domingo, 10 de abril de 2016

Andarás perdido por el mundo, por Óscar Esquivias

Ediciones del Viento. 241 páginas. 1ª edición de 2016

Ya comenté la semana pasada que le pregunté a Óscar Esquivias (Burgos, 1972), con el que he coincidido algunas veces, si le parecía bien solicitarle a su editor, Eduardo Riestra, que me incluyera entre los envíos de prensa de su nuevo libro de relatos, Andarás perdido por el mundo. Tanto a Óscar como a Eduardo les pareció bien y el libro me llegó a casa, poco después de aparecer en las librerías. El viernes 26 de febrero fue la presentación del libro en la librería Alberti de Madrid, y me apeteció acudir para que Óscar me firmase su libro y poder saludarle. Fue una tarde agradable.

El viernes de la presentación, ya lo comenté la semana pasada, acabé de leer el último cuento del anterior libro de Óscar –Pampanitos verdes- en el metro de vuelta a casa. El sábado empecé el nuevo libro, más largo que el anterior (241 páginas frente a 158, 14 cuentos frente a 10), y leí de un tirón el primer cuento, de unas 20 páginas, titulado Todo un mundo lejano. Me dejó deslumbrado, me pareció mejor que cualquiera de Pampanitos verdes, y esto teniendo en cuenta que los cuentos de este libro me habían parecido realmente buenos. Al leer Todo un mundo lejano tuve la sensación de estar leyendo una composición clásica del mundo del relato. Me produjo la misma sensación de felicidad lectora que los grandes cuentos de los escritores que más admiro, Raymond Carver, Tobias Wolff o Roberto Bolaño. En este cuento regresamos al escenario más clásico de la narrativa de Esquivias: los pueblos de Burgos, y está contando en primera persona por parte de una persona joven y frágil, como viene siendo habitual, pero considero que existen aquí dos elementos que lo hacen transcender: el narrador es en gran parte un narrador testigo, puesto que nos habla de la evolución de la fe religiosa de un amigo, y además juega, de forma bella y sutil, a encontrar las relaciones y desacuerdos entre homosexualidad y vocación religiosa. Un cuento redondo, como ya he apuntado.

El segundo cuento, Curso de natación, comparado con el primero o el tercero, me parece intrascendente. Es un cuento que apenas sobrepasa una página. Y esto posiblemente sólo sea una cuestión de apetencia personal: me gusta el formato de los libros de cuentos, disfruto con él, pero los cuentos que me gustan suelen tener entre 15-25 páginas, creo que yo no podría ser un gran lector de microrrelatos, es un género que no acaba de convencerme. Curso de natación, en cualquier caso, es una narración correcta, ambienta en Italia, esta vez, y con un narrador niño, pero para mí esa distancia de una página y pico no consigue emocionarme como lector, y el cuento acaba actuando como una mera transición entre el primer cuento magistral y el tercero también magistral (de unas 23 páginas en este caso). El tercer cuento es El Chino de Cuatroca, ambientado en el madrileño barrio de Cuatrocaminos. El narrador, un adolescente de dieciséis años, que ha decidido dejar la casa familiar, podría ser el típico protagonista de un cuento de Esquivias, por su edad, por su fragilidad, por lo cerca que está de descubrir las miserias del mundo de los adultos, pero hay aquí algo nuevo: su narrador ha nacido en España, pero sus orígenes son ecuatorianos, una herencia que el reivindica con su deseo de viajar a Guayaquil, donde fue concebido, y por el uso, en ocasiones, de un vocabulario propio de allá. Además nuestro narrador, con aspecto de “chino” va a compartir piso con un grupo de inmigrantes dominicanos. Este ambiente está muy bien descrito, muy cuidados sus detalles, y la resolución del cuento es tan divertida como cruel y emocionante. Un gran cuento de nuevo.

El cuarto La Florida, me ha parecido una narración muy arquetípica de Esquivias: ambientado en Oña, un pueblo de Burgos, con un narrador adulto que está recordado una vivencia infantil. En este caso las visitas a un psiquiátrico en el que vive recluido su tío. Es un gran cuento, pero me ha sorprendido menos que los anteriores.

Con El joven de Gorea me pasa lo mismo que con Curso de natación, que es demasiado corto para mí. Aunque éste es un cuento algo diferente a los otros, con un aire fantástico a lo microrrelato de Borges.

El príncipe Hamlet de Mtsensk me ha parecido otra de las maravillas del libro: un cuento ambientado en Rusia, con personajes rusos y que hunde sus raíces en la pasión de Óscar por la música. Diría que es un fantástico homenaje a Chéjov, un cuento con un final abierto, ligero y bello. El lenguaje de Óscar suele ser de una aparente y cuidada sencillez al servicio de la historia, pero tengo la impresión de que aquí las descripciones de lugares y ambientes se hacen más trascendentes. Me ha encantado una comparación que aparece en su primera página: “Yo me había puesto mi americana de verano y una corbata de Timoféi Borísovich (tenía docenas de ellas en el antiguo armario de mi padre, colgadas de las perchas como anguilas muertas).” (pág. 79)

Los chinos es un cuento más corto (unas 8 páginas), sobre la frustración adolescente (uno de los grandes temas de Óscar) y me ha gustado, pero no al nivel de los cuentos ya comentados.

Temblad, filisteos quizás tenga al narrador más adulto del libro, puesto que pasa de los treinta. Un cuento sarcástico y correcto (o correcto en relación a los que más me han gustado que eran muy buenos) sobre un director de teatro con deseos de epatar al público.

La última víctima de Trafalgar es la composición más extensa del libro, ya que llega a las 40 páginas y podrías ser considerada una novela corta. Es la única composición del libro escrita en tercera persona. Aquí el tono es burlón y la historia tiende al disparate. Esquivias habló de este cuento el día de la presentación y citó como influencia al Eduardo Mendoza más juguetón. Al principio me estaba costando entrar en el juego, pero el relato fue creciendo con la aparición de legajos históricos perdidos Un juego divertido y disparatado.

La casa de las mimosas me ha parecido otro de los grandes relatos de este libro. Un cuento ambientado en California, y narrado por alguien nacido en 1918, el hijo de una noble rusa en el exilio de la revolución, y que se decida en el nuevo mundo a invertir en negocios, entre ellos la compra de salas de cine. Igual que me ocurrió con El príncipe Hamlet de Mtsensk me ha gustado la capacidad de Esquivias para situar su relato en otra época o en otra geografía diferentes a las que suelen ser habituales en él. Aunque esto no es nuevo, porque ya en Pampanitos verdes el relato El centurión tenía personajes italianos y estaba ambientado en Roma. Esta tendencia a la deslocalización del relato me parece que beneficia a la narrativa de Esquivias y hace sus libros más diversos y atractivos.

Mambo vuelve  a ser un cuento corto (unas 6 páginas), un buen cuento pero inferior a los mejores del conjunto.

El mejor de los mundos con personajes franceses en un país de África me ha parecido de calado inferior a los otros cuentos con personajes extranjeros y localización foránea.

En El misterio de la Encarnación volvemos a Gamonal (el pueblo convertido en barrio de Burgos, del que es originario Óscar) para acercarnos a un conmovedora historia sobre el despertar sexual y las ideas religiosas.

En El arca eólica viajamos al siglo XIX, y uno de sus personajes es nada menos que el músico Berlioz. Un cuento escabroso que podría estar en cualquier antología de cuentos de terror.

Todos los cuentos de Andarás perdido por el mundo estaban ya publicados en antologías o libros colectivos. Me llama la atención que el impulso inicial para crearlos provenga de una fuente externa. Así, por ejemplo, El príncipe Hamlet de Mtsensk se escribió para el libro Rusa imaginada de Nevsky Prospects, o La casa de las mimosas fue escrito para el libro Ellos y ellas. Relaciones de amor, lujuria y odio entre directores y estrellas para el Festival de Cine de Huesca. Espero que surjan muchos proyecto así, cada vez más originales, para que Óscar Esquivias tenga que escribir un cuento sobre los buscadores malayos de perlas, la cocina japonesa o los mineros de Chile, porque le salen cada vez mejor.


Considero que Andarás perdido por el mundo es el mejor libro de cuentos de Óscar Esquivias, siendo los otros dos que he leído muy buenos, y dentro de lo que yo conozco Óscar Esquivias me parece uno de los mejores escritores de cuentos que hay ahora mismo en España.

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