Editorial Cátedra. 215 páginas.
1ª edición de 1966, ésta de 1999.
Edición de Selena Millares.
De José Donoso (Santiago de Chile, 1924-1996) sólo había leído una
novela hasta ahora: La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria (1981).
Fue hace bastante tiempo: después de un intenso febrero de estudio
universitario de los años 90, en la biblioteca de Móstoles elegía libros para
disfrutar del recobrado tiempo libre. Tenía anotado el nombre de José Donoso
desde hacía meses, por entonces se hablaba bastante de él en los suplementos
literarios (quizás el 1996 de su muerte se encontrase cercano). Barajé la idea
de leer El obsceno pájaro de la noche, pero su número de página, su
complejidad formal y tu temática un tanto deprimente me llevaron a no querer
empezar a leer a Donoso por ahí. La
misteriosa desaparición de la marquesita de Loria, de la que no recuerdo
casi nada, me pareció entonces una novelita erótica sin mucha trascendencia, y
no volví con este autor. Posiblemente elegí mal el libro con el que abordar su
obra.
Creo que me volvió la curiosidad
por la obra de Donoso, y más concretamente por El lugar sin límites,
tras leer en la página 99 de Entre paréntesis de Roberto Bolaño: “Donoso escribió tres
libros buenos. Uno de ellos muy bueno y los otros dos con la fuerza suficiente
como para perdurar en la memoria de sus lectores. El primero es El lugar sin límites, un libro sobre la
desesperación y sobre la precisión. Los otros: El obsceno pájaro de la noche, una obra ambiciosa e irregular, y El jardín de al lado, que se ofrece como
juego y testamento.”
Me llamó la atención que Bolaño
opinara que El lugar sin límites era
el mejor libro de Donoso, cuando yo creía que era unánime la idea de considerar
que el mejor era El obsceno pájaro de la
noche.
En la página 295 de Entre paréntesis Bolaño también habla de
cuatro novelas cortas perfectas de la literatura hispanoamericana del siglo XX,
que, según él, son El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, El perseguidor, de Julio Cortázar, El lugar sin límites, de José Donoso, y Los cachorros, de Vargas Llosa.
De las cuatro sólo me faltaba por
leer El lugar sin límites y las otras
tres –coincidiendo con Bolaño- me parecen magníficas.
El lugar sin límites lo he comprado dos veces. La primera en una de
las librerías de segunda mano Ábaco
por dos euros, en una barata edición de Bruguera
de los años 80. Y después, al ver que la tenía la editorial Cátedra, me dieron más ganas de leerla en esta edición
con su extenso cuerpo de notas e introducciones; así que junto con un lote de
libros que no quería acabé llevando mi primer ejemplar de El lugar sin límites a otra librería de segunda mano, llamada La tarde libros. La edición de Cátedra
que he leído la compré en la feria del libro de Madrid de 2012.
Como casi siempre hago con los
libros de Cátedra he leído la introducción (casi de la misma extensión que la
propia novela) sólo después de leer la obra, de poco más de 100 páginas de
letra apretada y con abundantes notas.
La acción de la novela se sitúa
en un pequeño pueblo del campo chileno: Estación El Olivo, un pueblo por el que
pasaba el tren pero que ahora se encuentra en decadencia debido a que la
carretera, para los más prácticos camiones, la construyeron dejando de lado al
pueblo. Un lugar donde la idea de que llegue la luz eléctrica empieza a parecer
remota, y donde el cacique local, Alejandro Cruz, parece desear comprar todas
las casas para derruirlas y extender en ese terreno sus viñedos.
La acción se sitúa principalmente
en el prostíbulo del pueblo, regentado por la Manuela, una loca travesti de 60
años, y su hija –la Japonesita- de 18. Un drama de proporciones bíblicas (la
novela tiene fuertes connotaciones religiosas, empezando por los nombres:
Estación El Olivo, Alejandro Cruz…) puede acabar desencadenándole la noche del mismo
día que comienza la narración, pues la Manuela y la Japonesita saben que Pancho
Vega, un bruto local que conduce un camión (del que aún le debe parte de la
deuda que supuso su compra a Alejandro Cruz, en cuya hacienda Vega se crió),
está en el pueblo y posiblemente se acerque hasta el prostíbulo, donde ya el
año anterior quiso hacer daño a la Manuela y a la Japonesita, y solo la
intervención del cacique Cruz pudo impedirlo.
El personaje de la Manuela es la
creación más potente del libro, un personaje trágico, endeble, que se siente
doblegado por la enfermedad y que quizás se encuentre cercano a la muerte y que
sin embargo está dotado de una gran fuerza interior, “Entonces, claro, la vida
no era tan mala, y había esperanza hasta para una loca fea como yo” (pág. 174);
pero los otros personajes, Alejandro Cruz, la Japonesita, la Japonesa, Pancho
Vega, el viejo Céspedes, están también sabiamente perfilados.
Aunque he comentado que la acción
transcurre en un día, hacia la mitad de la novela hay un salto en el tiempo y
nos acercamos al primer día que la Manuela llegó al pueblo sin saber que era
para quedarse, y del modo extraño en que acabó acostándose con la Japonesa (ya
muerta en el tiempo de la novela) para acabar engendrando a la Japonesita, bajo
la mirada omnipotente de Alejandro Cruz, el cacique que todo lo puede, y que es
probable además que sea el padre de muchos de los habitantes más jóvenes del
pueblo (incluida la Japonesita, y Pancho Vega, que le odia con rencor de clase
y de posible hijo bastardo).
El estilo es muy poético, de una
precisión y una carga metáforica muy bellas. La novela está escrita en tercera
persona, pero es normal que en un párrafo descriptivo en tercera persona el
narrador ceda la voz narrativa a la primera persona al personaje del que está
hablando. Este ha sido un juego estilístico que me ha recordado a los usados, en
la misma época, por escritores de la generación de Donoso, como Mario Vargas Llosa, que luchaban contra
las limitaciones de la tradición de sus países y miraban más hacia la tradición
europea o norteamericana. El juego de pasar en un párrafo de la tercera a la
primera persona me ha parecido de clara influencia faulkneriana, así como el
sustrato bíblico del drama.
Lo narrado en El lugar sin límites, pese a la brevedad
de sus páginas, es una historia tensa, sutil y repleta de matices. En realidad,
dada la densidad de los detalles, uno tiene la impresión de estar leyendo una
obra mucho más larga.
Desde luego, El lugar sin límites, por derecho propio puede unirse a la lista de
las otras tres novelas breves perfectas de la literatura hispanoamericana del
siglo XX que citaba de Bolaño al comienzo de esta entrada.
Donoso, como he leído en el
prólogo de Selena Millares, escribió esta novela en dos meses en la casa del
jardín de su amigo Carlos Fuentes en
México DF, como descanso del trabajo que le estaba llevando enfrentarse a El obsceno pájaro de la noche. En algún
momento tendré que acercarme a esta última obra, por ahora estoy leyendo El jardín de al lado, la tercera de las
obras que Bolaño señala como memorables de Donoso. La semana que viene hablaré
de ella.
Gran libro, David, y más grande todavía su autor. La verdad, no consigo explicarme el silencio en el que anda sumida su obra desde su muerte.
ResponderEliminarAl igual que tú, tengo pendiente desde hace décadas "El obsceno pájaro de la noche", pero permíteme que te recomiende "Coronación". Creo que cualquier escritor mataría por firmar una primera novela así. Para mí es sin duda uno de los mejores libros que he leído en mi vida.
Un saludo.
Hola Juan:
EliminarLos dos próximos domingos habrá más entradas de Donoso: El jardín de al lado y Casa de campo. En ellas reivindico a este escritor, y como tú dices me parece sorprendente que sus libros casi no se puedan encontrar en librerías de primera mano.
He visto en internet que en Chile Alfaguara ha sacado una biblioteca Donoso como la de Vargas Llosa de aquí. Esperemos que lo comercialicen en España.
He comprobado que en la biblioteca que frecuento tienen todos los libros de Donoso. Gracias por la recomendación de Coronación, lo leeré en los próximos meses.
saludos
Hace mucho tiempo que tengo pendiente descubrir a este autor, siempre he tenido en mente leer 'El obsceno pájaro de la noche' pero tras leer tu reseña, refrendada por la opinión personal de Bolaño, al respecto de 'El lugar sin límites' (no me sonaba de nada, así que se agradece la recomendación) es posible que cambie de tercio en esa primera aproximación. Bueno, todo dependerá de la disponibilidad que encuentre en mi biblioteca pública habitual, en todo caso tomo nota para septiembre...
ResponderEliminarSaludos.-
Hola Krust:
EliminarDesde luego debes apuntar El lugar sin límites, una novela que sin duda te sorprenderá. En los próximos meses tengo en mente leer El obsceno pájaro de la noche y más libro de Donoso.
Si lees alguno ya comentaremos.
saludos
Me han dado muchas ganas de leerla.
ResponderEliminarTe recomiendo encarecidamente la película que sobre la novela hizo en los 70 Arturo Ripstein, si no la has visto. No te va a defraudar, los actores están magníficos... sobre todo Manuela y la Japonesa.
Un saludo cordial, es la primera vez que entro en tu blog
Hola Justo:
EliminarEsta es una pequeña gran novela. Seguro que no te arrepientes de leerla.
El caso es que me puse a ver la película poco después de acabar el libro. Pero tras 5 minutos la dejé de ver. Era tan honda la impresión que me había causado el libro que sabía que si veía la película las imágenes que yo había dibujado en mi mente se iban a diluir en las propuestas por la película y me dio pena que pasara.
Veré la película, pero dentro de unos meses.
Espero que te animas a participar más en el blog. Siempre es un placer recibir a nuevos comentaristas.
saludos
Hola David! Una consulta, ¿Es posible que la novela en sí, sea de unas 70 y algo de páginas? porque la he encontrado digital y con menos de 100 páginas y la mayoría de las ediciones no bajan de 150. Muchas gracias.
ResponderEliminarHola: En esta edición de Cátedra si se quita el estudio previo la novela tiene 108 páginas. Imagino que si se quita el espacio entre capítulos y las notas podría entrar en menos de 100 páginas. Es una novela corta.
EliminarSaludos
Una pequeña obra maestra El lugar sin limites de Donoso.
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