domingo, 10 de octubre de 2021

Filek, el estafador que engañó a Franco, por Ignacio Martínez de Pisón

 


Filek, de Ignacio Martínez de Pisón

Editorial Seix Barral. 284 páginas. 1ª edición de 2018.

 

Durante una temporada leí muchos libros de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960); entre los que recuerdo están La ternura del Dragón, Alguien te observa en secreto, El fin de los buenos tiempos, Carreteras secundaras y Enterrar a los muertos. Es posible que me haya dejando algún título por el camino; si no recuerdo del todo mal, también leí Antofagasta. A veces me pasa, leo muchos libros casi seguidos de un autor, pero luego no le acompaño con sus nuevas obras. Creo que en el caso de Martínez de Pisón influyó algo tan etéreo como su cambio de editorial de Anagrama a Seix Barral, y que también me resulta imposible seguir las carreras de todos los autores por los que sentí interés y simpatía en un momento concreto. 

 

En la Feria del Libro de Madrid de 2018, uno de los últimos días estaba caminando por el paseo de Coches del Retiro y en una de las casetas de la entrada vi a Ignacio Martínez de Pisón contemplando el paisaje sin ningún lector al que firmar un libro. Aquello, como otras veces, me pareció una terrible injusticia, porque había pasado por casetas con colas inmensas para conseguir la firma de un youtuber, que ni siquiera habla de libros, o de un presentador de la televisión, escritor sedicente. Y allí estaba un escritor de verdad como Martínez de Pisón solo. Me acerqué a él y le recordé algunos de nuestros breves encuentros en ferias pasadas y le compré Filek, El estafador que engañó a Franco. Por esa época yo había empezado a escribir una novela de no ficción sobre la guerra civil, y el tema de su nuevo libro me interesaba.

 

Ya en Enterrar a los muertos (2005), Martínez de Pisón había escrito una novela de investigación sobre la guerra civil. En este caso trató de esclarecer el asesinato de José Robles, amigo del escritor John Dos Passos, una novela en la que también aparecía Ernest Hemingway.

En una primera página introductoria de la nueva novela, el autor nos dice que la primera vez que se encontró con Filek fue leyendo Franco, caudillo de España de Paul Preston. La historia de Filek apenas ocupaba allí diez líneas, que fueron suficientes para azuzar su curiosidad. Como nadie se había hecho cargo de esta historia, que Martínez de Pisón consideró que merecía la pena ser contada, empezó a investigar en archivos y registros públicos siguiendo el esquivo rastro de Albert von Filek, nacido en 1881 en un pueblo del antiguo Imperio austrohúngaro, y que apareció por primera vez en Madrid en 1931, justo cuando se estaba proclamando la Segunda República. Me ha gustado leer las palabras de Martínez de Pisón sobre todos los novelistas que conoce y que hablan del fin del Imperio austrohúngaro, en el que Filek sirvió como militar.

«Ésta es una historia de claroscuros en la que con frecuencia hay menos claros que oscuros», escribe Martínez de Pisón en la página 26, una idea que se repetirá en alguna otra página del libro.

 

Al final de la novela existe un apéndice con nota, que el autor ‒o los editores‒ han decidido colocar ahí para no cargar al libro con muchas llamadas de atención a pie de página. En este apéndice el lector podrá dar fe del exhaustivo trabajo de investigación que Martínez de Pisón ha llevado a cabo para tratar de acercarse a cualquier dato que le pueda hacer acercase a la escurridiza vida de Filek, que no deja de ser un estafador de tres al cuarto, pero al que su megalomanía y audacia le llevó a tratar de engañar al mismo jefe militar de un país en el que era extranjero. Esta búsqueda sobre la vida de Filek va a llevar a Martínez de Pisón, y al lector con él, a dar un repaso a algunos de los episodios más turbulentos del siglo XX: Primera Guerra Mundial y caída del Imperio austrohúngaro, guerra civil española, cárceles españolas, Segunda Guerra Mundial…

 

Ya casi en el último párrafo del libro, el autor nos dará un apunte muy significativo: «los sitios son muy importantes en esta historia (…). De hecho, la historia de Filek es sobre todo la de los lugares por los que pasó: las casas en las que vivió, los edificios en los que captó a sus víctimas o consumó sus estafas, las cárceles en las que estuvo encerrado. De muchos de esos lugares desaparecía sin dejar rastro, y muchos de esos lugares han desaparecido también sin dejar rastro.» (pág. 260)

Durante la Segunda República, Martínez de Pisón puede descubrir que Filek se dedicaba a embaucar a pardillos con los que acudía al Registro de la Propiedad para ‒supuestamente‒ conseguir la patente de una gasolina sintética (a base de agua, hierbas y otros ingredientes poco verosímiles) de su invención. Como hay registro de la misma patente (por la que luego Filek no acababa nunca de pagar las tasas) varias veces, con diferentes personas, Martínez de Pisón deduce que Filek en algún momento tenía que pedir dinero a sus víctimas para avanzar con la investigación, montar un laboratorio, etc. Ya había encontrado registro de otros timos anteriores, realizados por Filek, en diversas ciudades europeas.

 

Ya cerca del comienzo de la guerra civil, Filek no tendrá reparos en acercarse hasta el ministerio de la guerra, que dirigía José María Gil-Robles para intentar venderse su supuesto invento. Su error será tratar de hacer lo mismo, cuando cambie el gobierno, con Largo Caballero. En esta ocasión será acusado de espía austriaco y encerrado en las cárceles de la República. Son muy interesantes las páginas que Martínez de Pisón dedica a las sacas y los asesinatos de Paracuellos, ya que Filek vivió esto de cerca al estar preso en la cárcel Modelo. Aquí va a conocer a Ramón Serrano Súñer, el cuñadísimo del que luego va a ser el jefe de Estado, Francisco Franco. Una amistad de la que en el futuro intentará sacar réditos económicos.

 

A diferencia de otras novelas de no ficción, en las que el escritor se convierte en un protagonista más y cuenta sus dificultades para conseguir la información que quiere, como ocurría en El adversario de Emmanuel Carrère, Martínez de Pisón no ha querido entrar de forma directa en la narración, aunque sí hace comentarios del estilo de «no pude conseguir esta información», o bien «ahora quiero especular» o «me imagino a Filek». Las especulaciones imaginativas le sirven al autor para crear un personaje un poco más cercano, porque las limitaciones de una novela de investigación como esta frente a una novela de ficción tradicional son claras: en los registros de sentencias, patentes, paso por cárceles, etc. el carácter o los pensamientos del personaje no quedan dibujados, y así Martínez de Pisón no puede hablar de sus sentimientos, pero sí especular sobre ellos, y este truco narrativa sirve para generar interés en el lector. Si Filek hubiera sido una novela de ficción, el autor no hubiera desaprovechado la ocasión de describir algún encuentro entre el estafador y Franco, que será objeto de un nuevo intento de estafa, pero en la novela de no ficción que tenemos entre manos este encuentro quedará lejano, apenas insinuado.

 

Me gustan, sobre todo, las páginas en las que el autor reflexiona sobre los motivos por los que un personaje como Filek consigue acercarse y engañar al dictador del país. Filek había siempre mostrado sus simpatías por los franquistas y había permanecido toda la guerra en las cárceles republicanas como supuesto espía, lo que le convierte en un «mártir» a ojos del nuevo Caudillo, quien se siente señalado por Dios para llevar a cabo una campaña de regeneración del país. Así que si Dios había elegido a Franco ¿por no se iba éste a beneficiar de un invento maravilloso que solventarse en gran parte los problemas de la autarquía?

Que esta historia tiene una vertiente cómica nos los dice el autor alguna vez, y que Filek «fuera capaz de dejar en ridículo nada menos que al dictador Francisco Franco resultaba incluso admirable», además considera que es posible que sus víctimas iniciales también hubieran pretendido aprovecharse de él, y esto les quita en parte su condición de víctimas. Pero hacia el final del libro, Martínez de Pisón se va a encontrar con una nueva estafa, cuya naturaleza no quiero revelar, y que va a sentenciar su mirada final sobre el personaje que ha decidido perseguir en hemerotecas y archivos.

 

Me ha gustado Filek, me ha parecido que todas las limitaciones que ha mostrado Martínez de Pisón en su investigación conseguían crear un misterio sobre la persona real que fue este sinvergüenza austrohúngaro. El lector, igual que el autor, deseaba que le fuese mostrada la conquista de un nuevo dato, por trivial que este fuese. Y gracias a este hilo conductor, en apariencia nimio, Martínez de Pisón consigue reflejar muy bien los entresijos de una época histórica muy interesante.

 

2 comentarios:

  1. Leí y reseñé él libro en enero de 2019. Me gustó especialmente el gran esfuerzo investigador que Martínez de Pisón había hecho de este individuo buscavidas que engañó a todos dado que sus movidas las inició con los dirigentes republicanos, aunque sin duda alguna el engaño mayúsculo fue el que realizó con Franco. Un genio este Filek en eso desde luego.
    Por si te apetece leerla te dejo aquí el enlace a mi reseña
    Un abrazo, David

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    1. Hola, Juan Carlos:

      Gracias por el enlace a tu reseña.
      Me paso a leerla.
      Saludos

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