Como ya comenté en el blog
la semana pasada, el viernes 5 de octubre estuve en la librería Lé de Madrid (Castellana 154) presentando –junto al escritor
argentino Marcelo Luján, que recientemente
publicó su novela Moravia en la editorial El
Aleph- el primer libro de cuentos de Goizeder
Lamariano ( Aquí su blog Cuéntate la vida).
Es extraño pensar que soy
profesor, que me gano la vida hablando todos los días ante un público de unos 20-25
adolescentes, y aún así me puse un poco nervioso al tener que hablar ante las 25-30
personas que acudieron a la librería Lé para acompañar a Goizeder. Al hablar me
parecía que lo estaba haciendo demasiado deprisa, pero al verme en el vídeo que
se grabó no lo percibo. En todo caso me dio la impresión de que Marcelo Luján tenía
muchas más tablas que yo en esta clase de eventos.
Voy a dejar a continuación
el texto que preparé para ese día (lo que llegué a hablar es parecido pero no idéntico).
Antes de mi intervención Marcelo Luján introduce el libro, y habla del cuento como
género narrativo. Y para finalizar Goizeder Lamariano nos habla de por qué se decidió
a publicar su libro, y lee el primero del conjunto:
Conocí a Goizeder en
enero de 2011. El mismo día que regresaba al colegio donde trabajo tras las
vacaciones de Navidad saltó la alarma de google en mi correo electrónico: una
entusiasta reseña de mi novela Acantilados
de Howth en su blog Cuéntate la vida
me alegró la semana (y el año) que empezaba.
Este verano Goizeder me
comunicó la buena noticia de que iba a publicar un libro de cuentos y me
preguntaba si yo querría presentárselo en Madrid. Y yo contesté que sí, claro.
Lo primero que llama la
atención de Cuentos pacientes es la
sugerente foto de portada, obra de José Luis Ollo, donde un hombre de espaldas,
al que acompaña una maleta, nos arroja un puñado de preguntas: ¿Acaba de llegar
a una ciudad o se marcha de ella? ¿Es esta su ciudad natal o es una ciudad
desconocida para él? ¿Deja a algún ser querido tras de sí o va a su encuentro?
¿De qué ciudad se trata? Preguntas que podrían constituir el punto de partida
de cualquiera de las 23 historias que presenta Goizeder Lamariano en su primer
libro de cuentos.
Goizeder ha divido su
libro en seis bloques: Cuentos de infancia, Cuentos pacientes, Cuentos eternos,
Cuentos queridos, Cuentos de Alemania y Cuentos Apasionados.
Casi todos, sin
descontamos el único cuento que constituye la sección alemana, son bastante
cortos. En unas 3 ó 4 páginas Goizeder crea una situación, y en muchos casos
acabaremos el cuento igual que al mirar la foto de la portada: llenos de
preguntas.
En el primero,
-perteneciente al bloque Cuentos de infancia- por ejemplo,
titulado Caramelos de menta, una niña de siete años, nos narra, desde
una inocente primera persona, la separación de sus padres. El momento es crucial,
la niña no sabe por qué sus padres ya no viven juntos –ellos no discuten como
los padres de uno de sus compañeros de clase, también separados- la niña y el
lector descubren una realidad más amplia que la narrada; y el relato se cierra
abruptamente cuando la niña trata de encontrar culpables a una realidad que se
le escapa. Y surgen las preguntas en el lector: ¿cuándo se dará del todo cuenta
esta niña de lo que de verdad ocurre con sus padres? ¿Cuándo aceptará los
cambios que se va a producir en su vida?
Y la particular visión
del mundo de los niños constituye la fuerza compositiva de estos Cuentos
de infancia, cerrados con la historia La resaca de Jaime, donde
la perspectiva cambia: ahora es el adulto el que evoca la infancia.
Los Cuentos pacientes abren otro
camino compositivo, puesto que se trata en gran medida de cuentos sobre
hospitales y enfermos. Un tema tan humano como el de la infancia del grupo
anterior, pero menos amable (en el supuesto de que los cuentos anteriores lo
fueran, que no lo eran).
Y en los Cuentos pacientes nos encontramos con la
fatalidad e incluso con las burlas del destino… cuentos que paradójicamente, en
algunos casos acaban bien o todo lo bien que puede acabar la vida. Mujeres
jóvenes que conversan con ancianas en el pasillo del hospital, y de la conversación
se podrán desprender secretos de vida o de amor.
En Cuentos eternos no
cambia sólo la perspectiva desde la que se mira la realidad (la infancia, la
vejez, la enfermedad…) sino que también se juega con el principio de veracidad
narrativa; puesto que en esta tercera parte nos encontramos sorpresivamente con
un grupo de cuentos de corte fantástico, con curiosas personificaciones de la
muerte, o incluso juegos macabros como volver a narrar la clásica –y también
eterna- historia del enterrado vivo.
Los Cuentos queridos
posiblemente reúnan las páginas más amables del libro, puesto que en ellos, a
diferencia de lo que uno suele esperar en un cuento de amor, más de una de
estas historias acaba bien; pero no todas, algunas como el cuento titulado La
inglesita, donde las últimas frases vuelven a llenarnos de preguntas e
incertidumbres.
En Cuentos de Alemania nos
encontramos con un único cuento de 26 páginas titulado El profesor de español,
un cuento que podría haber estado incluido en el primer bloque sobre la
infancia; ya que en él nos encontramos con una narradora adulta que evoca su
percepción del mundo a los 10 años, cuando sus padres decidieron emigrar de su
Navarra natal hasta la próspera Alemania de los años 60. Y allí descubrirá por
primera vez algunas de las aberraciones de la historia.
En éste, como en otros
cuentos del conjunto, la intención social puede hacer de enlace temático entre
bloques narrativos: el pasado y las guerras perdidas recorren buena parte de
estas páginas.
Y el conjunto se cierra
con Cuentos
apasionados, donde el amor de Cuentos
queridos da un paso al frente para transformarse en erotismo y en
sexualidad, cuentos que como aquellos pueden acabar bien o mal; pueden acabar
como la vida: de cualquier forma.
No querría acabar de
presentar el libro de Goizeder sin hablar de su estilo directo, de su gusto por
la narración oral y la pincelada viva; y que lo leí atentamente con la
intención de encontrar alguna errata o falta ortográfica que remitirle para la
sección de su blog Con premeditación… y sin ortografía, pero no pude. La
ortografía de estos Cuentos pacientes
es más implacable que la vida que reflejan.
Y así tras acabar los
23 cuentos de este primer libro de Goizeder Lamariano uno tiene la sensación de
haber leído más páginas de las 139 de que consta el volumen: los ecos de sus
historias sobre niños, enfermos o amantes; historias de un presente muy cercano
o de la Guerra Civil; de Pamplona, de Madrid, de Ibiza o de Alemania; historias
reales o fantásticas; historias entrañables o terroríficas… se expanden en
nosotros y al cerrar el libro y volver a mirar la portada seguiremos sin saber
a dónde se dirige ese hombre con su maleta, seguiremos sin saber si llega a su
ciudad natal o a una ciudad desconocida, si camina hacia alguien amado o huye
de un amor desgraciado, y desearemos de nuevo dejar volar la imaginación para
dar continuidad a su historia, para embarcarnos en todos los cuentos posibles,
para recrear o inventar su camino, sin final como la vida y como todos los
cuentos.
David, muchísimas gracias por acompañarme en la presentación y por compartirla con todos los seguidores de tu blog. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Goizeder:
EliminarEncantado de poder hablar aquí de tu libro. Aunque me sentí un poco nervioso al principio, fue una tarde agradable, con buena compañía.
Un abrazo.
David
Fue una presentación muy bonita :)
ResponderEliminarPor cierto, no sabía que habíamos sido "vecinos" de Móstoles, que es mi ciudad :)
Un saludo
Hola Inmael:
ResponderEliminarMe alegro de que pienses que la presentación salió bien, lo que comparto.
Sobre lo de Móstoles: creo que te lo escuché comentar por teléfono, pero no dije nada porque me ponto muy pesado con el tema.
Me mudé a Madrid hace dos años, pero sigo pasándome por Móstoles unas dos veces por semana (jueves y domingo).
Yo vivía en el parque Fátima, donde siguen viviendo mis padres.
saludos
que te pones muy pesado?? por?? me has dejado intrigado! jaja!
ResponderEliminaryo ahora vivo entre ciudad real y móstoles, mis padres en cerca del parque de bomberos, y yo ya he vivido en 3 pisos diferentes (ainss que desastre!)
ahora la ciudad está más fea y sucia que nunca :(
Hola Ismael:
ResponderEliminarSí, me pongo pesado porque aunque suene raro soy un nostálgico de Móstoles y me enrollo (en plan "en busca del tiempo perdido") hablando de los viejos tiempos y los barrios y eso... algo que mi novia de Madrid capital no puede entender...
¿Fea y sucia? no me digas esto de mi Móstoles...
saludos