domingo, 26 de abril de 2015

Lanzarote, por Michel Houellebecq

Editorial Anagrama. 109 páginas. 1ª edición de 2000, ésta es de 2013.
Traducción de Javier Calzada.

Después de la reciente lectura de El mapa y el territorio y mi renovado interés por la literatura francesa, además de sacar de la biblioteca de Móstoles Una novela francesa de Frédéric Beigbeder me llevé a casa Lanzarote de Michel Houellebecq (Saint-Pierreisla de La Reunióndepartamento de ultramar de Francia1958). Ya comenté aquí que después de leer Plataforma me acabé decepcionando un poco con Houellebecq y ya no me interesé por La posibilidad de una isla, que no se lo publicó Anagrama, ni por Lanzarote, que dada su corta extensión pensé que se trataba de una novela menor. Una intuición que podía ser cierta o no, puesto que la calidad literario no tiene que ver demasiado con la extensión de las obras.

De La posibilidad de una isla no me ha hablado muy bien mi novia, que es bastante seguidora de Houellebecq, y que no se leyó Lanzarote. Pero esta novela estaba en la biblioteca de Móstoles, y no me costaba nada echarle un vistazo. Tenía pinta de ser el típico libro que se lee en un día, como acabó siendo.

Lanzarote está escrita en primera persona, un narrador sin nombre nos informa de que el 14 de diciembre de 1999 entra en una agencia de viajes porque está convencido de que su fin de año va a ser de nuevo un fracaso y desea viajar al extranjero en enero. Dadas sus limitaciones económicas, se acaba decidiendo por Lanzarote.
Desde la primera página el tono del narrador es desencantado y un tanto nihilista. “No, no podía ayudarme; nadie podía.” (pág. 9 del libro y primera de la novela).

Me percaté de que en El mapa y el territorio no había ninguna referencia al islam o a la cultura árabe, un tema recurrente en Houellebecq, y que ha dado lugar a más de una polémica. En Lanzarote sí que está presente (en una pequeña dosis) este tema: “Los países árabes podían valer la pena, si uno conseguía que se desentendieran de su ridícula religión.”, apunta el narrador en la página 12, cuando está tratando de elegir destino turístico.

Lo cierto es que en Lanzarote están presenten todos los temas de Houellebecq, aunque desarrollados a una escala menor que en otras de sus obras. En esta novela corta se habla sobre las expectativas de las personas en sus vacaciones, y Houellebecq juega a hacer sociología sobre el tema analizando a los distintos tipos de viajeros por nacionalidades: “El inglés va a un lugar de vacaciones únicamente porque está seguro de que encontrará allí a otros ingleses. En esto se sitúa en las antípodas del francés, un ser vano y tan pagado de sí que no soporta encontrarse con un compatriota en el extranjero.” (pág. 22).
El narrador viaja en enero de 2000, tras lo que él siente como un cambio de milenio (aunque los expertos le aseguren que esto no ha ocurrido), a Lanzarote y no parece sentirse muy feliz en la isla de aspecto marciano. De hecho, casi cualquier manifestación de la vida natural se connota en la novela de forma negativa: “El Jardín de Cactus. Diferentes especies, elegidas por su morfología repugnante.” (pág. 24); “De entre todos los animales de la creación, el camello es, sin discusión, uno de los más agresivos y de los más malignos” (pág. 29); “Dentro de una jaula había un loro que observaba fijamente el mundo con un ojo redondo y furioso.” Así que el narrador ha viajado a una isla volcánica, en las que las únicas muestras de la naturaleza son cactus repugnantes, camellos malvados y loros furiosos. De la propia tierra, con sus fumarolas activas, emana también una fuerza negativa, amenazadora.

Pocos datos acabamos conociendo de nuestro narrador, un ser solitario que en ningún momento parece acordarse de ningún familiar o amigo, y que en ningún momento nos habla de su profesión, de su pasado o de sus gustos. Simplemente parece un ser deprimido, o al borde de una crisis.
Son tres las personas con las que va a relacionarse en su viaje: Rudi, un inspector de policía belga, de origen luxemburgués, que después de su divorcio de una mujer marroquí -que ha vuelto a su país con su hija en común- no parece estar atravesando su mejor momento vital; y con Pam y Bárbara, una pareja de lesbianas alemanas, no exclusivas… Esto llevará a que de un modo muy natural acaben manteniendo relaciones sexuales con nuestro narrador deprimido y nihilista.

Las páginas en las que se describen los encuentros sexuales entre el narrador y Pam y Bárbara son de las más convencionales del libro. Parecen la descripción de una película porno nada imaginativa, una de tantos cortes de película porno de los que se pueden ver en internet nada más teclear en google sobre el tema: “trío con lesbianas”, por ejemplo. Y creo que en esta reflexión radica gran parte de las limitaciones de Lanzarote: el propio Houellebecq ha ido de vacaciones a Lanzarote, seguramente en fechas similares a las que ha adjudica a su narrador, como así lo atestiguan unas fotos que aparecen en esta edición de bolsillo de Anagrama. Unas fotografías a todo color editadas en papel satinado sobre formaciones rocosas de la isla y tomadas por Houellebecq (en la primera se puede ver la sombra de nuestro autor sobre la tierra rojiza). Así que Houellebecq fue de vacaciones a Lanzarote, y esto le sirvió para realizar unas nuevas reflexiones sobre el turismo de masas, y crear una voz narrativa desencantada, que parece muy cercana a la suya propia. Para mover un poco la narración, hace que el personaje interactúe con el deprimido Rudi, quien se acabará uniendo a una secta que opera en Europa y que quiere montar uno de sus enclaves más importantes precisamente en Lanzarote. En cierto modo, la inclusión en la novela de esta secta hace que al final de sus escasas páginas el libro se proyecte hacia el futuro, recurso usado por Houellebecq en otras novelas como Las partículas elementales o El mapa y el territorio. Y el tema de la sexualidad abierta, también importante en libros anteriores, funciona aquí, en realidad, como la mera proyección de una fantasía masculina. Es decir, Houellebecq viajó a Lanzarote, se aburrió visitando las que dice que son las dos únicas atracciones turísticas de la isla, el Jardín de Cactus y el Parque Nacional de Timanfaya, y soñó con que podía liarse con dos lesbianas alemanas, atractivas y femeninas (por supuesto).
Houellebecq nos habla del aburrimiento burgués del turismo, y crea para su narración a Rudi y su secta, y las escenas sexuales de Pam y Bárbara, describiendo unas escenas tórridas posiblemente tomadas de una película porno vista en el hotel de Lanzarote.


Todos los temas que pueblan el universo creativo de Houellebecq están en Lanzarote, pero se presentan aquí a una escala menor que en otros libros. Dije al comienzo de la entrada que, de forma intuitiva, sopesando únicamente su extensión, había concluido que Lanzarote era una obra menor de Houellebecq. Después de haber leído el libro, confirmo que mi intuición era cierta. También es verdad que este libro se lee en un rato y que agradará a los seguidores del autor, sin aportarles nada nuevo.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Leyendo tu comentario sobre “Lanzarote” deduzco que Houellebecq sintió un impulso irrefrenable de escribir esta corta novela para otorgarse una nueva condición de viajante, y exhibir con menos pudor (si es que lo tiene) todas sus experiencias en la Isla,que tamizadas por su alma convulsa se tornan en situaciones desagradables y presencias amenazadoras, cómo los loros y los camellos... bastante tienen con aguantarnos los pobres. Creo que si Houellebecq estuviese en el mismísimo paraíso solo vería demonios...
    Pero está bien que nos sirva eso en sus libros,alguien tiene que estimular la literatura y a los lectores.Un saludo David, ha sido interesante tu lectura.

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    1. Hola Paco: lo cierto es que es difícil conocer las motivaciones de Michel para escribir este libro; podría ser incluso la económica. En ese momento su nombre estaba en auge y podía publicar cualquier cosa. Pero es un libro bastante inferior a los otros.
      Me decías que te apetecía ponerte con Houellebecq: pues esta novela no es la más adecuada. Este es un libro para completistas.

      Saludos

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