saber si es una buena idea vender el solar por el precio que le han ofrecido. Frank accede a ayudar a Arnie y viaja hasta Sea-Clift. Frank se acerca a la costa: “Una vez me gané muy bien la vida con estos terrenos ahora cubiertos de sal. Debería ser capaz de imaginar el grado de posibilidades que ofrecen sus restos. Pero, de momento, no lo soy.” (pág. 30). Lógicamente este relato está plagado de símbolos negativos, más melancólicos que funestos en realidad. Frank, en esta nueva etapa de su vida, parece que ha asumido con tranquilidad su vejez, y sabe que seguir adelante consiste en “restar”. Recuerdo que en El periodista deportivo Frank se despertaba por la noche con el corazón agitado, lleno de presagios funestos, algo también muy presente en Acción de Gracias, cuando Frank luchaba contra el cáncer. Pero todo parece hacer quedado atrás para alguien que dice de sí mismo: “Ya no me miro en el espejo. Es más barato que la cirugía.”

El segundo relato se titula Todo podría ser peor, y si el primero transcurría “dos semanas antes de Navidad”, el tiempo narrativo de este es “diez días antes de Navidad”. En él, Frank recibe en su casa de Haddam la visita de una mujer negra llamada Charlotte Pine, que le pide visitar la casa en la que vive, la casa en la que ella se crió décadas atrás, y Frank le permite entrar, porque piensa: “Las visitas de antiguos residentes de esta clase son algo bastante corriente, en realidad, y yo las he recibido más de una vez.” (pág. 76). La señora Pine va a realizar alguna revelación inquietante sobre la casa en la que actualmente vive Frank, algo que tiene que ver con la violencia subterránea y que parece intrínseca a los barrios residenciales norteamericanos que recorre esta tetralogía.

El tercer cuento –titulado La nueva normalidad- transcurre cuatro días antes de Navidad, y Frank visita a su exesposa Ann a la residencia en la que vive en Haddam. Ann sufre Parkinson y Frank va a visitarla periódicamente (en esta ocasión para regalarle una almohada anatómica). Como viene siendo habitual en los anteriores libros, los encuentros de Frank con Ann –a pesar de que se divorciaron hace ya más de treinta años- no acaban de ser todo lo relajados que deberían ser. Aquí, como nuevo motivo crepuscular, tiene lugar una conversación sobre cementerios y deseos de enterramiento o donación de órganos tras la muerte.
Me ha hecho gracia que si en Acción de Gracias aparecía por primera vez los móviles (Frank no quería tener uno) e internet (Frank se negaba a que su empresa inmobiliaria tuviera web) ahora aparecen aquí los blogs (“yo ni siquiera sé exactamente lo que es un blog”, pág. 138) o Facebook y Twitter en el cuarto relato: “Podría ponerlo en Facebook o Twitter. Aunque, como dice Eddie Medley, todo el mundo lo sabe todo pero nadie sabe qué hacer con ello. No estoy en Facebook, por supuesto. Aunque sí lo están mis dos esposas.” (pág. 180)

Por supuesto, Frank sigue hablando de política en esta novela: le gusta Obama y no deja de destacar las reacciones furibundas de sus vecinos republicanos de Haddam contra el nuevo presidente (uno de ellos opina, por ejemplo, que Obama debería estar en la cárcel).
Frank sigue leyendo en la radio para los ciegos (ahora está con Naipaul) y se acerca al aeropuerto para recibir a los combatientes que regresan de Irak y Afganistán, porque en el Siguiente Nivel tiene que estar alerta hacia las “cosas positivas que pueda hacer en la recta final de mis días”.

El cuarto relato (o más bien parte, porque en realidad esto no es un libro de relatos sino una novela articulada en cuatro capítulos) se titula Muertes de otros y en él Frank va a visitar a Eddie, un antiguo amigo del Club de Divorciados de Haddam, que le fue presentado al lector en El periodista deportivo. Esto ocurre el día antes de Navidad, y por lo tanto comprobamos que las partes de esta novela se ordenan de forma cronológica y se aglutinan en dos semanas de diciembre de 2012. Eddie yace en su cama esperando la muerte, bajo la asistencia de una enfermera, aquejado de un cáncer terminal. A pesar de su débil estado, aún tendrá capacidad para hacerle la que podría ser una  perturbadora revelación (si Frank estuviese en otro momento de su vida) sobre su exesposa Ann.

Decía al comenzar la reseña que Francamente, Frank tiene un aire más ligero que los tres libros anteriores de la saga. Quizás Ford podría, como en ocasiones anteriores, haber desarrollado la trama en tres días y contar mientras tanto los hechos más importantes de su pasado inmediato, pero ha decidido no hacerlo así, tal vez por falta de fuerzas o de aliento; o no, lo ha hecho así porque le pareció bien hacerlo, y esto debería ser suficiente para nosotros. Es curioso observar que en Francamente, Frank Ford usa técnicas más propias de sus libros de relatos largos o novelas cortas como son De mujeres con hombres o Pecados sin cuento. Lo que relata aquí es más esencial y deja sutiles huecos en la narración para que se acople en ellos la esencia epifánica de una revelación. Francamente, Frank es un gran broche para la tetralogía de Frank Bascombe.

Creo que después de 1.919 páginas y 52 días seguidos de lectura, me va a costar dejar atrás esta voz narrativa tan sugerente y profunda. Una delicia de libros.

2 comentarios:

  1. Me encanta el personaje de Frank Bascombe. Aún no he leído esta última novela, pero las tres anteriores me fascinaron. Gracias por esta reseña tan completa.
    Un abrazo.

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    1. Hola Rosa: pues si te gustaron las tres anteriores ésta, aunque es más corta que las otras, no te va a decepcionar. Es un gran broche a esta serie de libro, aunque he oído comentar que Ford no descarta seguir con el personaje.

      Un abrazo.

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