Editorial Alfaguara. 209 páginas. 1ª edición de 2017.
Prólogo de Juan Antonio Masoliver Ródenas.
Estaba yo, este último verano, paseando por el barrio de San Andrés en
Ciudad de México, cuando mi amigo Federico
Guzmán nos preguntó a mi novia y a mí: «¿Qué os parece este título para un
libro: Sepulcros de vaqueros?» A los
dos nos gustaba, sin saber aún si Federico estaba hablando de algún libro
escrito por él o por otro. Entonces nos contó que iba a ser el título del nuevo
inédito de Roberto Bolaño (Santiago
de Chile, 1953-Barcelona, 2003), que aparecería en Alfaguara en septiembre. Me
alegré de forma inmediata. Yo he leído todo lo que ha aparecido de Bolaño en el
mercado y siempre me alegra tener más material suyo a disposición. Ya sé que
estos libros no van a estar a la misma altura que sus obras maestras, como Los
detectives salvajes, 2666, Llamadas telefónicas o Estrella
distante, pero los que he leído hasta ahora me siguen haciendo
disfrutar.
Así que, cuando llegó septiembre, escribí a la editorial Alfaguara
para que me enviara Sepulcros de vaqueros
y me acerqué a él a principios de noviembre.
Según lo que había leído en internet, el libro contenía tres novelas
cortas. La primera sería la titulada Patria. Según se comienza a leer, el
lector habitual de Bolaño reconocerá algunas de sus referencias vitales. Ésta
es la primera frase: «Mi padre fue campeón de boxeo, el más valiente, el más
salvaje, el más astuto, el mejor…». En el cuento Últimos atardeceres en la tierra
del libro Putas asesinas, Bolaño también habla de este padre que fue
boxeador, y que se corresponde con su biografía real. Aquí nos encontramos
también con un personaje poeta que es un trasunto del autor, pero que aún no se
llama Arturo Belano, sino Rigoberto Belano (me alegro del cambio final).
El 11 de septiembre de 1973, un poeta de veinte años recita uno de sus
poemas en una fiesta burguesa. Poco después, todos reciben la noticia de que se
ha producido un golpe de Estado. El poeta se monta en un coche con la joven
Patricia Arancibía, de la que se acabará enamorando. El poeta acabará detenido
en un campo de fútbol, mientras un avión que escribe en el aire recorre los
cielos. Como el lector avezado de Bolaño sabrá, esta última imagen es una de
las centrales de su novela corta Estrella
distante.
Me doy cuenta de que cuando Bolaño no quiso publicar en vida parte de
su obra fue porque algunas escenas las reciclaba de un libro a otro, y por
tanto, aunque Patria tiene páginas
originales, acaba siendo una prueba (o un borrador) de lo que sería Estrella distante. Hasta aparece aquí, en Patria, un personaje llamado Bibiano, como
en Estrella distante, y unas hermanas
(en este caso las Pons) de destino trágico, que además acudían al taller
literario del oscuro Cherniakovski. Las páginas en las que se habla de los
viajes a la India de Cherniakovski son las más sugerentes. Cherniakovski sería
un trasunto del personaje que se acabaría llamado Ruiz-Tagle en Estrella distante. Al final, parece que
la narración de Patria está
incompleta porque da un salto y se sitúa en Francia. Las páginas son
misteriosas, pero no queda muy clara la relación con las anteriores.
Como digo, Patria es, en
gran media (pero no solo eso), una versión previa de Estrella distante, y para mí, como admirador de Bolaño, tiene un
interés más arqueológico que literario. Sin embargo, no dejo de disfrutar de la
sugerente prosa del autor, en la que siempre encuentro más de una metáfora
sorprendente. «La voz era tan letal como un bumerán afilado», leemos en la
página 68.
Las sorpresas de verdad empezaron para mí con la segunda narración, la
titulada Sepulcros de vaqueros, que a
su vez está subdividida en cuatro relatos: El aeropuerto, El Gusano, El
viaje y El golpe.
El Gusano es un cuento que
aparece en el volumen Llamadas telefónicas. He comparado
los dos textos y existen pequeñas variaciones, pero es en esencia el mismo
cuento. Es en este momento cuando la lectura de este nuevo inédito cobra
especial relevancia para mí, cuando descubro que el cuento El Gusano en realidad formaba parte de una novela corta. La navaja
llamada Caborna, que el Gusano le regala a Belano al final de este cuento,
aparecerá de nuevo en El golpe.
El aeropuerto habla de la
partida de la familia Belano (o Bolaño) de Chile a México. Es un cuento con
algunas páginas bellísimas, como las que hablan del padre montado a caballo o
el intento que hace el joven Belano de visitar a Nicanor Parra antes de su
partida. El Gusano habla de la estancia de Belano en el DF, cuando se iba a la
Alameda y no a clase. El viaje narra
la vuelta de Belano de México a Chile, cuando ha llegado al poder Allende, y
sobre todo se centra en un viaje en barco. Belano lee a otro pasajero un cuento
de ciencia-ficción que está escribiendo y estas páginas me han fascinado. El golpe habla de la estancia de Belano,
de nuevo, en Chile y de las primeras horas del golpe de Estado.
Si Bolaño decidió publicar en uno de sus libros El Gusano, no entiendo por qué no quiso publicar el resto de
relatos. El aeropuerto y El viaje me han parecido buenos cuentos,
mejores que algunos de los incluidos en Putas asesinas, por ejemplo.
La última novela corta (o relato) se titula Comedia del horror en Francia.
Estamos, como casi siempre, en un contexto de poetas, situado esta vez en la
Guayana francesa, que no sé si es un escenario que había usado antes Bolaño
(diría que no). El narrador atraviesa una ciudad tropical y termina levantando
un teléfono público. Acaban de contactar con él un grupo de poetas parisinos,
que se autodenominan Grupo Surrealista en la Clandestinidad. La historia que le
cuentan es tan surrealista como divertida. De nuevo me pregunto por qué este
texto no estaba entre los «relatos oficiales» de Bolaño, porque está muy bien.
En resumen, Patria es una
novela corta que sí que era lo que me esperaba: es decir, un texto curioso y
embrionario, con escenas que Bolaño reciclará luego para otros libros (en este
caso Estrella distante), igual que
ocurría con El espíritu de la ciencia-ficción respecto a Los
detectives salvajes. Pero la verdadera sorpresa me la he llevado al
leer Sepulcros de vaqueros y Comedia del horror en Francia, que me
han gustado sin más, sin pensar que son borradores ni textos inferiores a los
publicados en vida de Bolaño. De hecho, en El secreto del mal, que fue el
primer libro de relatos verdaderamente póstumo de Bolaño, no hay cuentos tan
buenos como estos que señalo aquí.
Cada vez que aparece en el mercado un nuevo inédito de Bolaño, leo en
las redes sociales comentarios irónicos sobre estos libros, sobre su
pertinencia o su absurdez. Para mí no hay polémica: a los seguidores de Bolaño,
que somos muchos a estas alturas, nos gusta reencontramos con sus páginas,
aunque sólo sea para ver la evolución de su escritura y, de forma casi
inesperada, nos encontramos con textos acabados, literarios y plenamente
disfrutables. Lo voy a decir sin pudor: qué más quisieran muchos de los
detractores de Bolaño no ya escribir como él, sino escribir al nivel de las
páginas que él dejó inéditas y dio por apartadas. Sepulcros de vaqueros le puede gustar mucho a cualquier seguidor verdadero
de Bolaño.
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