jueves, 14 de febrero de 2013

Passau, de Siempre nos quedará Casablanca



Envié mi poemario Siempre nos quedará Casablanca a mi amigo el poeta y narrador mallorquín Javier Cánaves (a quien conocí tras la lectura de sus poemarios Por fin has conseguido que odie el blues y El peso de los puentes; y gracias a las posibilidades de internet). Javier, tras leer el poemario, eligió como el que más le gustaba del conjunto uno titulado Passau (Ver AQUÍ).

También es uno de mis favoritos de ese libro.
Me apetece hoy reproducir aquí este poema:



PASSAU
Los vigilantes del museo de El Prado
la saludaban. Le gustaba el arte,
estudiaba una carrera que lo mezclaba
con la economía y los idiomas; hacía prácticas
en galerías, museos, tasaba obras.
Esas carreras existen en Alemania,
esa vida existe en Alemania. «¡Oh, El Prado!»,
decía. Con el pelo negro era la más guapa
de todas las alemanas que conocí en Madrid,
sus ojos tan azules. Me llevó a exposiciones
de vanguardia en mi propia ciudad,
donde había gente que conseguía exponer
cosas espantosas a precios desorbitados (al menos
invitaban a copas). ¿Cómo podían conseguir
esos chollos? ¿Dónde se estudiaba para pintar
o fotografiar esos engendros y vivir del arte,
ser prestigioso o publicar en revistas? Me llevó
a fiestas de elegantes galeristas, de cuidadísimas
barbas descuidadas y coletas canosas,
gente como muy de Nueva York, como muy guay
(esta palabra la ha admitido la Real Academia
y siento que el niño que fui y la usaba
se ha hecho viejo), gente que desdeñaría
trabajos como el mío, que diría: «Oh, qué horrible,
yo no podría trabajar en algo así, me moriría!»,
con mucha afectación, con mucha sensibilidad,
como si yo no prefiriese admirar cuadros,
esculpir o vender monigotes, a revisar cuentas,
a oír: «No llegamos, habrá que trabajar el fin
de semana… no, horas extras, no las puede soportar el job».

Con sus ojos tan azules me contaba cómo era Passau,
la pequeña ciudad universitaria al sur de Alemania
(cerca de República Checa y Austria) donde estudiaba;
los árboles, la casa compartida con amigas, los paseos
en bicicleta… Me gustaba oírlo, me gustaba
mucho oírlo, imaginarme allí en Centroeuropa
con unos cuantos años menos, paseando en bicicleta
con despreocupadas muchachas rubias o morenas
de ojos azules, estudiando idiomas, arte, historia,
literatura… Sí, esas cosas o algo así.

6 comentarios:

  1. José Martínez Ros14 de febrero de 2013, 14:44

    Es un poema, pero creo que podría dar para un buen relato. ¡Saludos!

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  2. Hola José:

    El caso no es que tenga un relato sino toda una novela sobre aquella época en la que fui auditor de cuentas. Y ahí sigo enviándola a las editoriales (y esta es ya la tercera versión de la novela, la primera tenía 175.000 palabras, toda una locura).

    Por cierto, he leído algunos de tus poemas, y ya sé que lo tuyo es una poesía mucho más poética que la mía.

    saludos

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  3. Desde que leí tu novela, esos viajes a Segovia, jeje, me producía curiosidad tu poesía, me gusta mucho el poema elegido por Canavés y estoy de acuerdo con el comentario anterior, es todo un relato en poesía :) Un abrazo David

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    1. Hola Yossi:

      La escena del premio de poesía, que en la novela ocurre en Segovia, está basada en una escena real que para mí ocurrió en Móstoles, donde, como le pasa a Ricardo, quedé segundo en un premio de poesía, en el que sólo se premiaba al ganador.
      Este libro me lo va a publicar Baile del Sol para la feria del libro de este año, junto con otro libro de 2008. Un poemario doble, ahora estoy corrigiendo las galeradas.

      Yo soy más narrador que poeta, y cuando escribo poesía está siempre ligada a una experiencia personal, a una experiencia que se localiza en un lugar, que avanza en el tiempo. Por eso me gusta mucho la poesía de Cesare Pavese, Juan Luis Panero, Gil de Biedma, Pessoa, José Agustín Goytisolo...

      gracias por tus palabras.
      Un abrazo

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  4. Me ha gustado mucho el poema, David. Esa extrañeza y deseo de vivir otras vidas (siempre tan idílicas) en otros lugares (siempre otros lugares, en los que siempre hay cines) es algo que nos atañe a todos los soñadores.

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    1. Hola Mike:

      Gracias por tus palabras.
      La verdad es que por los días de ese poema, debía ser 2001 o así, yo no andaba muy feliz y me perdía en continuos sentimientos de evasión. El sueño de volver a ser estudiante y elegir una carrera distinta a la que finalicé (Administración y dirección de empresas) era muy fuerte.

      un abrazo

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