Tema libre, de Alejandro
Zambra
Editorial Anagrama. 133 páginas. 1ª edición de 2019.
Ya comenté que a raíz de leer la
novela Poeta chileno de Alejandro
Zambra (Santiago de Chile, 1975) me cambié unos mensajes con el autor y
éste me hizo llegar los libros que tenía publicados en Anagrama y que yo aún no había leído. Así me puse con Mis
documentos (2014) que –como ya apunté– me gustó mucho. A continuación
empecé con Tema libre, que se publicó en 2019. Al principio yo pensé que
este libro era también de relatos. Explicaré ahora que mi idea no era del todo
cierta.
Tema libre está
formado por once textos. Los tres primeros se agrupan bajo el nombre Autorretratos
hablados y son conferencias que Zambra leyó en la Facultad de Filosofía
y Humanidades de la Universidad de Chile (Cuaderno, archivo, libro, 2013), en
la Biblioteca Nicanor Parra de la Universidad Diego Portales (El
niño que enloqueció de amor, 2014) y en la Facultad de Comunicación y
Letras de la Universidad Diego Portales (Tema libre, 2016).
En Cuaderno, archivo, libro Zambra nos habla de su paso por la misma
facultad en la que está dando la charla y de su vocación por la literatura.
«Querer escribir es un signo de optimismo, de ingenuidad.» (pág. 12). También
hablará de la importancia que tiene para él el hecho de escribir a mano (citará
a Mario Levrero y su Discurso vacío), a máquina o a
ordenador. Esta es una obsesión compartida con Mis documentos. «Soy hijo de un informático y una digitalizadora,
por lo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que les debo la vida a los
computadores.» (pág. 19). Si bien en un momento de la charla habla del impulso
que le llevó a imaginar a los protagonistas de Bonsái, aquella pareja joven que fingía haber leído a Proust sin
haberlo hecho, pasará a hablar de un modo cariñoso e irónico del ambiente de
poetas que conoció en su juventud, un ecosistema artístico que reproducirá en Poeta chileno. Descubro un dato
irrelevante, pero que me ha gustado saber: Las
aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain, publicado entre 1876 y 1878, es la
primera novela de la historia de la literatura que fue escrita directamente con
una máquina de escribir.
En El niño que enloqueció de amor
Zambra hace una lúcida defensa de la lectura por placer. Me ha llamado la
atención saber que fue profesor de Lengua y Literatura en un colegio privado.
«Esto es clave, pienso yo: lo que nos importa de un libro está asociado a la
sensación de que hay algo que no entendimos del todo. La felicidad de la
lectura está asociada a la posibilidad de la relectura.» (pág. 34).
También conoceremos su bloqueo ante
la lectura de novedades literarias para hacer reseñas (algo que yo también he
llegado a experimentar). «Había convertido el ocio en negocio, en obligación.
Había contaminado irremediablemente el espacio de la lectura y de la
escritura.» (pág. 35)
En Tema libre se habla, precisamente, de una invitación de la
Universidad Diego Portales en la que proponen a los escritores escribir sobre
lo que quieran. Zambra lo hará de sus impulsos de escritura y perorará sobre
dos de sus textos en los que considera que fracasó, relatos que no llegó a
incluir en ninguno de sus libros. «Si el texto fracasó fue porque nunca
conseguí desprenderme del tema.» (pág. 48)
Tengo la impresión de que los temas
de estas tres conferencias guardan relación con los textos ensayísticos de No
leer, un libro sobre la relación de Zambra con la literatura.
El segundo bloque del libro
–titulado Ropa tendida– empieza con los dos textos de los que hablaba en
la conferencia anterior. El primero, La novela autobiográfica, ocupa tres
páginas y parecen unos apuntes sobre un amigo escritor que le hizo una
entrevista con preguntas hechas, a petición de un editor. Es un texto
simpático, pero a una altura inferior a la que Zambra nos tiene acostumbrados.
El amor después del amor es un cuento
completo, un cuento de fondo humorístico, con un narrador, que evoca un
episodio de su adolescencia, muy cercano a ese narrador de las historias de
Zambra que se parece a él. Posiblemente este cuento sea un descarte de Mis documentos. ¿Podría haber estado
dentro de este libro? Sí, no lo desmerece, pero, en cualquier caso, hubiera
sido uno de los cuentos más flojos de Mis
documentos, sin ser un mal cuento.
El cíclope es otro
texto breve de características similares a La
novela autobiográfica, una narración breve en la que Zambra evoca a una
amiga. Un texto que se lee con agrado y sin mayor transcendencia.
Penúltimas actividades parece otro
relato descartado de Mis documentos o
de otra colección similar. Un relato escrito, más o menos, a modo de decálogo
sobre cómo escribir o cómo comportarse en la vida.
La tercera parte del libro se titula
Léxico
familiar y está formado por unas crónicas que creo que Zambra ha
publicado en alguna revista o periódico. Son los textos más íntimos del
conjunto y posiblemente los más valiosos.
En Por suerte estamos en México
y Así
que esto es un terremoto Zambra rememora sus experiencias con la
emigración desde Chile a México y compara los terremotos chilenos y mexicanos
que ha vivido. Aquí nos habla de Jazmina, su esposa mexicana, y de su embarazo;
más tarde nos hablará de su hijo. De este modo, estos textos son de los más personales
que le he leído al autor. Si uno tiene la sensación al leer una novela como Formas
de volver a casa o algunos cuentos de Mis documentos que la
literatura de Zambra pertenece, en gran medida, al subgénero de la autoficción,
al leer las crónicas de este bloque se dará cuenta de que, aunque en sus
novelas y cuentos recrea episodios de su vida, también los modifica a su antojo,
siguiendo sus intuiciones literarias. De hecho, aquí explica las diferencias
entre cómo narró su experiencia del terremoto de Chile en 1985 en Formas de volver a casa y cómo fue la
experiencia en realidad (lo que podría ser también otra forma de autoficción,
otra nueva capa en el ejercicio autoficcional).
En Traducir a alguien Zambra
evoca un recuerdo sobre el que ya había leído en Mis documentos: en el colegio una profesora chilena de inglés le
puso mala nota a un compañero que había crecido en Estados Unidos y que era,
por tanto, perfectamente bilingüe. También hablará de su trabajo de
teleoperador internacional a los veintitantos años, experiencias que le
sirvieron para crear el cuento Larga distancia.
En Traducir a alguien (I) y Traducir
a alguien (II) Zambra habla de su relación con el inglés, desde que lo
empezó a aprender en el colegio. También de su experiencia como chileno en
Estados Unidos, y su capacidad o incapacidad para leer en inglés o para
traducir alguna novela del inglés al español. Es curiosa la reflexión sobre que
sus libros traducidos al inglés, al leerlos en este idioma, le parecen escritos
por otro. Zambra tiene miedo de que al vivir en México acabe perdiendo su
acento chileno.
Ya hablé de mi entusiasmo por Mis documentos, un conjunto de cuentos
que me ha parecido de los mejores que he leído en los últimos años. He leído a
continuación Tema libre y me ha
gustado, pero mi entusiasmo es menor. Mi sensación es que Mis documentos es un libro de relatos muy pensado y trabajado y que Tema libre es un libro entregado a los editores más a petición de
estos que por voluntad del propio autor. Alejandra Zambra es uno de los autores
latinoamericanos más prestigiosos ahora mismo y diría que posiblemente sea uno
de los buques insignia de Anagrama, un autor reputado y al que también
acompañan las ventas. Cualquier editor querría tener a un autor como Alejandro
Zambra en su catálogo y publicarle nuevos libros. En Tema libre tenemos tres charlas de encargo para centros culturales;
cuatro relatos, que parecen descartes de Mis
documentos; y cuatro crónicas, que Zambra ha debido de publicar previamente
en revistas. Si Zambra fuese un músico, Tema
libre sería su disco de rarezas y caras B. ¿Me ha disgustado leerlo? En
absoluto, me ha gustado, pero también entiendo –o he de apuntar– que Tema libre no sería un buen libro para
iniciarse en la lectura de Alejandro Zambra. Tema libre es un libro para fans del autor, para lectores que, como
yo, después de haber leído todos (o casi todos) sus libros estamos ya
entregados y queremos conocer más vericuetos de su obra; cómo, por ejemplo,
aquí, nos parece que la prosa es más autobiográfica que la de las novelas.
Espero leer pronto el ensayo No leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario