El pecado, de Alberto Gómez Vaquero
Editorial Carpe Noctem. 333 páginas. 1ª edición de 2019.
En diciembre de 2018 presenté en
Madrid la novela Cerrar los ojos de Santiago
Casero, publicada por la editorial
Carpe Noctem. Meses después su editor que ha hecho llegar la novela El
pecado de Alberto Gómez Vaquero
(Valladolid, 1984). Alberto Gómez es licenciado en Periodismo, pero también
estudia a distancia la carrera de Historia. Estuve en la presentación del libro
y el autor comentó que uno de los siglos que más le apasionan es el IV d.C.,
algo que deja ver en esta novela, ambientada precisamente en esa época. El pecado habla de un personaje
histórico que yo no conocía, Prisciliano (nacido en 340, aproximadamente, y fallecido
en 385), que fue condenado a muerte por el emperador Magno Clemente Máximo,
tras ser acusado de propagar ideas heréticas sobre el cristianismo. Como el
propio Gómez apunta en una nota final, aunque Prisciliano es el personaje
histórico que le inspira para escribir este libro, prefiere no nombrarlo por
este nombre en ningún momento, y siempre se refiere a él con el apelativo de
«el Doctor»; de este modo puede sentirse más cómodo creando una ficción en
torno a esta figura.
En la década del 370 llega a un
valle –situado en la actual provincia de Asturias– el Doctor, seguido por un
conjunto de fieles. Son personas austeras, que promulgan la palabra de
Jesucristo y que reniegan de los bienes materiales como camino de perfección.
Esta nueva comunidad pasará a vivir en unas cuevas deshabitadas desde hace
bastante tiempo y ayudarán a los habitantes de la región mientras construyen un
templo. Una de las personas que se va a sentir fascinada por el magnetismo del
Doctor será la joven Anü, hija de Aufidio, el hombre más rico de la región, que
no verá con buenos ojos la relación de maestro-discípula que su hija iniciará
con este hombre religioso del que no se acaba de fiar. El discurso del Doctor,
además de estar a favor de los derechos de los pobres, también parece estar a
favor de la posición de la mujer en la sociedad (en el contexto del siglo IV,
claro): «—La mujer —había dicho un atardecer, frente a decenas de fieles— ha de
guardar silencio cuando el hombre habla y no ha de creerse capaz de mandar,
pero ha de ser en lo demás igual que el hombre. También la mujer puede ser
pura, también puede figurar ella entre los elegidos y los santos.» (pág. 23).
Anü se va a convertir en una de las protagonistas principales de la novela, una
mujer a las que las reglas sobre los casamientos y el papel de madre para la
mujer van a vapulear constantemente, impidiéndole desarrollar su vida y la van
a llevar a una posición de víctima, frente a las posiciones de poder de los
hombres.
Pero no sólo las mujeres van a
sufrir en esta novela, también lo hará los campesinos pobres, como la pareja
formada por Antonio y Elvira. Cuando pierden sus bienes, la mayor obsesión de
Antonio será no volver a la condición de siervo y seguir siendo un hombre
libre.
Si bien, sobre todo durante la primera
parte de la novela, la narración nos habla de los habitantes del valle
asturiano que ya he nombrado, según avanzamos en las páginas de El pecado aparecerá otro personaje
principal: el militar Máximo, al que acompañaremos en sus campañas por
Britania. Los capítulos que hablan del Doctor y la gente del valle se irán
intercalando con otros en los que el personaje será Máximo. Estas dos tramas
confluirán en los capítulos finales.
El pecado es una
novela en la que no existe la idea de una trama principal; en sus distintos
capítulos, Gómez nos acerca a las vivencias de su grupo de personajes, que
reúnen a los más bajos de la sociedad de la época junto con los más altos. Así
que, más que crear una trama, lo que hace Gómez es recrear un fresco de la
época. Este tipo de construcción tiene el problema de que si la época elegida
no genera suficiente interés en el lector su atención pueda bajar en algunos
momentos. La época elegida, el último cuarto del siglo IV d. C., un momento en
el que se está desmoronando el Imperio Romano y la población vive con miedo a
los saqueos y ataques de bandas de ladrones y bárbaros, es un tiempo de cambios
convulsos, en el que la religión católica se está expandiendo, sin embargo,
hasta los rincones más lejanos de Roma. Las luchas por el poder serán
militares, pero también religiosas, ya que la Iglesia se está consolidando,
pero a la vez surgen grupos, como el del Doctor, que pueden hacerle perder
parte de su poder. En el comentario final, Alberto Gómez relaciona este periodo
de crisis e incertidumbre que ha elegido para su novela con la crisis de 2008.
En la propia presentación del libro,
Gómez comentó que el lenguaje que da a los personajes de la novela es una
recreación absolutamente libre, usando un castellano neutro actual, algo que
considera habitual en las novelas de época. Al final de la novela existe un
glosario de tres páginas con el significado de algunas palabras latinas.
El pecado está
escrito en tercera persona y el narrador se dedica a describir las escenas por
encina de los pensamientos de sus personajes. Cuando aparecía uno nuevo se le
describía físicamente y siempre (no recuerdo excepciones) se comenzaba esa
descripción con el binomio «alto/bajo». Creo que el texto se hubiera
enriquecido si el autor se hubiera centrado de manera más clara en describir
los pensamientos y las percepciones de la realidad de los personajes.
El uso metafórico se adecua a la
época, con profusión de comparaciones que tienen que ver principalmente con la
naturaleza. Así, por ejemplo, leemos en la página 167: «la casa le pareció a
Anü uno de esos hormigueros que podían verse en verano, cuando los pequeños
insectos corrían de un lado a otro, abriendo senderos y transportando bajo
tierra cuanto pudiera servirles de alimento para el futuro.»
Yo prefiero que un escritor me hable
de su propia época y su entorno, y lo cierto es que nunca he sido un aficionado
a la novela histórica. Sin embargo, entiendo que los seguidores de este género
literario (y sé que a una gran parte de ellos les gustan las llamadas «novelas
de romanos») podrán disfrutar perfectamente de los tiempos convulsos, tan
similares en algunos aspectos a los actuales, que Alberto Gómez dibuja en El pecado.
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