Editorial Pez de Plata. 102 páginas. 1ª edición de 2017.
Ya he comentado –cuando hablé de Silencio
tras el telón del sueño de Mariano
Antolín Rato– que intercambié unos mensajes, a través del chat de Facebook,
con Jorge Salvador Galindo, el
editor de Pez de Plata, y quedé en
que me enviara dos libros de su editorial para reseñarlos. Además del de
Antolín Rato me llegó a casa 2222 de P.L. Salvador (Valencia, 1959). De
Salvador ya había leído, a finales de 2016, su anterior novela publicada en Pez
de Plata, Nueve semanas (justas-justitas).
La anterior novela de Salvador
trataba sobre el hecho mismo de escribir. En sus páginas se cruzaban una joven aprendiz
de escritora con un caradura, que también escribía, y diversos personajes
vinculados al mundo del libro. Esta nueva novela guarda (como trataré de
explicar) relación con la anterior, pero lo más llamativo es que se trata ahora
de una novela corta de ciencia-ficción, ya que Salvador ha trasladado el
presente de su historia al año 2222, y la ubicación será en una región llamada
Iberia, en el Levante peninsular.
2222 se divide
en cinco partes, escritas por los protagonistas de la novela en forma de
diario. Empezamos con el Diario de Zalt. La novela empieza el
mismo día en el que Zalt está enterrando a su hija y recibe la visita de
diversas personas. Zalt es un privilegiado económico en un mundo abarrotado por
20.000 millones de habitantes. En su finca de Levante pasarán a vivir otros
personajes, gracias a la intervención del Coronel Nat, hasta un total de doce
personas, que habrán de formar con el tiempo seis parejas. Zalt parece
destinado a emparejarse con la doctora Rut, pero la presencia perturbadora de
la ginoide Kest (nota: ginoide es el
femenino de androide), que viene
acompañada del biólogo Yurt, podrá hacer que el destino de la relación
programada cambie.
Al comienzo del libro se encuentra
una lista de los personajes que aparecen en la novela en orden alfabético. Esta
lista me ha resultado útil porque la prosa de Salvador está trufada de
acontecimientos narrativos, y entradas y salidas de personajes a un ritmo
bastante rápido y, por tanto, será conveniente consultar la lista para no
perderse.
Los grandes avances tecnológicos que
propone Salvador en su novela tienen que ver con el desarrollo de la
inteligencia artificial. Kest es una ginoide de última generación, con una
apariencia casi por completo humana. Además está diseñada para evolucionar
mentalmente por su cuenta según los estímulos que reciba del exterior, imitando
el comportamiento de los humanos. El resto de robots del libro serán simples
máquinas al servicio del hombre. Aparte de este tema, no se juega aquí con la
evolución de las comunicaciones, por ejemplo; no recuerdo la presencia de
móviles u ordenadores. La primera mitad de la novela transcurre en la finca de
Zalt, en un ambiente en realidad campestre, alterado por la presencia de los
robots, el hecho de saber que la acción transcurre en el año 2222 y que en este
mundo habitan 20.000 millones de personas.
El tema de fondo de la novela será
ecológico, o incluso, podríamos decir que malthusiano, puesto que el Coronel
acabará desvelando al resto de los protagonistas los verdaderos fines por los
que está creando una comunidad de parejas en la finca de Zalt y que tienen que
ver con el agotamiento de recursos en el planeta y las premisas del llamado
«programa Zeta», que pretende dejar la población mundial en una disminuida cifra
de cuatro millones de personas. El dilema ético está servido.
Cuando comenté Nueve semanas (justas-justitas), un libro construido con voluntad
de juego literario, donde me parecía que los personajes actuaban de forma
estrambótica a favor del esperpento narrativo, me planteé si este tipo de
propuestas acaban por perder fuerza, al basarse más en la forma de contar las
cosas que en la historia contada en sí misma. Y, por esto, y en consecuencia,
los personajes acaban teniendo menos entidad que si están al servicio de una
trama más sólida. En 2222 considero
que el planteamiento de la historia es más potente e interesante que el de la
anterior novela de Salvador. Como en la buena ciencia-ficción clásica, 2222 asienta las raíces de sus
conflictos en los del mundo actual, un mundo sobreexplotado por un consumo
excesivo de recursos.
Igual que en Nueve semanas (justas-justitas), aquí Salvador usa algunas
características ortotipográficas singulares: sobre todo cuando emplea corchetes
dentro de paréntesis, lo que ya empiezo a reconocer como un rasgo
característico de su estilo.
A nivel constructivo, podemos
encontrar otra peculiaridad que une a ambas obras: al igual que en Nueve semanas (justas-justitas) en 2222 los personajes escriben diarios, pero
de tal modo que cuando cada uno de ellos empieza su parte ha tenido acceso a lo
escrito por los narradores precedentes.
La segunda parte se titula Diario
de Kest, y en ella nuestra ginoide toma la palabras. Si bien, Nueve semanas (justas-justitas) apostaba
por el humor absurdo, y el tono de 2222
es ahora más serio, aquí, en esta segunda parte, Salvador usa como recurso
expresivo un curioso juego metaliterario que conduce al chiste privado entre
los lectores de sus dos novelas: el artista favorito de Kest es un tal P. L.
Salvador, escritor y guitarrista del grupo Prolýmbux, y que no es otro que el
tatarabuelo de Zalt. De este modo, el estilo literario de P. L. Salvador es
imitado por la ginoide Kest y el lector de las dos novelas sonreirá al
reconocer aquellas series de palabras de la novela anterior, formadas por
diminutivos y aumentativos de la misma palabra. «Almita, almota, ¿almeja?»,
leemos en la página 56.
La tercera parte se corresponderá
con el Diario de Rut (que, recordemos, iba a ser la pareja de Zalt),
en la cuarta será el propio Zalt quien retome la palabra, y la novela
finalizará con el Diario de Fánot, el científico que creó a Kest.
No quiero revelar más puntos de la
trama que los que ya he tocado, porque una novela de menos de cien páginas,
como es ésta, requiere que el lector tenga alguna sensación de sorpresa sobre
el universo en el que se va a adentrar.
Como ya he apuntando antes, 2222 me ha parecido una novela más
sólida que Nueve semanas
(justas-justitas). En esta nueva obra, P. L. Salvador hace uso de los
mismos recursos estilísticos que ya empleó en su anterior libro, pero ahora
estos recursos cobran menos protagonismo a favor de una trama más sólida, lo
que conduce a que la propuesta narrativa gane enteros. La apuesta por la
ciencia-ficción me ha parecido atrevida y bien aprovechada. La verdad es que me
he quedado con ganas de que de P. L. Salvador hubiera decidido desarrollar más
los temas y dar más espacio a sus personajes (como ya he apuntado, éstos salen
y entran de escena a gran velocidad) y que la novela hubiera sido más larga.
Cuando leo novelas cortas y la sensación es esta última que he descrito, la de
desear que el libro fuese más largo, suelo concluir que la novela corta ha
cumplido de forma eficaz con la función para la que fue concebida.
Como de costumbre, la edición de Pez
de Plata está muy cuidada. Un libro-objeto muy bello.
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