domingo, 14 de noviembre de 2021

The Night, por Rodrigo Blanco Calderón

 


The Night, de Rodrigo Blanco Calderón

Editorial Alfaguara. 355 páginas. 1ª edición de 2016, ésta es de 2019.

 

Había leído reseñas de The Night, la primera novela de Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981), cuando apareció en 2016, hace unos cinco años. Digamos que es un libro que «sonó» entonces y, en algún momento, sopesé la idea de leerlo. Incluso lo tuve en mis manos en uno de los puestos de segunda mano de la Cuesta de Moyano por 5 euros, pero al final no me decidí y cuando, en 2019, supe que había ganado el Premio Bienal Mario Vargas Llosa me arrepentí un poco de no haberla comprado aquel día de la Cuesta de Moyano. Como ya he dicho muchas veces, uno no puede leer todas las novedades literarias que le llaman la atención, porque el tiempo no es infinito y, durante algunas temporadas, prefiero frenar y atender más a los clásicos que a las novedades.

 

Sin embargo, cuando publiqué mi reseña sobre la segunda selección de Granta de Los mejores narradores en español menores de 35 años, Blanco Calderón se interesó por ella y cambiamos algún parecer en las redes. Unas semanas después, me preguntó a través de Twitter si me apetecía leer su nueva novela, titulada Simpatía, y publicada ‒como The Night en Alfaguara‒. Suelo rechazar este tipo de ofrecimientos, porque para disfrutar de la lectura necesito elegir yo los libros que leo, pero en este caso sí sentí curiosidad por la obra de Blanco Calderón, porque ya la había sentido previamente. Le dije que en realidad me apetecía leer The Night, y quedamos en que me enviaría los dos. Además me los dedicó, lo que le encanta a mi mitomanía libresca. Los he leído seguidos y en orden cronológico.

 

La acción de The Night nos lleva a la Caracas de 2010, cuando el país estaba empezando a sufrir una crisis energética, que le conducirá a continuos y molestos apagones. En el primer capítulo le serán presentados al lector dos de los protagonistas principales de la historia: el psiquiatra Miguel Ardiles, y el tallerista literario Matías Rye. Los viernes suelen quedar a cenar. Matías ha sido paciente de Miguel en su clínica psiquiátrica y Miguel ha pasado a ser alumno del taller de escritura de Matías. Hablarán, en primera instancia, de Pedro Álamo, un alumno del taller de Matías que, unas décadas antes, protagonizó uno de los más grandes escándalos literarios venezolanos, al quedar ganador en el concurso literario de un periódico con un relato a todas luces incomprensible. Además Matías Rye está escribiendo una novela, llamada The Night, sobre los crímenes reales de un famoso psiquiatra nacional.

 

La novela empieza creando unas altas expectativas en el lector, mostrándole unos interesantes personajes torturados, que ‒intuimos‒ se van envueltos en un misterio sangriento, generado a partir de los crímenes que Matías Rye está investigando para su narración. Un misterio sangriento que tiene que ver con crímenes de mujeres, y por tanto me hicieron pensar en la novela 2666. Además, las páginas son muy metaliterarias y se habla sobre el propio arte de escribir, su locura y su misterio. Aparecen en estas páginas muchos escritores, preferentemente de vida descalabrada, como el escritor norteamericana de ciencia-ficción Philip K. Dick. De fondo, una Caracas oscura y decadente, donde se observa una indirecta crítica al gobierno chavista. Por supuesto, todos estos elementos me estaban recordando a la obra de Roberto Bolaño, muerto en 2003, y convertido en las dos últimas décadas en una de las más claras influencias de la nueva narrativa en español.

Cuando uno acaba la novela, la influencia de Bolaño parece innegable, porque la propia estructura del libro es muy similar a la de Los detectives salvajes. Es decir, hay en The Night tres partes, y la primera y la tercera están conectadas. La segunda supone un salto en el tiempo. Si bien en Los detectives salvajes el salto temporal era hacia el futuro, en The Night es hacia el pasado. La segunda parte de The Night se titula Teoría de los palíndromos y su personaje principal es Darío Lancini. Fue en la página final de agradecimientos donde descubrí que Lancini es un poeta real venezolano, especializado en palíndromos y en frases bifrontes. Lancini es un escritor que obsesiona a Pedro Álamo, el alumno del taller de Matías. En esta segunda parte se habla de su exilio europeo de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, durante la década de 1950.

 

Algo que ocurre en esta segunda parte, y en gran medida también en el resto del libro, es que Blanco Calderón nos narra la vida de cualquier personaje secundario que aparece. Me llegó a ocurrir que se abren tantas cajas chinas, una dentro de la otra, que al final me acabé perdiendo más de una vez. Llegó un momento en el que no sabía de quién me estaba hablando el autor, ni por qué ese personaje podía ser importante para la historia. Ya he comentado que los capítulos iniciales de la primera parte ‒titulada Teoría de los anagramas‒ son muy prometedores, pero pronto me empezó a parecer que estaba ocurriendo algo extraño: el foco narrativo abandonaba a Miguel Ardiles, Matías Rye y Pedro Álamo y se empezaba a abrir a otros personajes, y la tensión narrativa de los primeros capítulos se iba diluyendo. Imaginé que la estructura de la novela contendría estos desvíos y que todo se uniría al final. En cierta medida, esto ocurre, pero no del todo.

 

The Night es la primera novela de Blanco Calderón, que hasta entonces había publicado tres colecciones de libros de relatos. Diría que el peso de este trabajo previo se nota en su novela, que en gran medida está construida uniendo narraciones breves de diferentes personajes. Muchas de estas narraciones son talentosas e interesantes, pero apuntaría que falla el conjunto de la estructura. Las partes que componen el libro forman las piezas de un mosaico que no acaba de encajar. En gran medida es como si Blanco Calderón hubiera querido escribir con su primera novela también la segunda. Porque la primera parte del libro junto con la tercera podrían ser una novela y la segunda otra.

 

Diría ‒aunque no estoy seguro‒ que The Night está escrito cuando el autor vivía aún en Venezuela y no se atreve a hacer una crítica directa del gobierno chavista, aunque se deslizan algunas perlas envenenadas. Por ejemplo, en la página leemos «Nuestro presidente es un payaso, un payaso salido de una novela de Stephen King, pero un payaso.» Ya estoy leyendo Simpatía, la nueva novela de Blanco Calderón y la crítica al gobierno chavista es más explícita. Esta segunda novela está escrita con el autor viviendo en España.

 

Cuando comenté Vivir Abajo del peruano Gustavo Faverón, ya dije que me parecía uno de los alumnos más aventajados de Bolaño, y The Night me ha recordado a Vivir abajo, como heredera también del legado del Bolaño, en el mismo sentido; en el de crear un misterio en cada párrafo, alumbrar la oscuridad de los crímenes, y hacer continuas referencias literarias (o artísticas) que ahondan en la idea de la literatura como locura o enfermedad. Sé que Vivir abajo compitió con The Night por el Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa que ganó la novela de Blanco Calderón. Si yo hubiese sido el jurado, le habría dado el premio a Faverón.

 

Aunque The Night no ha acabado de ser para mí la gran novela que prometían sus primeros capítulos, porque en su avance se dispersa su tensión en los innumerables desvíos narrativos, que acaban siendo pequeños cuentos, me ha parecido que en Blanco Calderón hay un autor muy dotado. De hecho, he pensado que me gustaría leer sus libros de cuentos, porque en estas etapas iniciales de su obra, seguramente me hubieran convencido más que The Night. Cuando escribo esta reseña voy por la mitad de Simpatía, que es una novela con una estructura más tradicional y contenida, y me está gustando más. Ya hablaré de ella.

2 comentarios:

  1. Hola, David.

    Yo empecé a leer la novela, pero la abandoné. El principio me pareció muy prometedor, pero el libro me sacó con unos cambios persona gramatical que me resultaron arbitrarios (de la tercera a la primera, por ejemplo), pues se trataba de capítulos con el mismo personaje como foco. Por otro lado, me resultó muy artificial la voz de, me parece, un personaje escritor. La voz intenta ser enigmática, críptica, pero considero que no está lograda. La atmósfera malsana y apocalíptica me gustó, eso sí, pero no bastó para mantenerme en a lectura.

    Del autor recuerdo el primer cuento donde aparece Miguel Ardiles; me parece que se llama "Una larga fila de hombres". Un gran relato.

    Saludos.

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    1. Hola, Danie, a mí lo de los cambios de primera persona a tercera no me preocupaba mucho. Este tipo de cosas eran muy frecuentes en los escritores del boom y es algo a lo que estoy acostumbrado, pero me gustó menos el tema de que la narración se dispersaba demasiado, sin una jerarquía narrativa clara.

      A ver si leo alguno de sus libros de cuentos. Saludos.

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