jueves, 20 de enero de 2011

Ovejas esquiladas, que temblaban de frío, por Gsus Bonilla

Editorial Bartleby. 95 páginas. 1ª edición de 2010.

Estuve en la presentación de este poemario de Gsus Bonilla (1971) en la librería-bar La buena vida, cerca del metro de Opera, en noviembre de 2010. Había coincido con el autor -2 ó 3 veces- en algún acto literario: presentaciones de libros o recitales. Fue en la presentación de sus Ovejas esquiladas, que temblaban de frío, cuando por primera vez intercambié algunas palabras con quien será mi compañero en dos editoriales: en Baile del Sol, cuando él publique un poemario que tiene pendiente con ellos, y en Bartleby editores, cuando yo publique un poemario que tengo pendiente con ellos. Y, como había imaginado, comprobé que Gsus Bonilla es de esas personas tímidas y honestas que acaban siempre abriéndose a los demás.

El título del poemario, así como las seis secciones en las que se divide, parten de un párrafo tomado de Las aventuras de Pinocho, novela de Carlo Collodi. En estas palabras de Collodi se refleja siempre una falta, una ausencia, “ovejas esquiladas, que temblaban de frío”, “perros pelones, que bostezaban de hambre”, etc. A catalogar faltas y ausencias, desde la denuncia, la resistencia y el recuerdo va a dedicarse Bonilla en sus poemas.

En la primera parte el autor posa su mirada –y su denuncia- sobre injusticias aparentemente lejanas, pero universales gracias a los medios de comunicación; imágenes de la degradación humana (el conflicto de Gaza, el hambre en África…) que el poeta no puede olvidar, y con las que le resulta incómodo convivir. Su grito pretende involucrarnos: “una imagen me viene a la cabeza / ¿recordáis?” (pág. 21).

En la segunda parte la mirada y la denuncia se hacen más cercanas, y Bonilla nos habla de su familia, de abuelos, tías abuelas…que sufrieron la pobreza y los desastres de la guerra. Lo cercano también se hace universal: la historia familiar del poeta puede ser nuestra propia historia, y su evocación nos pone sobre aviso de los riesgos de la desmemoria.

En la tercera parte, el poeta repliega su mirada y se centra en el yo, en el autobiografismo simbólico. “Nací / en el seno de un establo” (pág. 43), estos versos sirven de apertura a esta sección, en la que a través de ese “yo” seguimos el camino de la inmigración rural a las grandes ciudades, y la palabra no nos permite olvidar la dureza del extrarradio, de la falta de oportunidades y la amenaza del falso oasis de la droga.

En la cuarta parte la mirada del yo se abre de nuevo a la familia. Pero si en el segundo bloque de poemas nos acercábamos a la época de la Guerra Civil, ahora el poeta se centrará en perfilar la figura de su madre.

En la quinta parte, el mundo de Bonilla desborda los lazos de sangre y su mirada se posa sobre ciudadanos anónimos, náufragos urbanos que no aparecen en las noticias, como mendigos, o sobre los círculos de conocidos y amigos: “es fabuloso encontrarse a alguien / y comprenderle” (pág. 75)

En la sexta parte se nos presentan otros personajes quizás más lejanos, entreverados con reflexiones diversas, por ejemplo, incluso, sobre el amor.

Los últimos versos del epílogo sirven de resumen moral de la intención del poemario: “el desafecto nos convierte / en ciudadanos de un purgatorio / donde se premia la frialdad” (pág. 92)

El estilo es rico en metáforas, en acercamientos tangenciales a la realidad que nos quiere mostrar. Como enseñaban los maestros del cine clásico de terror: lo que más miedo da no es ver al monstruo, sino que éste quede insinuado. Así, Bonilla fijará su mirada en el detalle íntimo, que le servirá para describir una realidad global.

Los seis cortes del libro mantienen siempre una fuerte unidad, ligada por el tono que Bonilla imprime a sus versos. En éstos siempre encontramos su identificación con los más desfavorecidos, la constatación de una carencia y una respuesta a ello: la llamada a la acción, al cambio o, cuanto menos, a la resistencia. Un libro duro y a la vez hermoso, honesto y frágil, hondo y cercano, cuya lectura de denuncia no nos deja indiferentes.

2 comentarios:

  1. Tiene muy buena pinta el libro. Tomo nota. Hoy he leído tu entrevista en el blog de Goizeder. A ella ya le he dado la enhorabuena y ahora te la doy a ti.
    Entre sus preguntas y tus respuestas habéis conseguido una gran entrevista.
    Muchos besos!!

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  2. Hola María.
    Sí, el libo de Bonilla merece la pena.

    Gracias por lo de la entrevista. Creo que la voy a colgar aquí ahora.

    besos

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