Me he encontrado durante el último año con comentarios de críticos y escritores en los que se afirmaba que Alice Munro es la mejor escritora de relatos viva, y sentí curiosidad. Saqué de la biblioteca de Móstoles este volumen de 1998 y que contiene ocho cuentos.
En realidad el primer cuento, que da nombre al conjunto, tiene unas setenta páginas, en un libro editado por RBA con una letra no demasiado grande, y es más bien una novela corta. Me impresionó mucho leerlo. Enseguida conecté con el mundo de la escritora, una mujer nacida en 1932, en Canadá; más concretamente en la región de Ontario. Todos sus relatos están situados en esa zona, en pueblos en torno al lago Hurón o en la isla de Vancouver.
Esta primera novela corta, El amor de una mujer generosa, contiene al menos en su estructura dos relatos: uno en el que unos chicos descubren el cadáver del médico del pueblo dentro de un coche en un lago, y otro en el que una mujer cuida a una moribunda relacionada, como iremos viendo, con el médico. Munro tiene una gran sensibilidad para describirnos las capas de sensaciones y percepciones de sus protagonistas (siempre personajes femeninos, con hombres perfilados tenuemente) ante la realidad.
El resto de relatos tienen en torno a unas treinta o cuarenta páginas, y también podrían considerarse casi novelas cortas. En cierto modo, Munro podría ser la mejor escritora de relatos viva practicando un género que estaría a medio camino entre el relato corto y la novela corta.
Es original porque consigue trascender la teoría básica del género: el relato que debe contar aparentemente una historia para dejar entrever otra, que ocurre en un espacio de tiempo generalmente breve y en el que se produce una epifanía del protagonista sobre algún suceso fundamental en su vida. Munro sobrepada este esquema mostrándonos unos personajes ricos en matices, y a veces en diferentes momentos de su experiencia vital, que están interactuando entre sí, más en sentido en que los personajes suelen hacerlo en una novela. Así ocurre en el segundo relato, Yakarta, donde una pareja de ancianos hablan de unos días que compartieron unas cuantas décadas atrás.
A veces, la información que se nos suministra al pasar de un párrafo a otro tiene unas elipsis tan tajantes que el lector piensa que debe empezar de nuevo el párrafo temiendo que ha perdido información en algún punto debido a una lectura desatenta, pero en realidad lo que se requiere es paciencia y seguir leyendo hasta poder reconstruir el puzzle que nos propone Munro. El efecto final en la mente del lector es evocador y de una gran hondura por su calado de la psiqué de los personajes.
El tercer relato, La isla de Cortés, en el que una mujer muy joven nos habla de la primera casa que compartió con su marido, y de la relación que tuvieron con sus caseros, quizás sea el que más me ha gustado del conjunto.
Aunque en realidad los ocho me han gustado mucho, el oficio y la sabiduría narrativa de Munro son contundentes.
Insólito me ha resultado el enfoque del último relato, El sueño de mi madre, donde una mujer madura, nos habla en primera persona de la historia de su madre, en los momentos en los que estaba embarazada de ella y sus primeros meses de vida, como si se tratase de un narrador omnisciente, que o bien ha conseguido indagar en su pasado remoto entrevistando a toda su familia o que simplemente se dedica a especular.
Es posible que los comentarios que había leído afirmado que Alice Munro es la mejor escritora de cuentos viva sean cierto (con el permiso, si acaso, de Tobias Wolff).
En realidad el primer cuento, que da nombre al conjunto, tiene unas setenta páginas, en un libro editado por RBA con una letra no demasiado grande, y es más bien una novela corta. Me impresionó mucho leerlo. Enseguida conecté con el mundo de la escritora, una mujer nacida en 1932, en Canadá; más concretamente en la región de Ontario. Todos sus relatos están situados en esa zona, en pueblos en torno al lago Hurón o en la isla de Vancouver.
Esta primera novela corta, El amor de una mujer generosa, contiene al menos en su estructura dos relatos: uno en el que unos chicos descubren el cadáver del médico del pueblo dentro de un coche en un lago, y otro en el que una mujer cuida a una moribunda relacionada, como iremos viendo, con el médico. Munro tiene una gran sensibilidad para describirnos las capas de sensaciones y percepciones de sus protagonistas (siempre personajes femeninos, con hombres perfilados tenuemente) ante la realidad.
El resto de relatos tienen en torno a unas treinta o cuarenta páginas, y también podrían considerarse casi novelas cortas. En cierto modo, Munro podría ser la mejor escritora de relatos viva practicando un género que estaría a medio camino entre el relato corto y la novela corta.
Es original porque consigue trascender la teoría básica del género: el relato que debe contar aparentemente una historia para dejar entrever otra, que ocurre en un espacio de tiempo generalmente breve y en el que se produce una epifanía del protagonista sobre algún suceso fundamental en su vida. Munro sobrepada este esquema mostrándonos unos personajes ricos en matices, y a veces en diferentes momentos de su experiencia vital, que están interactuando entre sí, más en sentido en que los personajes suelen hacerlo en una novela. Así ocurre en el segundo relato, Yakarta, donde una pareja de ancianos hablan de unos días que compartieron unas cuantas décadas atrás.
A veces, la información que se nos suministra al pasar de un párrafo a otro tiene unas elipsis tan tajantes que el lector piensa que debe empezar de nuevo el párrafo temiendo que ha perdido información en algún punto debido a una lectura desatenta, pero en realidad lo que se requiere es paciencia y seguir leyendo hasta poder reconstruir el puzzle que nos propone Munro. El efecto final en la mente del lector es evocador y de una gran hondura por su calado de la psiqué de los personajes.
El tercer relato, La isla de Cortés, en el que una mujer muy joven nos habla de la primera casa que compartió con su marido, y de la relación que tuvieron con sus caseros, quizás sea el que más me ha gustado del conjunto.
Aunque en realidad los ocho me han gustado mucho, el oficio y la sabiduría narrativa de Munro son contundentes.
Insólito me ha resultado el enfoque del último relato, El sueño de mi madre, donde una mujer madura, nos habla en primera persona de la historia de su madre, en los momentos en los que estaba embarazada de ella y sus primeros meses de vida, como si se tratase de un narrador omnisciente, que o bien ha conseguido indagar en su pasado remoto entrevistando a toda su familia o que simplemente se dedica a especular.
Es posible que los comentarios que había leído afirmado que Alice Munro es la mejor escritora de cuentos viva sean cierto (con el permiso, si acaso, de Tobias Wolff).
Muy bueno el comentario. Este es un libro que me encantaría conseguir, pero es realmente difícil. Una vez escuché Yakarta, y me encantó, fue sumirme en el mundo de Alice Munro, una genia. Ahora que ganó el Nobel, retomé un poco su lectura y leí Radicales Libres, un cuento hermoso, no tan largo como Yakarta, pero casi, jaja. Me remite a un mundo que sin dudas es real, pero de otra epoca, casi fantastico. Una gran autora...
ResponderEliminarHola Ignacio:
EliminarA mí este libro me gustó mucho. Ahora que Munro ganó el Nobel me ha apetecido leer algo más. En casa tengo su única novela, que compré de segunda mano, por muy poco dinero, convencido que era un libro de cuentos. ya lo leeré y lo comentaré por aquí. Y a ver si leo alguno más de relatos.
saludos
Yo me leí Las Lunas de Júpiter y terminé decepcionada; precisamente porque había leído que era la mejor escritora de cuentos y a mí no me lo pareció. Pero eso puede ser porque tengo un esquema muy estricto de lo que me gusta en un cuento y ella, como bien apuntas en tu reseña, excede esos límites acercándose al estilo narrativo de la novela. Ahora, si, gracias a tu comentario, me imagino leyéndome esos cuentos como novelas cortas, igual tengan razón y sea una de las mejores escritoras de novelas cortas. ¡Hay que ver lo que nos hacen las etiquetas! ;)
ResponderEliminarHola Natalia:
Eliminartengo en casa otro libro de Munro, que compré en un rastrillo (por un precio irrisorio, la verdad) pensando que era una colección de relatos y resulta que era la única novela de esta autora. A ver si lo leo, aunque le verdad es que me apetecían más nuevos relatos.
saludos
En mi país hay una escritora llamada Ángeles Mastretta que a mi parecer, es la mejor escritora de cuentos sobre mujeres. Bien dice alguien más arriba, hay que ver lo que hacen las etiquetas. Compré este libro de Munro por el título, se me antojó irresistible pero me dejó insatisfecha, con un sabor de decepción en los dedos; cuando esto me pasa releeo. Ya veremos.
ResponderEliminarHola:
EliminarDe Ángeles Mastretta no he leído nada, pero este libro de Munro me dejó con ganas de volver a leerlas. A ver si me acerco a algún otro de sus libros.
Saludos