domingo, 7 de julio de 2013

Casa Desolada, por Charles Dickens

Editorial Valdemar. 1.087 páginas. 1ª edición de 1853; esta de 2012.
Prólogo, traducción y notas de José Rafael Hernández Arias.

Durante diciembre de 2012 estuve leyendo David Copperfield porque al comenzar el año me había propuesto leer más libros clásicos y extensos. Mi novia debió percatarse de mi entusiasmo y para la fiesta de Reyes de 2013 me regaló esta otra obra de Charles Dickens (PortsmouthInglaterra1812 - Gads Hill Place1870), Casa desolada, editada por Valdemar en su sección de Clásicos. La verdad es que no conocía el título, pero la contraportada y la introducción a cargo del traductor, José Rafael Hernández Arias, invitan a leerlo. En el prólogo descubrimos que esta obra quizás es menos popular que otras del autor por la escasez de adaptaciones cinematográficas de las que ha sido objeto (lo que habla a favor de la complejidad de sus tramas y subtramas), y que pertenece a la época de mayor esplendor creativo de Dickens. Para G. K. Chesterton Casa desolada constituye “el punto más alto de la madurez intelectual de Dickens”. Geoffrey Tillotson ha designado a Casa desolada como la mejor pieza literaria del siglo XIX en Inglaterra y Harold Bloom la considera la mejor obra de Dickens.
En las páginas 20-21 del prólogo nos encontramos otro párrafo que contiene palabras mayores: “Sobre la novela gravitan insistentemente los motivos de la polución (la contaminación y lo infeccioso), el gobierno (corrupción) y el derecho (sistema anónimo de opresión). En cierto sentido, el protagonista de la novela, y aquí nos encontramos con una pasmosa innovación, no es un personaje, sino un ‘sistema’ que se refugia en el anonimato del poder y ante el cual el individuo se hunde en la frustración y en la impotencia. Estos son temas que atraerán a Dostoyevski, Kafka y Orwell, los tres lectores empedernidos de Dickens, cuyas novelas Crimen y castigo, El proceso o 1984 tanto deben a Casa desolada”.

Cuando leí las 1.022 páginas de David Copperfield lo hice en la edición de bolsillo de Alba, y el libro, aunque grueso, resultaba manejable, no pesaba mucho y se abría con facilidad; las 1.087 páginas de Casa desolada, en la edición en cartoné y papel de alta calidad de Valdemar, quizás constituyan un volumen excesivo. Lo coloqué en la báscula del baño: 1,7 kilos de libro. Se me doblaban los dedos si lo leía de pie en el metro o en autobús y tenía que usar una mano para agarrarme a una barra; en realidad no se puede leer sosteniéndolo con una mano; incluso para las dos resulta desmesurado. Quizás Valdemar debería plantearse publicar libros como este en dos volúmenes. “¿Y para qué te crees que existe el e-book?”, me han llegado a decir los que no leen.

Dickens emplea para escribir Casa desolada dos voces narrativas: una es la de Esther Summerson, una joven huérfana sobre la que parece recaer la misión de defender los valores victorianos; que será acogida en Casa Desolada por el que pasará a ser su tutor, Mr. Jarndyce, y vivirá allí en compañía de dos primos de su edad, Ada y Richard; la segunda voz narrativa es la de un narrador omnisciente, que parece asemejarse a la voz del propio Dickens. Los capítulos en los que habla Esther y los que están escritos en tercera persona se suceden sin un aparente orden lógico; a veces (lo digo de memoria) podía leer 50 páginas de la novela relatadas por Esther, y 50 páginas de la voz del narrador, y a veces eran 10 y 10; y a veces no había una proporción; es decir, podían ser 30 páginas de un narrador y 10 del otro.
Los cuatro personajes principales de la novela, Esther, Mr. Jarndyce, Ada y Richard, se encuentran atrapados en un proceso judicial llamado Jarndyce v. Jarndyce, que en la cancillería de Londres se discute desde hace décadas, sin que parezca más cercano a resolverse en el momento que empieza la novela que dos décadas antes.
Al hablar sobre David Copperfield hace unos meses apunté que una de las lecturas que hice de ese libro fue la búsqueda de la influencia de Dickens sobre la obra de Kafka, y que me pareció encontrar algunas conexiones entre la forma de analizar el mundo de los adultos del Copperfield niño y las interpretaciones que hacía el protagonista de Amerika (o El desaparecido) del mundo de los norteamericanos. Pero ahora, tras leer Casa desolada, sé que la influencia de Dickens sobre la obra de Kafka es abrumadora. Como se recoge en el prólogo de Casa desolada, Kafka llegó a escribir en una entrada de su diario (8 de octubre de 1917) que él se consideraba a sí mismo un epígono de Dickens.
Podría afirmar incluso que no existiría una novela como El proceso si Kafka no hubiera leído Casa desolada.
Podemos leer en Casa desolada párrafos como los siguientes: “En una tarde como esa, algunos miembros del cuerpo de abogados de la Corte Suprema de la Cancillería deberían estar –como, en efecto, así lo están ahora– enfrascados en una de las diez mil fases de una causa infinita, desmintiéndose unos a otros con precedentes escurridizos” (págs. 36-37).
“Jarndyce vs. Jarndyce continúa arrastrándose. Este espantapájaros de litigio se ha complicado tanto con el paso del tiempo que ningún hombre vivo sabe de qué trata” (págs. 38-39).
“En este deplorable proceso, todo lo que todo el mundo ya sabe, excepto un hombre, se remite a ese único hombre que no lo sabe, para averiguarlo” (pág. 147).

También las vidas absurdas de algunos de los personajes que aparecen en Casa desolada pueden interpretarse desde un punto de vista puramente kafkiano; aunque también es cierto que el absurdo dickensiano busca lo pintoresco de los personajes, y transcurre bajo la perspectiva de una entrañable ironía, mientras que el absurdo kafkiano reviste a sus personajes de pura angustia.
La desesperación de alguno de los personajes de Casa desolada también nos hace pensar en los personajes desesperados de Dostoyevski.

La voz narrativa de Esther, una chica dulce y siempre con buenas intenciones, nos hablará del drama en que se van a ver inmersos Mr. Jarndyce, Ada y Richard; pues este último, un joven entusiasta, caerá en las garras absurdas del proceso que pende sobre su apellido (Ada y Richard también son, de forma remota, Jarndyce) y, al no encontrar motivación para dedicarse a nada más en la vida, dirigirá todos sus esfuerzos a intentar conseguir un fin positivo de la causa Jarndyce vs. Jarndyce, que según sus cálculos podría hacerle rico.
La voz narrativa omnisciente, que parece semejarse a la de Dickens, relata las peripecias de un gran número de personajes: abogados, jueces, soldados, mendigos, nobles, burgueses… y su visión de lo contado será menos amable que la de Esther. La voz omnisciente hará uso de la sátira, la ironía e incluso el sarcasmo para retratar a una nobleza decadente y aburrida; y arremeterá contra las lacras de una beneficencia mal entendida, con mujeres que desatienden a sus propios hijos para dedicarse a labores más elevadas, como la organización de las colonias africanas.

La mirada de Dickens alza ante nosotros un Londres brumoso, caótico y lleno de contrastes; con él visitaremos las espléndidas casas de los ricos y también las callejuelas infestas de los pobres, que es mejor evitar porque las plagas han diezmado a sus habitantes. «El humo es la hiedra de Londres», escribe el narrador omnisciente en la página 183, elevando ante nuestros ojos la esencia del mundo dickensiano.

Casa desolada es una novela romántica, ya que describe la búsqueda del amor por parte de Esther, y en este sentido es profundamente victoriana; pero también profundamente moderna, pues –como he citado del prólogo– el “sistema” parece ser uno de los protagonistas del libro; y también es una historia de detectives, pues en ella se comente un crimen.
Si no recuerdo mal un dato que leí en el prólogo de La piedra lunar de Wilkie Collins, novela de 1868, el sargento Cuff que aparece en ella (un antecedente claro de Sherlock Holmes) era el primer detective literario británico; pero el caso es que Casa desolada se publica en 1853 y en ella también hay un detective, Mr. Bucket, que es quince años anterior al sargento Cuff (en algún momento tendré que leer algún estudio sobre la historia de los detectives literarios).
Novela romántica, novela de detectives, novela de crítica social… y, por supuesto, no debemos olvidar el toque folletinesco de la obra de Dickens, pues también tenemos aquí una intriga en torno a los padres biológicos de Esther.

He estado con Casa desolada más de cinco semanas y, durante la segunda (a principios de junio), sufrí un severo ataque de alergia al polen que me hacía tener la cabeza un tanto ida; el cansancio que provocan los antihistamínicos tampoco es muy agradable ni benefactor; además, la tercera semana de lectura coincidió con el viaje de fin de curso que hago con los alumnos del colegio donde trabajo a Mallorca; y leer en la playa, buscando la sombra, tras haber dormido unas escasas horas, tampoco constituía las condiciones óptimas de lectura. Todo esto ha contribuido a que me perdiera algo de las abundantes subtramas de esta novela, donde Dickens perfila a 57 personajes (como leo en el prólogo), y que no la haya disfrutado como se merecía. Creo que la sensación que se le queda a uno de haber olvidado detalles de una obra leída pasados unos meses la he tenido con Casa desolada antes de acabarla.
Al final sé que voy a tener un recuerdo más grato y profundo de David Copperfield que de Casa desolada, aunque también he descubierto que Casa desolada es un libro inmenso que abrió muchas de las vías por donde ha circulado la gran literatura posterior, e invitaría a leerla con calma y si me apuran realizando unos apuntes sobre el orden de aparición de los personajes, para disfrutar de ella como se merece.

Seguiré leyendo al gran Charles Dickens.

13 comentarios:

  1. «El humo es la hiedra de Londres». Qué maravilla de frase. Aún no he leído esta novela, pero si gente como Bloom o Chesterton la consideran la mejor obra de Dickens me la sé como lectura obligatoria y seguiré tus pasos lectores.

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    1. Hola Mike:

      Lo curioso de la frase es que cuando fue escrito el libro, en Londres pensaban que la niebla era un fenómeno natural; y no pura contaminación, como se supo después.

      Dickens siempre merece la pena, y esta Casa Desolada es extrañamente un libro poco conocido en España.

      saludos

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  2. “¿Y para qué te crees que existe el e-book?”, me han llegado a decir los que no leen.

    Cojonudo.
    Un saludo.

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    1. Hola Ángel:

      No si te pasa a ti, que ahora la gente que normalmente no leía antes del e-book (y con todo el derecho del mundo, cada uno hace con su tiempo libro lo que quiere), parece que te mira raro por ser un lector de libros en papel y decidir no comprarte un e-book, cuando está claro que si ellos leyesen (son así de modernos) lo harían sin duda en e-book.

      saludos

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  3. Pues sí; parece que a muchos la Literatura sólo les interesa cuando hay un gadget tecnológico de por medio (y en cualquier caso ese interés, generalmente coyuntural, responde más a "estar a la última" que a verdaderos hábitos lectores). En fin...

    Saludos

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  4. Para mi, pese a los elogios de pesos pesados de la crítica y de la literatura, 'Casa desolada' no supera a 'David Copperfield'. Demasiadas tramas y demasiados personajes. La estructura, espectacular, porque las situaciones y los caracteres encajan como piezas de un puzle, pero en general, en conjunto no me da la impresión de obra perfectamente acabada.

    Y donde se pongan los personajes de David que se quiten los de la Casa.

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    1. Hola Barbusse:

      Ya digo en la entrada que me acabé perdiendo un poco con las subtramas de la novela (pero yo lo achacaba a no haberla podido leer en las mejores condiciones) y que David Copperfield iba a perdurar en mí con un recuerdo más grato.
      Pero desde luego leer Casa Desolada en busca de los orígenes de Kafka es alucinante. Al final entre Dickens, Melville y Walser tenemos un porcentaje de Kafka altísimo.

      Al final no creo que lo importante sea elegir entre una obra de Dickens u otra, mucho mejor parece disfrutar de él. La siguiente creo que va a ser Historia de dos ciudades o Grandes esperanzas.

      saludos

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    2. Pues sí, llevas razón, disfrutar de Dickens es lo que importa. Es que me puede mi pasión por Copperfield.

      Eres un lector muy inteligente, no te lo he dicho nunca, pero lo pienso cada vez que te leo.

      Ah, y cuidado con la traducción de Grandes esperanzas que eliges, ojo.

      Un saludo.

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    3. Hola barbusse:

      Creo que Grandes esperanzas lo tiene Alba, que me parece de lo más fiable. Iré por ahí.

      Gracias por lo de mi inteligencia de lector. A veces lo pienso: si en vez de darme por leer y escribir me hubiese dado por ser un auténtico licenciado en ADE (como soy), y me hubiera dedicado a analizar combinaciones de posibilidades en bolsa, por ejemplo, quizás ahora tendría mucho más dinero del que tengo. y ¿qué haría con él?, pues creo que comprar tiempo para poder dedicarme leer y escribir.

      saludos

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  5. Hola!
    Estoy haciendo un trabajo para la Universidad y, precisamente, me hacen analizar los puntos de vista narrativos de este libro, según la clasificación de Friedman. Me atrevo a decir que las convenciones que utiliza el autor son dos, como bien has dicho. Una es omnisciente, pero, según Friedman puede haber diferentes tipos de omnisciencia. En este caso es editorial o neutral. Y, finalmente, en las partes que habla Esther, se trata de un narrador-testigo (en que los protagonistas serían Mr. Jarndyce, Ada y Richard y Esther es un mero observador) o de un narrador-protagonista (en que Esther es el protagonista único y explica sus vivencias y pensamientos)?

    Muchas gracias de antemano!

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    1. Estimado amigo/a:

      Si le soy sincero el vocabulario que usa se me escapa: "omnisciencia editorial o neutral" es la primera vez que lo oigo.
      Yo estudié en la universidad Empresariales, y para mí Friedman es un economista neoliberal de la escuela de Chicago.
      En realidad yo sólo soy un lector aficionado; pero también soy un profesor (en mi caso de economía), y le voy a dar el mismo consejo que le daría a alguno de mis alumnos: lea bien la teoría del tal Friedman, entiéndala y luego lea Casa desolada y descubra la verdad por sí mismo.

      Y como me digo a mí mismo: el conocimiento del que se más se disfruta es el que uno descubre por sí mismo.

      Siento no poder ayudarle.
      Espero que le vaya bien.
      Saludos

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  6. Las ediciones de esta editorial son a mi criterio muy buenas y el traductor es de los mejores, algo a tener en cuenta, las influencias de Kafka están más cerca de lo que propone Borges en su ensayo sobre este gran escritor, que luego de leer sus Obras Completas en Aguilar confirma lo que ya se sabe, un escritor único

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  7. ¿Mikel Levi, de nuevo, no?

    Influencias sobre Kafka: ¿no podríamos hablar aquí de plagio y siguiendo su lógica implacable Onetti-Faulkner, decir que Kafka no vale nada? ¿O Kafka sí que puede?

    Por cierto, escribió su comentario en una sola frase y, como en otras ocasiones, no se entiende muy bien. Cuide su lenguaje.

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