domingo, 28 de octubre de 2012

Fruta podrida, por Lina Meruane


Editorial Fondo de Cultura Económica. 187 páginas. 1ª edición de 2007.

El mismo día de mayo que acudí a la librería Juan Rulfo de Moncloa con la intención de comprar Ferrocarriles argentinos de Elvio E. Gandolfo, curioseando entre los anaqueles de literatura hispanoamericana, me encontré con esta novela de Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970); un libro importado desde América al razonable precio de 12 euros. Como me había entusiasmado la lectura, unas semanas antes, de su última novela Sangre en el ojo, me apeteció llevarme también este libro, que no he leído hasta 4 meses más tarde.
Me resultó curioso que al ir a pagar la cajera comentara que le sonaba mi cara (algo que siempre me ha ocurrido, debo tener una cara muy familiar de español medio) y que después me preguntara si era amigo de Lina. Esto último me hizo más gracia que la pregunta anterior. Parecía un hecho extraño que en un librería de clara vocación literaria un lector comprara un libro de una escritora porque había leído ya una obra suya y le había gustado: la literatura acabará siendo igual que una red social, llegará a ser sólo un vínculo de un grupo de amigos, y escribo esto justo cuando acabo de desayunar –un sábado de septiembre– con la noticia de que la segunda novela de una famosa bestsellera se lanza con una primera edición de 350.000 ejemplares. La literatura con intencionalidad literaria ya, exenta de lectores, va quedando relegada a un reducto mínimo, a libros comprados por familiares y amigos, que leerán esos libros con condescendencia mientras piensan que la verdadera literatura es la de la bestsellera porque vende y porque es lo que leemos todos (estuve por error en una charla suya y durante una entrevista de una hora no llegó a citar, la bestsellera, a ningún escritor, cuando he estado en charlas de Rodrigo Fresán o de Enrique Vila-Matas y, además de que ya de por sí su discurso es literario, no cesan de nombrar a autores).

Fruta podrida es la tercera novela de Lina Meruane, que consiguió el Premio a la Mejor Novela Inédita de 2006 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en Chile.

Me ha llamado mucho la atención los fuertes paralelismos que podemos encontrar entre esta novela y la siguiente de la autora, Sangre en el ojo. Como en esta última, en Fruta podrida también nos encontramos con la presencia obsesiva de la enfermedad y los hospitales. Aquí Zoila sufre una fuerte diabetes, y una de las posibles soluciones a su mal sería un trasplante de hígado.
Como en Sangre en el ojo, en Fruta podrida también nos topamos con una morbosa dependencia del otro. Si en la primera, Lina –la protagonista que pierde la visión– se aferra a su novio Ignacio, en la segunda, Zoila lo hace de su hermana mayor, María, con quien convive y de quien depende económicamente. María ha tomado sobre sus hombros la dura tarea de salvar a su hermana, que parece empeñada en dejarse morir: “Por qué no concederle la posibilidad instantánea de una muerte que yo misma he deseado siempre, algo que de a poco se ha ido volviendo posible” (pág. 112).
En las dos novelas la presencia de medicinas, hospitales, muertes, ideas sobre la vulnerabilidad del cuerpo, los trasplantes casi de ciencia ficción... son apabullantes.

También en las dos novelas se crea un contraste entre el eficiente y frío Norte (Estados Unidos) y el caótico y disperso Sur (Chile).

El estilo también está en gran parte compartido entre las dos novelas: un lirismo enfermizo, que además en Fruta podrida se interrumpe con poemas que, como descubriremos, están escritos por Zoila: “Esos cuadernos llenos de mapas, de poemas, de recortes sobre hospitales y enfermedades; todos esos cuadernos de composición donde has anotado y memorizado los síntomas y diagnósticos, cuadernos que te han convertido en la especialista en células, en complejos sistemas defensivos, en mutaciones virales y en la resistencia de las bacterias... El lenguaje del organismo es el único que verdaderamente comprendes: ese idioma es tu única lengua y es tu mejor arma de ataque” (pág. 124).
Quizás en Fruta podrida la extrañeza ante el texto es mayor que en Sangre en el ojo, una extrañeza que al comentar este último libro (ver AQUÍ) llamé expresionista, y en el anterior podría ser también expresionista, pero que se acerca más al surrealismo.

En Fruta podrida los enfoques compositivos son más diversos: además de los poemas comentados, una primera parte de la novela está narrada en tercera persona, dos más por la primera de Zoila, y una última por la enfermera de un hospital de (posiblemente) Nueva York, que hasta ese momento no tenía nada que ver con la historia.

En realidad podría apuntar que Fruta podrida me parece una versión menos lograda de Sangre en el ojo; una obra anterior en la que Meruane da salida a temas que le obsesionan (la enfermedad, la dependencia...), pero que no es hasta Sangre en el ojo (apoyada en el trabajo de experimentación y búsqueda que ha realizado en su novela anterior) cuando el sentido y la forma se aúnan para crear una de las grandes obras de la nueva narrativa hispanoamericana.

Todo en Sangre en el ojo fluye de forma más clara que en Fruta podrida: en aquélla, la primera persona de Lina narra la historia completa, y así el avance temporal –la adecuación entre lo contado y su evolución narrativa– se muestra de manera más eficiente.
En Fruta podrida la obsesión sobre la enfermedad y la muerte es demasiado apabullante; en Sangre en el ojo esa obsesión está, pero de forma más sugerida, más sutil, lo que paradójicamente hace que cobre más fuerza.

Las relaciones causales entre los hechos (si bien contienen alguna pincelada expresionista) me parecen más lógicas en Sangre en el ojo. Es cierto que en Fruta podrida comprendemos desde el principio que el texto no aspira a la verosimilitud narrativa, pero su propia naturaleza surrealista (su planteamiento de hechos exagerados o distorsionados) rompe en alguna medida el pacto entre lo contado por el autor y lo asimilado por la experiencia del lector. Y esto me ha conducido a leer la última parte de la novela, Pies en la tierra, donde la primera persona de la enfermera antes citada habla con una mendiga en el banco de un parque, que el lector entiende que es Zoila (convertida en terrorista de hospitales), con una creciente fatiga, ya que el discurso expuesto por este personaje no difería demasiado por el asimilado ya en partes anteriores desde la primera persona de Zoila.

Así que vuelvo a recomendar la lectura de Sangre en el ojo, que como escribí en su día es “una novela angustiosa y eléctrica, potente y rítmica, escrita con un lenguaje muy trabajado –prolijo en metáforas y chilenismos–, que nos hacen pesar en una narradora ya madura”, y como reflexión personal anoto la idea de haberme percatado –una vez más– de lo difícil que es escribir un gran libro, de cómo el autor (en este caso autora) ha de ir ensayando enfoques, ideas, pulsos narrativos...

17 comentarios:

  1. Hola:

    Entro a dejar un comentario en esta entrada, más que por la reseña del libro (que no he leído), por el apunto que has hecho, a vuelapluma, del carácter de "red" y de "social" de la literatura y, también, del tono literario (entendiendo, por mi parte como metaliterario, de los discursos de Fresán y Vila-Matas -por un lado- y la que imagino Dueñas, por el otro).

    ¿Puede no ser, el establecimiento de vínculos entre escritores y lectores, una consecuencia obligada del hecho mismo de dar a la luz lo que se escribe, sea en el soporte que sea, o el momento del que se trate? ¿No es esa misma la razón fundamental de hacer público lo que se ha escrito?

    En cuanto a la metaliteratura (como parte fundamental del discurso de un escritor). Sospecho que no todo el que escribe pretende ser un literato. Supongo que el conjunto de los literatos forma parte del conjunto de los escritores, de forma que todos los literatos serían escritores (o aspirarían a serlo) y no todos los escritores serían literatos (imaginado que, pudiera ser posible, un grupo que renegara de que se les considerara como literatos por el mero hecho de ponerse a escribir).

    Gracias, como siempre, David por tus crónicas y tus reseñas. Tienes una extraña facilidad para conseguir que me haga preguntas. Espero que haber dejado algunas de ellas, aquí expuestas, no te suponga una molestia.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Alberto:

      Como ves no he nombrado a la "bestselera" en mi entrada, y normalmente no suelo entrar en estas polémicas. Mis padres, sin ir más lejos, leen este tipo de libros bestseleros. Ellos leen, yo leo, pero casi nunca coincidimos. A veces me da rabia estar tan solo en esto de la lectura. Y más rabia me da pensar que de un libro como "Sangre en el ojo" se han vendido en España menos de 1.000 ejemplares (lo que puede hacer que libros como este dejen de publicarse), y de otros de mucha peor calidad literaria se venden por millones.
      Y vale, no todo el mundo debe leer lo mismo, debe haber espacio para todo, pero al final, como se dice en economía, se cierra el mercado: al final los libros que aspiran a la calidad literaria pueden no publicarse y además la gente a nivel de la calle se cree que el mejor escritor de España es el que gana el premio Planeta, tal cual. Ya estoy harto de que me preguntes, como escribo, que cuándo voy a ganar el Planeta.
      Pues hombre, cuando me haga presentador de televisión, de radio... y Planeta me llame para ofrecerme el premio.

      En realidad estoy un poco de bajón porque la semana pasada se cayó un proyecto de publicación que tenía: el director de la colección había aprobado la publicación de mi libro (un director prestigioso en su campo, el relato), y el editor al final me dice que la cosa está muy mal, y que tiene que tomar decisiones de supervivencia, y que yo soy muy novel y que no espera que pueda vender mucho y se cae mi libro. En una editorial que ya habría podido suponer el salto a las reseñas en Babelia, el Cultural.

      Imagino que esta editorial edita unos 1.000 libros por volumen, y para recuperar costes debería vender unos 300-400. Lo que no esperaba que ocurriese con mi libro.
      Pues nada a que me preguntes mis familiares que para cuando el Planeta.

      Gracias por tu comentario.
      Saludos

      Eliminar
    2. Un debate imposible el de María Dueñas. El mercado... bueno, qué te voy a contar.

      Siento mucho la caida de ese libro tuyo, en serio. Bueno, ya sabes que lo digo en serio. Yo, que me he leído Acantilados y he ojeado a la Dueñas no tengo duda de quien es mejor por lo que sí, es todo muy injusto.

      Un abrazo, David.

      Eliminar
    3. Una putada. De verdad. No sabes cómo lo siento.

      Mucho ánimo.

      (((Intentando que sirva como palabra de aliento: Con esto de internet has podido conocer y llegar a personas con intereses parecidos a los tuyos. Eso te debe ayudarte a sentirte menos solo. Supongo))).

      Abrazo.

      Eliminar
  2. Tanto insistir, tanto insistir.... venga va, empiezo Sangre en el ojo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Tongoy, a mí Sangre en el ojo me parece muy bueno; y me puedo imaginar que va a gustarte. Ya me contarás.

      saludos

      Eliminar
  3. Parece interesante, ¿se vende en librerías?
    Un abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Humberto, en Madrid podrías encontrar Fruta podrida en la librería Juan Rulfo o en la Iberoamericana.
      En España sería más fácil encontrar Sangre en el ojo, y yo la recomendaría más.

      Encantado de que te pases por ahí, bienvenido.

      Eliminar
  4. Hola Tongoy y Alberto:

    Sí, la verdad aunque ya me veía venir lo del libro que comento, tenía esperanzas hasta la semana pasada, que se confirmó que no. Me dice el editor que en circunstancias normales lo hubiera sacado, pero que con la crisis yo soy demasiado novel... Bueno, parece un buen tipo. Y queriendo ser optimista es mejor saber que tienes calidad para estar ahí que pensar que nunca la has tenido.

    Y sí Alberto, de ahí el blog: poder hablar de libros con gente que tiene intereses parecidos a los tuyos. El blog me ha dado algunas satisfacciones muy interesantes, como conocer a gente que no podría haber conocido de otro modo.

    Creo que tampoco tiene sentido convertir en el Mal a alguien como Dueñas que no tiene culpa de nada de lo que me pasa a mí, y me doy cuenta de que quizás yo sueno a presuntuoso, porque creo la dicotomía Dueñas-Meruane, y yo me incluyo en el club de Meruane, cuando ella escribe bastante mejor que yo.

    Un abrazo a los dos
    David

    ResponderEliminar
  5. Hola David.
    Cuando leí que pones "la literatura acabará siendo una red social" me sonreí porque me acorde de un reportaje a Bioy Casares donde decía algo parecido sobre el futuro de la letras escritas en libros, dijo algo como "será un señor en un puesto que venderá cosas rarisimas",(en plan hobby) un poco exagerado pero bue... pero siempre me pregunté sino sería algo parecido. Me lo ratifica tu post jaja. Y con respecto al rechazo del proyecto, solo te digo, cuando se cierra una puerta se abren diez, animo! Saludos!
    Tarsicio

    ResponderEliminar
  6. Hola Tarsicio:

    Sí, es una polémica inagotable esta de los libros literarios frente a los libros bestsellers o de entretenimiento (que no sé cómo entretienen a nadie porque suelen ser aburridos).
    Lo hablaba con un amigo escritor: va a pasar con las novelas literarias lo mismo que con la poesía, el único género literario que tiene a más creadores que a receptores de la obra.

    Y quizás lo más raro es pensar que el ciudadano medio relaciona dotación de un premio económico o número de ventas con calidad literaria. En realidad en la mayoría de los casos -no en todos, también hay, por fortuna, bestsellers de calidad literaria- la relación es inversa.

    Gracias por tus palabras de ánimo. Ya se me pasó el disgusto, y tras eso queda lo único importante: saber lo que disfruto leyendo y escribiendo.

    saludos

    ResponderEliminar
  7. En realidad, David, el hecho que comentas no es futuro, es la cotidianeidad. En todo caso, me gustaría saber cuantos libros se vendían en los años que publicaba Baroja en vida, o Machado, y ver si no vendían más otro tipo de libros de usar y tirar. Seguro estoy de que incluso ahí no hemos inventado nada, mecachis.
    Siento francamente lo de tu libro. En esta selva, ocurren cosas así. Esto no quita que los pocos que somos amiguetes de las gacelas no nos joda lo que hacen los leones (que cada vez leen menos, deberían cambiar su nombre)

    ResponderEliminar
  8. Hola detective:

    Sí, me imagino que es como tú dices. Lo leí no recuerdo dónde: cuando salió "El ruido y la furia" de Faulkner vendió ese año 300, y daban el nombre del bestseller del momento, un libro del que nadie recuerda nada ahora.
    La mayoría de los libros que hoy son bestsellers serán nada en 20 años, y de los libros literarias quedarán 2 ó 3, y todo lo demás desaparecerá.

    Aunque a veces parece que pasa en más ámbitos de la vida: la disociación entre calidad y público. Lo hablaba hoy con Mussi: la música popular en España de los 80 era mucho mejor que ahora. Pero en realidad sigue habiendo música pop buena, La habitación roja, Manos de topo.. lo son, pero son muy desconocidos frente a los grupos pop buenos de los 80 que estaban en sintonía con el público.

    saludos

    ResponderEliminar
  9. Hola David, hace tiempo que te sigo, aunque no había dejado ningún comentario.
    A mi los bestsellers no suelen gustarme, aunque algunos los leo pr pura curiosidad.
    En principio los libros que tratan de enfermos, enfermedades y hospitales me producen mucho agobio, así que éste lo voy a dejar pasar.
    Besos

    ResponderEliminar
  10. Hola Marian:

    Creo que empecé a hablar en esta entrada de los bestsellers para crear un conraste, pero yo normalmente me mantengo fuera de estas polémicas. Prefiero buscar los libros que creo que me van a gustar y dejar de lado los otros. Aunque estoy pensando leer alguna vez el bestseller de moda y ver qué me parece, por curiosidad, como tú dices.

    Pues si te agobian los libros sobre hospitales es posible que los libros de Lina Meruane te agobien.
    Le han dado hace poco un premio en la feria de Guadalajara a Sangre en el ojo (este agobia menos), que es un gran libro.

    Pues muchas gracias por seguir el blog y por dejar al fin un comentario. Deja todos los que quieras, siempre serán bienvenidos.

    un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Para mí la literatura es la verdadera red social, yo he aprendido en esos hilos de enlaces que me ofrecía, además, cuida ese interior nuestro haciéndonos felices y si, por último, encuentras escritores que también la aman, ¡qué mayor complicidad y amigos!

    Aunque también transito por facebook, eso para mí es como un paseo de tarde en tarde diciendo adios a quien te encuentras.

    Gracias por tus reseñas y los hilos que unen.

    ResponderEliminar
  12. Hola Isaber:

    Sí la verdad es que podemos estar agradecidos al mundo de los blogs por poder acercar a personas con inquietudes parecidas, en puntos del planeta tan lejanos.

    Gracias por pasarte.

    saludos

    ResponderEliminar