Editorial Trabe. 114 páginas. 1ª edición de 2023.
En el verano de 2023 me escribió Pelayo Villanueva (Oviedo, 1987) un
amable correo electrónico proponiéndome el envío de su libro Luz
del Este, una primera novela con la que había ganado el Premio Asturias Joven en su edición de
2023. Como tantas otras veces, yo le contesté diciéndole que no me puedo hacer
cargo de libros como el suyo, porque para que mi canal o mi blog tengan sentido
debo elegir yo mis lecturas en mi escaso tiempo libre. Sin embargo, días
después tuvimos un pequeño desencuentro, a raíz de una broma que hice en mis
redes sociales, y para quitarnos el posible mal sabor de boca, le ofrecí a
Pelayo que me enviara su libro, que en algún momento lo leería. He tardado casi
un año en cumplir con mi promesa, pero aquí estoy al fin.
Villanueva me contaba que se le
ocurrió escribir la historia de Luz del
Este después de haber leído la novela La guardia (1954) del griego Nikos Kavadías, que fue el primer
título de la editorial Trotalibros y
que yo también he leído. En La guardia
se narran las desventuras de un grupo de marineros, que han de vivir gran parte
del año en altamar y que cuando desembarcar en tierra se relacionan
principalmente con prostitutas. A Villanueva se le ocurrió hablar de esa misma
historia, pero desde el punto de vista de esas prostitutas que esperan en una
casa del puerto a los marineros de un barco de paso. Luz del Este es el nombre
del barco del que las prostitutas de la novela esperan su llegada.
En el prostíbulo que va a ser el
escenario de la historia conviven siete mujeres, estando Casandra –una
prostituya ya mayor y casi retirada– al mando de la empresa. La novela comienza
hablándonos de la Niña, la más joven de todas y que, como indica su
sobrenombre, ha de vestirse como si fuera una niña pequeña, un puesto que,
dentro de unos años, será transferido a otra persona. «De todas ellas, era la
que todavía mantenía esas ganas, esa predisposición al gesto rápido y la risa
honesta, aunque al cabo de un par de años tendrían que buscar a otra que
cubriese ese hueco.», leemos en el primer párrafo de la novela, que marca ya la
idea de la importancia del paso del tiempo, de la vejez y el cansancio físico
de las protagonistas.
La acción principal de la
historia transcurre en el día previo a la noche en la que va a arribar al
puerto de la ciudad el barco llamado Luz del Este, cuya tripulación visita el
prostíbulo una vez al año. Las mujeres saben que atender a los marineros esa noche
es una gran oportunidad de negocio, que puede ayudar a mantenerlas a flote
durante una temporada, porque el burdel no pasa por sus mejores momentos.
Durante todo ese día se mezclarán las expectativas positivas que esa extenuante
jornada de trabajo puede traer para la casa, con los sentimientos funestos de
los peligros, los excesos o el cansancio que también puede traer consigo. Malos
presagios acechan el frío aire del día, la inminencia de la llevada se va
cargando de un simbolismo fúnebre.
Nunca vamos a conocer el nombre
de la ciudad en la que transcurre la historia y tampoco se dan fechas
concretas; pero, en un momento dado, por la calle pasa un carro y las mujeres
escriben sus cartas con tinta que ha de secarse. Estos dos detalles me hicieron
pensar que nos encontrábamos en la primera mitad del siglo XX.
Mediante el recurso de la
analepsis conoceremos las inquietudes y en algunos casos las historias, que se
pueden remontar hasta la infancia, de las mujeres que conviven en la casa. El
narrador, haciendo uso del estilo indirecto libre, se acerca de forma continua
a la conciencia de los personajes, a su relato más íntimo. Un recurso
estilístico que me ha llamado la atención ha sido el de usar preguntas, que son
las que se hacen las protagonistas de la novela, en su duda existencial
constante. Por ejemplo, leemos en la página 25: «Era posible que el cliente en
cuestión (en el caso de la Niña, que era la más cara, siempre se trataba de
gente de orden) se sintiera aún más atraído por esa señal de inmadurez que
enfatizaba el candor infantil del cuerpecito del que estaba a punto de
ocuparse. ¿Sería eso? ¿Debería dejar de estar pendiente la Niña y permitir que
su propia naturaleza la hiciera brillar? ¿O era mejor priorizar la sensatez, es
decir no dejar nada al azar, y seguir ciñéndose a las garantías del más
estricto orden?»
El estilo narrativo de Luz del Este es eminentemente poético.
De hecho, las formas narrativas a veces cambias, y algunos sucesos están
contados en forma de poema, marcándose los versos sobre la página. De este
modo, el capítulo tres es un poema de dos páginas. En algunas otras páginas, el
narrador omnisciente, que cede su voz a los personajes, se traslada
directamente a alguna de las mujeres, porque también se usa en la novela el
registro epistolar. La escritura de cartas (algunas de las cuales se escriben
para no ser nunca enviadas) es importante en la composición de la novela y será
clave para entender, al fin, su resolución dramática.
También, en un capítulo se usa la
estructura de diálogos propia del teatro, con el nombre del personaje en primer
lugar y luego su discurso. En este punto, un pequeño detalle me ha sacado un
poco de la novela: en una narración realista, donde el narrador omnisciente usa
un lenguaje poético, cuidado y a veces con un vocabulario no usual, en la
página 52 hace hablar a uno de los personajes secundarios, llamado Géricault,
de un modo no realista. «Te da miedo admitir algunas verdades, porque, al
admitirlas, las perderás para siempre. Te da miedo tomar decisiones valientes
que harán daño a las personas a las que quieres. Te da miedo, si me permites
ponerme poético, descubrir que te han mentido acerca del horizonte, porque hay
algo que te empuja hacia él por mucho que trates de frenarlo. Te da miedo
admitir que eres un producto de tu inercia, y te da miedo hacer algo al
respecto. Te da miedo darte cuenta de que has convertido tu maldición en un
palacio.»
Diría que el modelo del tono de
la prosa es la obra de Juan Carlos
Onetti. En Luz del Este la
atmosfera que se respira es triste y siempre decadente, como en la obra del
uruguayo, y los personajes siembre están a la deriva y no hay esperanza de
felicitad para ellos, como ocurre en la novela de Villanueva. En la página 52
se nos hablará de la carcoma que ha invadido la casa, la obra de este insecto
se convierte en símbolo de la zozobra no solo del escenario donde habitan los
personajes, sino también de la propia zozobra de los personajes. «Bien, el
momento de afrontar que había que varar la casa y arreglar su estructura o, en
el peor de los casos, mudarse definitivamente, había llegado. La carcoma
firmaba con su braille inverso cada rincón al que se dirigía la vista.»
Sin mucho fundamento por mi
parte, jugando a imaginar las estructuras de novelas que no he acabado de leer,
había pensado que una parte del libro iba a tratar de la inminencia de la
llegada de los marineros del Luz del Este al burdel, y la otra mitad a
describir esa interacción entre marineros y prostitutas. Pero esta segunda
parte sería, en realidad, la novela La
guardia de Nikos Kavadías, y no era la intención de Villanueva llegar hasta
ahí; así que su novela recoge esas horas previas al choque de dos mundos muy
distintos, pero que se acaban necesitando. Los primeros capítulos de Luz del Este me han causado una grata
impresión por la elegancia de la prosa y la madurez de la propuesta de
Villanueva. Sin embargo, según avanzaba en mi lectura sí he tenido la sensación
de que al autor le estaba costando salir de su propia morosidad narrativa, de
su dar vueltas en círculo sobre el dolor inamovible de sus personajes, y no
conseguía hacerlos avanzar hacia un desenlace narrativo. Los siete personajes
principales sí que se relacionan entre sí, pero en algún momento he tenido la
sensación de que las interacciones entre ellas no conseguían hacer que la trama
avanzara. Sí es cierto que, en el breve arco espacial de la historia (apenas
unas quince horas), se va a desarrollar un drama de consecuencias importantes
para los personajes, pero los hilos que atarán este drama le serán mostrados al
lector muy al final, dejando la construcción de la novela levemente
desequilibrada. Por supuesto, escribir una primera novela con menos de treinta
y cinco años y que todos sus elementos funcionen a la perfección es una tarea
complicada. Luz del Este muestra a un
autor joven con lecturas y con talento para crear algunas escenas e imágenes
notables, con capacidad para seguir avanzando en una obra solvente.
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