Excelente; gracias, David. He visto sus dos reseñas y, pese a ser chileno, debo decir que en literatura reciente Ud. está mucho más al día que yo(confieso ser poco inclinado a leer novedades). Pero en los clásicos puedo confirmarle que Hijo de ladrón de Rojas es un libro fundacional de la literatura chilena (es efectivamente el primero de una tetralogía, pero los otros se leen poco). De Droguett también valen la pena Eloy (las últimas horas de la vida de un bandolero real ultimado por la policía en 1946) y sus dos libros sobre la Matanza del Seguro Obrero (uno un libro reportaje, luego reescrito como novela con el título 60 muertos en la escalera). De Edwards destaco Persona non grata (un pariente suyo, Joaquín Edwards Bello, también fue un novelista muy prominente en la generación anterior). A Juan Emar no hay que tenerle miedo: es bastante vanguardista y surrealista, pero tiene un elemento de humor que hacen que leerlo sea una gozada (su libro de cuentos Diez, sus novelas Un año y Miltín 1934). Puedo recomendarle mucho a Adolfo Couve, también pintor, quien tuvo un proyecto literario muy perfeccionista y con gran influencia del realismo francés decimonónico. En poesía, de Neruda diría que lo mejor es por mucho Residencia en la tierra; Canto General también vale la pena, pero es bastante desigual. De Pablo de Rokha es notable su pantagruélica Epopeya de las comidas y bebidas de Chile. Andrés
En el caso de Donoso agregaría Coronación, una primera novela muy impresionante, llena de las obsesiones eternas de Donoso (la vejez, la decadencia de la antigua clase alta chilena, los deseos reprimidos, etc) y dos novelas breves que publicó juntas en 1990, Taratuta y Naturaleza muerta con cachimba, ambas muy logradas, pero bastante olvidadas, tengo la impresión.
Excelente; gracias, David. He visto sus dos reseñas y, pese a ser chileno, debo decir que en literatura reciente Ud. está mucho más al día que yo(confieso ser poco inclinado a leer novedades). Pero en los clásicos puedo confirmarle que Hijo de ladrón de Rojas es un libro fundacional de la literatura chilena (es efectivamente el primero de una tetralogía, pero los otros se leen poco). De Droguett también valen la pena Eloy (las últimas horas de la vida de un bandolero real ultimado por la policía en 1946) y sus dos libros sobre la Matanza del Seguro Obrero (uno un libro reportaje, luego reescrito como novela con el título 60 muertos en la escalera). De Edwards destaco Persona non grata (un pariente suyo, Joaquín Edwards Bello, también fue un novelista muy prominente en la generación anterior). A Juan Emar no hay que tenerle miedo: es bastante vanguardista y surrealista, pero tiene un elemento de humor que hacen que leerlo sea una gozada (su libro de cuentos Diez, sus novelas Un año y Miltín 1934). Puedo recomendarle mucho a Adolfo Couve, también pintor, quien tuvo un proyecto literario muy perfeccionista y con gran influencia del realismo francés decimonónico. En poesía, de Neruda diría que lo mejor es por mucho Residencia en la tierra; Canto General también vale la pena, pero es bastante desigual. De Pablo de Rokha es notable su pantagruélica Epopeya de las comidas y bebidas de Chile.
ResponderEliminarAndrés
Hola, Andrés:
EliminarMuchas gracias por tus recomendaciones. Me tengo que poner con Hijo de ladrón y con los libros de Jorge Edwards y el resto que me nombras.
Saludos
En el caso de Donoso agregaría Coronación, una primera novela muy impresionante, llena de las obsesiones eternas de Donoso (la vejez, la decadencia de la antigua clase alta chilena, los deseos reprimidos, etc) y dos novelas breves que publicó juntas en 1990, Taratuta y Naturaleza muerta con cachimba, ambas muy logradas, pero bastante olvidadas, tengo la impresión.
ResponderEliminarHola, Comte:
EliminarMás de una vez he tenido esas novelas de Donoso en las manos. A ver si me pongo con lo que me falta de su obra.
Saludos