miércoles, 14 de abril de 2010

Sobre andamios de humo, por Alejandro Céspedes


Ediciones Vitruvio. 177 páginas. Edición de 2008.

De Alejandro Céspedes había leído hasta ahora dos libros de poesía, Las palomas mensajeras sólo saben volver (Premio Hiperión de 1994) y Hay un ciego bailando en el andén (publicado por la editorial Hiperión en 1998).

En 2008 Vitrubio editó el volumen Sobre andamios de humo, que recoge su poesía desde 1979 hasta 2007. Entre este libro recopilatorio y el último suyo en Hiperión ha transcurrido toda una década sin publicar, periodo roto en 2008 con la aparición del nuevo poemario Los círculos concéntricos (premio Blas de Otero en 2007) y Flores en la cuneta (premio Jaén en 2009 y publicado por Hiperión de nuevo).

En Sobre andamios de humo, Céspedes ha corregido y reescrito varios de sus libros más antiguos y ha fundido los titulados Muchacho que surgiste, Tú, mi secreta isla y La noche y sus consejos en un texto llamado Y con esto termino de hablar sobre el amor.

Sobre andamios de humo
comienza con el poemario titulado James Dean, amor que me prohíbes. En él la voz poética indaga en la esencia frustrante del amor idealizado y lejano de la adolescencia, simbolizado por la figura del actor James Dean. “Desde mi infancia oscura / creo soñar que siempre has existido” (página 13), “Mi dolor es insecto / conservado en el ámbar del pasado” (página 21).
James Dean ha muerto, la voz poética reza por su retorno en el primer poema del libro, mantiene un diálogo con su póster personalizado, y se pregunta qué hubiese ocurrido con su vida si Dean no hubiese llegado a existir y no hubiera podido encarnar en él la idealización del amor. La figura de Dean da paso también a la de Alejandro Magno o Ánibal de Cartago. “Nunca entendí la magia de los libros” (página 30), se reflexiona ante estas evocaciones eróticas. En el último poema, Epílogo, se abre la temática del siguiente, pues la voz poética es consciente de que debe abandonar las ensoñaciones dolorosas y estériles de la adolescencia. Se deben matar a los mitos para pasar a ser naufrago de la vida.

En Y con esto termino de hablar sobre el amor, la ensoñación del amor y el deseo no se asienta ya sobre un póster sino sobre personas con una presencia más real. Así varios poemas hablarán de la fijación por el compañero de la infancia y primera adolescencia para quien los juegos de corte homosexual se quedaron en eso y la consiguiente frustración provocada en la voz poética. La vida del instituto, cruel para un homosexual, también sirve de inspiración a otros versos.
En esta parte existen textos en los que la voz habitual desaparece y en el poema se recrea una pequeña historia con personajes, esto ocurre por ejemplo en Viaje de fin de curso. En estos poemas la voz de Céspedes se asemeja a la de algunos de Kavafis.
Años después la voz poética tendrá su experiencia del amor, a veces sólo del sexo. La satisfacción no parece mejorar respecto a la situación anterior; así se habla, por ejemplo, de “la miseria que nos mantiene juntos” (página 67).
En Y con esto termino de hablar sobre el amor se filtra también el contexto de la década de los 80, con el afán de libertad de una generación buscada en los excesos de la noche y las drogas, cuya presencia de vida desgarrada se hace constante hacia el final del poemario. Sirva de ejemplo el poema titulado Madrugada en Cool, que se desarrolla en la pista de baile de una discoteca, bajo el sonido estridente de los woofers y el aturdimiento del éxtasis.

Las palomas mensajeras sólo saben volver quizás contenga los versos más sentidos de todo el volumen. Aquí asistimos a la muerte del compañero sentimental en versos como: “La muerte está creciendo / en ti como un silbido” (página 87), “¡Qué avalancha de muerte traen tus venas / y qué frágil velero te transporta” (página 97), “Ni un milímetro más / podía resistirse en ti la vida” (página 101). Aquí acabaría la primera parte del poemario y la segunda tratará sobre la evocación del ausente, mientras la juventud y la vida se va evaporando de la voz poética (“Aborrezco el poder de la memoria” (página 115)) que cada vez más se irá refugiando en la evocación de un infancia que comienza a idealizar.

Hay un ciego bailando en el andén ahonda en el último tema abierto en Las palomas mensajeras sólo saben volver. El poeta dialoga desde el primer verso con su propia infancia: “En qué lugar de mí / se agazapaba el hombre / que me iba a mirar como a un extraño” (página137), “Quédate aquí conmigo” (página 142). La existencia del poeta se ha convertido con el paso de los años en “un catálogo de conductas vacías” (página 155) porque, se afirma, “No hay más vida en el hombre / que su propio pasado” (página 156). La presencia de la muerte propia, como un deseo incluso, se va haciendo cada vez más latente, “En todo cuanto hago no hay sentido. / Lo sé” (página 158). En el poema XXI se describe la visita al cementerio donde yacen sus antepasados.


La poesía de Alejandro Céspedes suele presentarse en poemas largos, donde se puede desarrollar una pequeña vivencia; además de poseer, como he expuesto, continuidad argumental dentro de un poemario. Esto, unido a lo comentado, sobre la presencia de escenarios urbanos o las drogas, podrían hacernos pensar en la que fue llamada Poesía de la experiencia, pero tengo la impresión de que Céspedes trasciende a esta etiqueta, puesto que su poesía es más honda y sentida que mundana e irónica (características más ligadas a la poesía de la experiencia) y se uniría a la de los poetas de la generación del 27. Una poesía la suya llena de hallazgos metafóricos, que a veces recuerda a Luis Cernuda, poeta que por cierto aparece citado en sus poemas.

Céspedes fue uno de los organizadores del premio en el que mi libro Móstoles era una fiesta resultó finalista en 1998, también fue lector en aquel Primer premio de poesía Ciudad de Móstoles. Pude conversar por aquellos años alguna vez con él, trabajaba en Móstoles como gestor cultural. Hace no demasiado nos hemos vuelto a encontrar alguna vez, y amablemente aceptó mi atrevida petición de realizar un prólogo para la edición por Barlteby de Móstoles era una fiesta.
Desde este espacio quería darle mi agradecimiento por su amabilidad.

Esta es su página web: http://alejandrocespedes.blogspot.com/

Allí se puede descargar en pdf Sobre andamios de humo y Los círculos concéntricos.
Sin embargo, es Flores en la cuneta el libro nuevo que más me apetece leer: soy un mitómano de los libros en papel.
Esperemos que entre estos últimos poemarios y los siguientes no vuelva a transcurrir tanto tiempo como una década.

3 comentarios:

  1. Después de leer tu crítica, he buscado en mi librería algún libro de Céspedes. Sabía que tenía uno, pero no recordaba cuál. Ha sido fácil dar con él: "Hay un ciego bailando en el andén". No recordaba nada del libro. Suele pasarme. Le he echado un vistazo y me he encontrado con versos subrayados e, incluso, con alguna anotación en los márgenes. Uno de los poemas más subrayados es el último. Ahoara lo leeré.
    Saludos.

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  2. Hola:
    javier, como ya hablamos, a mí también se me olvida bastante de lo que leo, lo que me preocupaba bastante hasta que leí el diario del escritor rumano Mihael Sebastian, y comentaba los libros que releía de los que no se acordaba nada.

    Yo de este libro de Céspedes del ciego bailando en el andén sí me acordaba bastante en cambio. Mi libro actual, Martín pescador disecado, también trata de ese tema de mantener una conversación con la propia infancia.

    saludos

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  3. Vitrubio es una editorial pequeñita pero excelente.Yo tengo un par de libros, recuerdo uno de ellos de Sergio Rodríguez, que me gustó bastante.
    No he leído nada de Céspedes,otro pendiente.
    Nuestra memoria de lectores también necesita de nuestra amnesia para poder crecer.

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