viernes, 26 de agosto de 2011

Severina, por Rodrigo Rey Rosa

Editorial Alfaguara. 104 páginas. 1ª edición de 2011.

En algún momento, para agilizar el trámite, tendremos que ponernos de acuerdo todas, o al menos algunas, de las partes implicadas en esta transacción: el equipo de promoción de Alfaguara, el crítico al que le mandan los libros y no se los lee, el librero de la cuesta de Moyano al que el crítico le vende esos libros -por dos o tres euros, supongo- y yo, que los acabo comprando a mitad de precio.
 De nuevo volví a hacerme la semana pasada en la cuesta de Moyano con una novedad, Severina, la última novela de Rodrigo Rey Rosa (Guatemala, 1958) por 8 euros en vez de por 16, que es su precio de librería. Y con Severina son ya 10 los libros de este autor guatemalteco que guardo en mi biblioteca, casi siempre comprados de saldo. Incomprensiblemente Rey Rosa ha publicado durante las dos últimas décadas en editoriales de gran prestigio –Alfaguara, Seix Barral, Anagrama-, y es uno de los escritores latinoamericanos más importante de los nacidos en los 50 ó 60, pero las ediciones de sus libros no se acaban de vender.
Ya he comentado tres libros de Rey Rosa en el blog, las novelas Que me maten si… y Piedras encantadas y el libro de relatos Ningún lugar sagrado (Ver AQUÍ), y sólo me queda por leer de su obra la novela El material humano y el libro de relatos Otro zoo.
Como se deduce del párrafo anterior, Rey Rosa es uno de los autores actuales por los que siento mayor interés.

Serevina es una novela breve, como todas las suyas, que llega apenas a las 100 páginas. La acción se sitúa en Ciudad de Guatemala, si el cuerpo de referencias presentado no me falla, porque el nombre de la ciudad no se da en ningún momento.

Un librero, que durante unos días a la semana intenta convertirse en escritor, recibe en su local, ubicado en el sótano de un centro comercial y al que atiendo durante los días que no escribe, la visita de una mujer (Severina), por la que desde la primera línea del libro se siente fascinado: “Me fijé en ella la primera vez que entró, y desde entonces sospeché que era una ladrona, aunque esta vez no se llevó nada”.

Las primera mitad, más o menos, de esta novela interna al lector en un mundo de referencias, o de obsesiones, que se repiten en el imaginario de Rey Rosa: la figura del hombre joven y solitario, que se desvincula emocionalmente de un entorno que siente como violento y primitivo, a través de la literatura y la posibilidad de vivir (o el recuerdo de haber vivido) durante un tiempo lejos de Centroamérica, el lugar al que pertenece pero que siente como amenazante.
El tono de amenaza o de extravío, o de denuncia de la violencia o de una sociedad enferma, lo encontramos en Severina como en otras de sus novelas: “oí que pasaron muchas cosas por aquellos días (proliferaron los linchamientos en los pueblos del interior, hubo un golpe de Estado en un país vecino, la coca ganó ventaja en la carrera global de las sustancias controladas” (pág. 19), o “Todavía era una niña, pero su cara tenía una dureza que me hizo recordar la fealdad adquirida de los adolescentes campesinos convertidos de un día para otro en soldados” (pág 30), o “Cerca de la estatua de Tecún Umán (que no existió y sin embargo es nuestro héroe histórico” (pág. 50).

Pero en Severina la acción narrada no nos lleva hasta el vórtice de la violencia centroamericana: al linchamiento público en Piedras encantadas, al rapto y la violación de niños en Que me maten sí…, al robo de reliquias con asesinatos de por medio en Lo que soñó Sebastián, al secuestro con mutilaciones en El cojo bueno, al secuestro de niños en Caballeriza

En Severina la violencia es una pincelada de fondo, y el talento de Rey Rosa sigue manteniendo la tensión narrativa que nos acerca a una sensación de amenaza en cada página, pero sin acercarnos a ninguna violencia real.
Sobre la mitad del libro –en la página 57, concretamente-, a través del extraño monólogo de uno de los protagonistas (hasta ahora un tanto lejano) se abre una falla narrativa, y la novela parece transitar desde el realismo hacia el relato fantástico, o quizás hacia la locura; en todo caso a un relato fantástico de baja intensidad o neofantásisco, cuando lo absurdo se asume en lo real sin ninguna extrañeza (lo que tampoco ha sido ajeno a la obra de Rey Rosa, ya lo practica en el libro editado en España por Seix Barral Cárcel de árboles / El salvador de buques).

Quizás a partir de este punto mi interés como lector ha decaído un poco. En otras obras de Rey Rosa también se hablaba de libros, se citaban obras y autores, pero el efecto conseguido en el texto era el de contrastar lo inoperante de la actividad del lector o el escritor dentro de un entorno ágrafo de violencia. En Severina el papel de los libros se torna primordial y la violencia del entorno se muestra más desdibujada que en otras de sus obras.
Severina, la misteriosa ladrona de libros, encarna a un ideal romántico puramente libresco, que encierra un misterio relacionado con el mundo del libro –como recipiente de historias y como objeto en sí- y cuyo final me ha hecho pensar incluso en la película de vampiros Déjame entrar (que por otro lado me gustó bastante, pero que aquí me ha dejado con una sensación de extrañeza).

He leído la primera mitad de Severina con agrado e interés y la segunda mitad algo decepcionado. Las dos novelas anteriores que había leído de Rey Rosa, Piedras encantadas y Que me maten sí… me parecen de las mejores de él, y Severina, teniendo un nivel más que aceptable, se une en mi recuerdo a Caballeriza, que me parece la obra menos lograda de este autor al que tanto admiro.

Tengo que buscar El material humano y Otro zoo, los dos libros de Rey Rosa que me faltan para completar la colección.


6 comentarios:

  1. Hola, David. Tus entradas sobre Rey Rosa siempre han despertado mi interés. Quizá el año que viene lea algo de él. Ahora estoy con el colombiano Vallejo, que me gusta mucho. ¿A que te suena EL DESBARRANCADERO?

    Por cierto, ¿en la novela que reseñas el librero que la protagoniza trata de convertirse en escritor?... dónde pararemos...

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  2. Hola Peri:
    A ver si te lanzas con Rey Rosa, un gran escritor, aunque Severina no sea su mejor libro. Aunque es posible que a ti te interese dadas las coincidencias.

    El desbarrancadero es el único libro que he leído de Vallejo y me pareció que tenía bastante fuerza.

    saludos

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  3. José Martínez Ros31 de agosto de 2011, 10:53

    Rey Rosa es muy grande, pero sus cuentos -los buenos- están a un nivel muy superior, creo, que sus novelas (que me parecen cuentos alargados). Saludos.

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  4. Hola José:

    Yo he leído cuentos muy buenos de Rey Rosa, pero también novelas muy buenas, como Piedras encantadas, Lo que soñó Sebastián, La orilla africana, El cojo bueno... que realmente no me parecen cuentos alargadas, sino que daba la presencia de personajes secundarios y subtramas me parecen novelas adelgazadas.

    saludos

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  5. Gracias por la reseña. En efecto, parece un libro menor y, hasta cierto, punto convencional de Rey Rosa. No obstante, el gran oficio del autor hace que esta noveleta se disfrute bastante.

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    1. Estaba bien, pero no al nivel de otras del autor. Tengo en casa, pendiente de leer, Los sordos, a ver si en los próximos meses.
      Saludos

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