Editorial Alfaguara. 205 páginas. Edición de 2008.
Durante al menos los dos últimos años, los interesados en la literatura nos hemos topado continuamente -en Internet, suplementos culturales, propuestas editoriales…- con el nombre de Agustín Fernández Mallo y su propuesta Nocilla.
Después de haber leído opiniones sobre sus libros a favor y en contra, sentí cierta curiosidad por su escritura, y, aunque procuro no sucumbir a las modas, aprovechando que este libro, Nocilla experience, me lo regalaron por mi último cumpleaños, lo he leído durante la semana pasada.
Según las propias palabras de Fernández Mallo, los valores de este libro, y los de sus seguidores, se basan en su materialización como cúspide de lo moderno. Desplegando sus teorías, Fernández Mallo nos ha llenado los oídos de términos como afterpop, postpoesía… ideas siempre jóvenes, posteriores a algo real o impreciso, una narrativa acorde a los tiempos actuales. Y siguiendo la lógica desprendida de las nuevas tecnologías, sobre todo a raíz del uso de Internet y su captación rápida de la realidad, propone una escritura a saltos o fragmentos.
Lo primero que me gustaría apuntar para hablar de este libro es que el simple concepto de moderno no puede en ningún caso, al menos para mí, equiparse o sustituir al de calidad literaria. Una novela del siglo XIX (estoy pensando en La educación sentimental de Gustave Flaubert) nos puede transmitir mucho más y entroncar perfectamente con el espíritu de nuestra época que algo escrito ayer o incluso que se va a escribir mañana (y por tanto, siguiendo la lógica afterpop, más moderno y mejor).
Una de las primeras reflexiones que me vienen a la cabeza sobre la supuesta modernidad de un libro como Nocilla Experience, es en realidad la sensación de propuesta caduca y avejentada. Remitiéndome simplemente a los libros comentados en este blog, Macedonio Fernández ya practicaba esa idea de fragmentalidad en el Buenos Aires de la década de 1920, como pude comprobar leyendo Una novela que comienza. Aquí Macedonio arrancaba con una novela, lo dejaba, comentaba algo personal, hacía un prólogo sobre una novela inexistente… mareaba al lector llevándole de aquí para allá, le contaba luego un chiste… Leyendo Prisión perpetua de Ricardo Piglia, en un momento del libro comienza a hacer microrrelatos, cambia de escenario, de personajes, hace un aparte, un apunte… esto en la década de 1980.
Fernández Mallo parece dar mucha importancia, también, al hecho de expresarse con metáforas que hagan referencia al mundo de los ordenadores o la televisión. Algo que ya leí de adolescente, cuando era un lector aficionado a la ciencia ficción, en libros como Neuromante de William Gibson, publicado en 1989.
“La vida es como un anuncio de teletienda del que han quitado el producto”, escribe Fernández Mallo desde la modernidad de 2008.
“El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto”, escribe William Gibson desde la modernidad de 1989.
Desmontado el primer supuesto logro del libro, su comentada modernidad, su afteralgo, no nos queda más remedio que analizar simplemente el texto, como un libro más, desprovisto del brillo de ocurrentes teorías que lo sustenten (literatura mutante, literatura de la guerra de las galaxias…)
Al menos un tercio de este libro de 205 páginas no está escrito por Fernández Mallo: copia la voz en off de Apocalipsis Now repetidas veces, fragmentos de un libro llamado El pop después del fin del pop de Pablo Gil, entradas de la Wipikedia… (Se me está ocurriendo, así de repente, crear un movimiento literario nuevo al que llamaré el postafterpop: consiste en escribir una novela en código binario, para centrarme en el lenguaje propio de la informática, 000100111010 etc, y entre medias meter fragmentos de Tolstoi y Joyce, lo completaré con fotocopias de los extractos que me extiende el cajero automático cuando consulto mi saldo, y encima en fosforito la palabra SHIT).
Sobre la parte del libro que sí escribe Fernández Mallo: existen varios personajes, un tipo que vive en una azotea y tiende en las cuerdas de la ropa hojas con teoremas matemáticos, una chica que es paleontóloga y vive en Londres, un percebeiro gallego que compra ordenadores de segunda mano, un hombre que trabaja moviendo una grúa en el puerto de Nueva York, unos tipos que viven en una granja de cerdos en un edificio, unos niños que atraviesan fronteras en la extinta URSS a través de unos túneles, un marine americano en Irak, un tipo que sale a correr…
Los fragmentos de unos personajes se van alternando con los de los otros.
Fernández Mallo cita a Borges cuando habla de sus influencias literarias. Es cierto que se percibe el gusto de Borges por la mezcla de referencias cultas y populares. En la página 74 se habla del proyecto postpoético y en la creación de un libro con partes de otros que parece una idea de Borges. También se siente la lectura de Bolaño sobre la creación de escenas donde aparecen los personajes de F. Mallo, incluso la imitación: ya he dicho que hay un personaje que escribe teorías matemáticas en hojas y las cuelga en las cuerdas de la ropa, como hace el personaje de Amalfitano en 2666. En una nota final F. Mallo hace una aclaración sobre este hecho: nos trascribe un correo que le manda David Torres, donde éste le dice a Mallo que existe en su libro una coincidencia con el de 2666. Y Mallo nos dice que él no había leído ese libro. Es decir Mallo tiene la suerte de tener una coincidencia genial con Bolaño. Aunque también David Torres le podía haber escrito: ey F. Mallo hay un tercio de tu libro que no lo has escrito tú, es de la peli Apocalipsis now, la Wikipedia, y un libro sobre el pop… esto de copiar así directamente debe de molar y ser muy alfterpop y eso. Lo demás son coincidencias geniales.
O David Torres le podía haber escrito en su correo: Ey, Fernández Mallo, ese tío que sale a correr desde su casa y llega a Alaska ¿no hace lo mismo que Forest Gump? ¿Por qué tener coincidencias geniales con Bolaño mola y con Forest Gump no?
Los personajes de F. Mallo nos muestran su extrañeza ante el mundo: una extrañeza que proviene del azar de un dado en el juego del parchís, y sobre todo derivadas de ideas artísticas, como decorar los chicles pegados al suelo de Londres, o recorrer Estados Unidos en un coche de madera, y esta extrañeza parece un recurso literario de Bolaño, pero F. Mallo se ha olvidado de algo que sí hace Bolaño: éste crea personajes con entidad, con recorrido en el mundo, con heridas, sufrimientos, con vida... Los personajes de Mallo hacen cosas supuestamente poéticas o extrañas pero nunca llegamos a saber por qué. Muchas metáforas sobre la piel y las superficies tiene Mallo, como un juego paródico consigo mismo y su imposibilidad de penetrar más allá de la piel de sus personajes. Al no evolucionar, pronto perdemos el interés por ellos, en realidad nos acaba dando lo mismo que paseen en moto viendo carteles publicitarios, porque ¿para qué lo hacen?
Siendo Mallo físico, supuse que iba a hacer uso de sus conocimientos científicos para crear en el lector un replanteamiento del mundo y la realidad, algo que hablase de una teoría de partículas humana o algo así, y trata de hacerlo, pero siempre de nuevo desde la superficie. Y llegamos aquí a lo que creo que es la clave del movimiento Afterpop: gente como Macedonio F. cuando escribían sus libros vanguardistas lo hacían con una voluntad de juego y de marginalidad, F. Mallo escribe con una voluntad de juego pero no de marginalidad, sino que por el contrario su propuesta y sus intereses son puramente comerciales.
El mercado lo suelo hacer periódicamente (yo soy profe de eso, también pasé por la facultad de físicas): un estudio de mercado para ver qué segmento del público no tiene el producto que necesita. El resultado del estudio es el siguiente: existen veinteañeros o treintañeros que habitualmente no leen, les gustan las películas, los videojuegos, la ropa, y encontrar novedades dentro de la música pop. Las conclusiones del estudio son: tenemos que captar a este público, y, como hacen ahora los publicistas de la televisión con sus anuncios donde fomentan la nostalgia por la infancia perdida de los treintañeros (los playmovil, el grupo Parchis), F. Mallo con habilidad (esto hay que decirlo) crea un producto para ellos: el concepto nocilla, reconocido por consumidores de música pop, con esa nostalgia infantil de la que hablábamos. El producto no debe de ser demasiado sesudo, o sofisticado, o marginal: se debe deglutir rápido, debe conseguir alguna sonrisa, así se citan a grupos musicales patrios como Astrud, propios de modernos pop, y se elude la introspección filosófica, ¿qué puede hacer sonreír a los treintañeros pop? Uhhmm, pues, hombre, un buen chiste de pedos no debe sobrar, y ahí va en la página 92.
Digamos que aquí hay algunas trazas de Borges y trazas del programa televisivo Muchachada nui: el público de la música pop ve este programa y allá va algún guiño, usando términos como “merienda-cena” o “esquijama”.
Y no hay que olvidar otra de las claves del pop: sé original, pero tienes que hablar de amor adolescente, de esas primeras miradas. Y allá va ese marine americano que entra con una cuerda en una casa irakí y se enamora a primera vista de una mujer irakí… y estribillo de nuevo, venga ahora metemos otro trocito de Apocalisis now…
Y yo que estuve por la facultad de Administración y dirección de empresas, y aprobé el examen de estudios de mercado, me digo: adelante postpoéticos, qué hay de malo en mirar al mercado y adaptarse a él. Así triunfaron en los 80 las empresas de coches japonesas con sus técnicas Just in time, y así Zara ha conquistado el mundo. Otra cosa es ¿esto es muy moderno para mí, o lo moderno es un concepto que a mí me interese?, ¿esto me interesa, esto cumple mis expectativas como lector, es decir me habla de una sociedad, de los conflictos del ser humano consigo mismo y el entorno? La respuesta es NO.
Creo que ya se ha caducado el tiempo de mi movimiento postafterpop, y he decidido fundar otro nuevo llamado el afterpostafterpop: consiste en una vuelta a los orígenes (es un poco hippy mi movimiento) dedicarme a leer a Stendhal, Dostoyevski o Flaubert, disfrutar de su creación de personajes y recreación de una época, de la fuerza narrativa de sus historias… disfrutar de ellos y aprender a escribir.
Mi movimiento no es excluyente, se permite citar a Fernández Mallo: “A mí eso de escribir una novela con introducción, nudo y desenlace me parece muy difícil”, y como diría Bolaño “Cuando dices lo que te apetece también tienes que estar dispuesto a escuchar lo que no quieres oír”.
¿Joaquín Reyes, gurú afterpop de Muchachada nui, para cuando un Celebrities con Fernández Mallo?
Después de haber leído opiniones sobre sus libros a favor y en contra, sentí cierta curiosidad por su escritura, y, aunque procuro no sucumbir a las modas, aprovechando que este libro, Nocilla experience, me lo regalaron por mi último cumpleaños, lo he leído durante la semana pasada.
Según las propias palabras de Fernández Mallo, los valores de este libro, y los de sus seguidores, se basan en su materialización como cúspide de lo moderno. Desplegando sus teorías, Fernández Mallo nos ha llenado los oídos de términos como afterpop, postpoesía… ideas siempre jóvenes, posteriores a algo real o impreciso, una narrativa acorde a los tiempos actuales. Y siguiendo la lógica desprendida de las nuevas tecnologías, sobre todo a raíz del uso de Internet y su captación rápida de la realidad, propone una escritura a saltos o fragmentos.
Lo primero que me gustaría apuntar para hablar de este libro es que el simple concepto de moderno no puede en ningún caso, al menos para mí, equiparse o sustituir al de calidad literaria. Una novela del siglo XIX (estoy pensando en La educación sentimental de Gustave Flaubert) nos puede transmitir mucho más y entroncar perfectamente con el espíritu de nuestra época que algo escrito ayer o incluso que se va a escribir mañana (y por tanto, siguiendo la lógica afterpop, más moderno y mejor).
Una de las primeras reflexiones que me vienen a la cabeza sobre la supuesta modernidad de un libro como Nocilla Experience, es en realidad la sensación de propuesta caduca y avejentada. Remitiéndome simplemente a los libros comentados en este blog, Macedonio Fernández ya practicaba esa idea de fragmentalidad en el Buenos Aires de la década de 1920, como pude comprobar leyendo Una novela que comienza. Aquí Macedonio arrancaba con una novela, lo dejaba, comentaba algo personal, hacía un prólogo sobre una novela inexistente… mareaba al lector llevándole de aquí para allá, le contaba luego un chiste… Leyendo Prisión perpetua de Ricardo Piglia, en un momento del libro comienza a hacer microrrelatos, cambia de escenario, de personajes, hace un aparte, un apunte… esto en la década de 1980.
Fernández Mallo parece dar mucha importancia, también, al hecho de expresarse con metáforas que hagan referencia al mundo de los ordenadores o la televisión. Algo que ya leí de adolescente, cuando era un lector aficionado a la ciencia ficción, en libros como Neuromante de William Gibson, publicado en 1989.
“La vida es como un anuncio de teletienda del que han quitado el producto”, escribe Fernández Mallo desde la modernidad de 2008.
“El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto”, escribe William Gibson desde la modernidad de 1989.
Desmontado el primer supuesto logro del libro, su comentada modernidad, su afteralgo, no nos queda más remedio que analizar simplemente el texto, como un libro más, desprovisto del brillo de ocurrentes teorías que lo sustenten (literatura mutante, literatura de la guerra de las galaxias…)
Al menos un tercio de este libro de 205 páginas no está escrito por Fernández Mallo: copia la voz en off de Apocalipsis Now repetidas veces, fragmentos de un libro llamado El pop después del fin del pop de Pablo Gil, entradas de la Wipikedia… (Se me está ocurriendo, así de repente, crear un movimiento literario nuevo al que llamaré el postafterpop: consiste en escribir una novela en código binario, para centrarme en el lenguaje propio de la informática, 000100111010 etc, y entre medias meter fragmentos de Tolstoi y Joyce, lo completaré con fotocopias de los extractos que me extiende el cajero automático cuando consulto mi saldo, y encima en fosforito la palabra SHIT).
Sobre la parte del libro que sí escribe Fernández Mallo: existen varios personajes, un tipo que vive en una azotea y tiende en las cuerdas de la ropa hojas con teoremas matemáticos, una chica que es paleontóloga y vive en Londres, un percebeiro gallego que compra ordenadores de segunda mano, un hombre que trabaja moviendo una grúa en el puerto de Nueva York, unos tipos que viven en una granja de cerdos en un edificio, unos niños que atraviesan fronteras en la extinta URSS a través de unos túneles, un marine americano en Irak, un tipo que sale a correr…
Los fragmentos de unos personajes se van alternando con los de los otros.
Fernández Mallo cita a Borges cuando habla de sus influencias literarias. Es cierto que se percibe el gusto de Borges por la mezcla de referencias cultas y populares. En la página 74 se habla del proyecto postpoético y en la creación de un libro con partes de otros que parece una idea de Borges. También se siente la lectura de Bolaño sobre la creación de escenas donde aparecen los personajes de F. Mallo, incluso la imitación: ya he dicho que hay un personaje que escribe teorías matemáticas en hojas y las cuelga en las cuerdas de la ropa, como hace el personaje de Amalfitano en 2666. En una nota final F. Mallo hace una aclaración sobre este hecho: nos trascribe un correo que le manda David Torres, donde éste le dice a Mallo que existe en su libro una coincidencia con el de 2666. Y Mallo nos dice que él no había leído ese libro. Es decir Mallo tiene la suerte de tener una coincidencia genial con Bolaño. Aunque también David Torres le podía haber escrito: ey F. Mallo hay un tercio de tu libro que no lo has escrito tú, es de la peli Apocalipsis now, la Wikipedia, y un libro sobre el pop… esto de copiar así directamente debe de molar y ser muy alfterpop y eso. Lo demás son coincidencias geniales.
O David Torres le podía haber escrito en su correo: Ey, Fernández Mallo, ese tío que sale a correr desde su casa y llega a Alaska ¿no hace lo mismo que Forest Gump? ¿Por qué tener coincidencias geniales con Bolaño mola y con Forest Gump no?
Y aquí, creo llegar a una reflexión que me parece interesante. Si el ideólogo afterpop Eloy Fernández Porta afirma que un sample (copiar de otro) vale igual que escribir tú, que es tan valioso el compositor como el disc jockey, entonces los textos de otros que intercala Mallo en su libro valen tanto como lo que escribe él. Y de esta idea se debería desprender un corolario: si da igual el autor, debería dar igual también el reconocimiento de una crítica literaria seria que de una crítica puramente afterpop o el no reconocimiento, el anonimato del graffiti en la pared. Es decir, a Mallo le debería dar igual que se diga que su libro es bueno en la revista Superpop que en el Hola, que en el Babelia, o que se diga que el libro es bueno pero que no aparezca su nombre.
Observamos que en realidad no le da igual, porque al remarcar él mismo en su texto esa coincidencia con Bolaño se está ya dirigiendo a la crítica seria, transmitiendo este mensaje: desde supuestos de partida distintos yo he conseguido llegar al mismo lugar que Bolaño, uno de los autores, posiblemente, con una propuesta más literaria y seria de su generación y de las últimas décadas en nuestro idioma. Es decir, Mallo trabaja con materiales dudosos pero el reconocimiento al que aspira es al de la crítica institucionalizada que debería reconocerle como próximo en logros a Bolaño. Y aquí un sample no vale ya igual que otro al hablar de reconocimiento, la crítica no debe hablar de que bueno es el guionista de Apocalipsis now sino que bueno es Mallo al haber unido ese texto al suyo.
Los personajes de F. Mallo nos muestran su extrañeza ante el mundo: una extrañeza que proviene del azar de un dado en el juego del parchís, y sobre todo derivadas de ideas artísticas, como decorar los chicles pegados al suelo de Londres, o recorrer Estados Unidos en un coche de madera, y esta extrañeza parece un recurso literario de Bolaño, pero F. Mallo se ha olvidado de algo que sí hace Bolaño: éste crea personajes con entidad, con recorrido en el mundo, con heridas, sufrimientos, con vida... Los personajes de Mallo hacen cosas supuestamente poéticas o extrañas pero nunca llegamos a saber por qué. Muchas metáforas sobre la piel y las superficies tiene Mallo, como un juego paródico consigo mismo y su imposibilidad de penetrar más allá de la piel de sus personajes. Al no evolucionar, pronto perdemos el interés por ellos, en realidad nos acaba dando lo mismo que paseen en moto viendo carteles publicitarios, porque ¿para qué lo hacen?
Siendo Mallo físico, supuse que iba a hacer uso de sus conocimientos científicos para crear en el lector un replanteamiento del mundo y la realidad, algo que hablase de una teoría de partículas humana o algo así, y trata de hacerlo, pero siempre de nuevo desde la superficie. Y llegamos aquí a lo que creo que es la clave del movimiento Afterpop: gente como Macedonio F. cuando escribían sus libros vanguardistas lo hacían con una voluntad de juego y de marginalidad, F. Mallo escribe con una voluntad de juego pero no de marginalidad, sino que por el contrario su propuesta y sus intereses son puramente comerciales.
El mercado lo suelo hacer periódicamente (yo soy profe de eso, también pasé por la facultad de físicas): un estudio de mercado para ver qué segmento del público no tiene el producto que necesita. El resultado del estudio es el siguiente: existen veinteañeros o treintañeros que habitualmente no leen, les gustan las películas, los videojuegos, la ropa, y encontrar novedades dentro de la música pop. Las conclusiones del estudio son: tenemos que captar a este público, y, como hacen ahora los publicistas de la televisión con sus anuncios donde fomentan la nostalgia por la infancia perdida de los treintañeros (los playmovil, el grupo Parchis), F. Mallo con habilidad (esto hay que decirlo) crea un producto para ellos: el concepto nocilla, reconocido por consumidores de música pop, con esa nostalgia infantil de la que hablábamos. El producto no debe de ser demasiado sesudo, o sofisticado, o marginal: se debe deglutir rápido, debe conseguir alguna sonrisa, así se citan a grupos musicales patrios como Astrud, propios de modernos pop, y se elude la introspección filosófica, ¿qué puede hacer sonreír a los treintañeros pop? Uhhmm, pues, hombre, un buen chiste de pedos no debe sobrar, y ahí va en la página 92.
Digamos que aquí hay algunas trazas de Borges y trazas del programa televisivo Muchachada nui: el público de la música pop ve este programa y allá va algún guiño, usando términos como “merienda-cena” o “esquijama”.
Y no hay que olvidar otra de las claves del pop: sé original, pero tienes que hablar de amor adolescente, de esas primeras miradas. Y allá va ese marine americano que entra con una cuerda en una casa irakí y se enamora a primera vista de una mujer irakí… y estribillo de nuevo, venga ahora metemos otro trocito de Apocalisis now…
Y yo que estuve por la facultad de Administración y dirección de empresas, y aprobé el examen de estudios de mercado, me digo: adelante postpoéticos, qué hay de malo en mirar al mercado y adaptarse a él. Así triunfaron en los 80 las empresas de coches japonesas con sus técnicas Just in time, y así Zara ha conquistado el mundo. Otra cosa es ¿esto es muy moderno para mí, o lo moderno es un concepto que a mí me interese?, ¿esto me interesa, esto cumple mis expectativas como lector, es decir me habla de una sociedad, de los conflictos del ser humano consigo mismo y el entorno? La respuesta es NO.
Creo que ya se ha caducado el tiempo de mi movimiento postafterpop, y he decidido fundar otro nuevo llamado el afterpostafterpop: consiste en una vuelta a los orígenes (es un poco hippy mi movimiento) dedicarme a leer a Stendhal, Dostoyevski o Flaubert, disfrutar de su creación de personajes y recreación de una época, de la fuerza narrativa de sus historias… disfrutar de ellos y aprender a escribir.
Mi movimiento no es excluyente, se permite citar a Fernández Mallo: “A mí eso de escribir una novela con introducción, nudo y desenlace me parece muy difícil”, y como diría Bolaño “Cuando dices lo que te apetece también tienes que estar dispuesto a escuchar lo que no quieres oír”.
¿Joaquín Reyes, gurú afterpop de Muchachada nui, para cuando un Celebrities con Fernández Mallo?
Se te ha olvidado la famosa frase del movimiento futurista como antecedente de Fernández Mallo: "Un automóvil rugiente, que parece correr como la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia"... por no hablar de Robbe-Grillet.
ResponderEliminarPobre Fernández Mallo... a mí me gusta cómo viste, aunque tuve claro que no pensaba leerle cuando por casualidad me topé con una frase hojeando un libro suyo en la Fnac, que decía algo así como: "Un soldado americano se enamora de la chica iraquí a la que encañona"... Se ve que no ha visto "Redacted" de Brian de Pama para saber lo que realmente hacían los soldados con algunas niñas iraquís. Desde luego que no se puede ser vanguardista y comercial a la vez: o eres una cosa u otra.
Aunque tampoco el crear personajes e intentar contar una historia te asegura que tu obra sea buena. También hay mucha basura con estructura tradicional.
A Fernández Mallo hay que reconocerle que por lo menos tiene buen gusto: Borges, Astrud y Daniel Clowes; e insisto: me gusta muho cómo viste.
Hola Spleen:
ResponderEliminarTienes razón: en mi falta de rigor se me olvidó hablar de la vestimenta del autor como síntoma de calidad literaria, ya sabes la cosa va de eslóganes: "se popi, viste popi, escribe popi"
saludos
Esta semana terminé de leer La educacion sentimental, me pareció de una genialidad exquisita, el libro por antonomasia que te va dando pena ver como cada vez le quedan menos paginas para el final.Me hizo gracia la confidencia.
ResponderEliminarMe espera en la estanteria de pendientes el de Rubem Fonseca,estoy encantado de tus invitaciones a leer, sueles dar bastante en el clavo. Al tiempo, te recomiendo a la argentina Marta Lynch, La alfombra roja, que aparecía citada en la contraportada de Sudeste de Conti (del que tengo también sus cuentos por recomendación tuya). Me parece que podría interesarte.
En cuanto a Nocilla project, yo leí los tres.Me qudo con fragmentos que me llamaron poderosamente la atención, pero no mucho más.No veo la idea de proyecto por ninguna parte, que se le va a hacer.
Hola detective:
ResponderEliminarMe apunto el nombre de Marta Lynch.
Quizás con lo de Mallo he sido demasiado duro porque estoy cansado de tenerlo encima a todas horas, y escuchando que todo lo demás ha muerto y lo suyo y de los demás colegas es lo más moderno del mundo... En realidad no me cae mal, parece un tipo simpático. No he dicho que el libro que he leído está firmado por él, y hablamos un poco en la Feria del Libro. En realidad me parece que todo lo que hace es una broma, y por ahora le está saliendo bien: le toman en serio, aunque él se está partiendo de risa.
Si hubiera sido el libro de un desconocido desdeñado por la crítica quizás le hubiese visto con ojos más benévolos.
Coincido contigo: La educación sentimental es una genialidad exquisita, lo mejor que leí el año pasado. Ayer justo compré de Flaubert Bouvard y Pecuchet. Además de Rojo y negro de Stendhal y El idiota de Dostoyevski (no pude resistirme al 3x4 que me hacía el fnac). Como ves me estoy volviendo absolutamente moderno.
Ahora estoy con "El tercer reich" de Bolaño, y me está gustando más de lo que pensaba. Ya lo comentaré.
saludos
La educación sentimental, la verdad, después de leer a barnes y a llosa hablando de bovary, y a lamisma bovary (aunque a esta tiempo atrás), creo que ya estoy preparado, quiero decir, totalmente picado, para lanzarme por la educaión, este libro sé que contiene al final un pasaje en el que habla del día que pudo (pudieron) ir al burdel y se quedaron en la puerta. Entrar al burdel es mucho menos excitante que pensar que vas a entrar. La expectativa, pienso en la expectativa como una herramienta indispensable para tener el mundo entero en tus manos (me paso un poco, es que sigo con San Juan), porque da igual que se cumpla o que no se cumpla, la expectativa, ya ha hecho su trabajod e antenamo, permitiéndote tener el abanico más amplio, por supuesto, con la expectativa, como con todo, hay, más que excepciones, una ley de la excepcionalidad (en esta vida todo es una excepción repetida), todo parece regirse por la ley de la excepción y repetirse infinitamente,unabrazo
ResponderEliminarAh, David. No, no he leído a Fonseca (sí a Mallo, tmp quiero opinar sobre todo esta noche), pero creo que lo voy a hacer, hasta otra
ResponderEliminarHola David:
ResponderEliminarLa educación sentimental es uno de los mejores libros que se pueden leer. Creo que nunca he visto mejor trabajada la evolución psicológica de un personaje, según va madurando y la vida le va dando palos.
Esa imagen de la puerta verde me saltó del texto en la última página, es un detalle nimio pero impresionante, cargado de significado, que expande la novela. Me gustó saber después que es una imagen de la que Vargas Llosa habla mucho.
saludos
Hola, David, saludos. Y enhorabuena por tu blog.
ResponderEliminarBueno, la verdad es que me ha sorprendido bastante la entrada sobre Mallo. Por su dureza. Leí este libro hace aproximadamente un año y creo recordar que disfruté, aunque reconozco que me han entrado bastante dudas sobre su autenticidad.
No estoy de acuerdo con todo lo que dices (entiendo, por ejemplo, que deben diferenciarse más los méritos del artista del resultado final que es el producto, de manera que si este es bueno no hay por qué preocuparse de aquellos), pero resulta que para mi la autenticidad de cualquier creación artística es fundamental (lo único). De hecho la autenticidad, el sentido, es tan importante que lo pondría muy por encima de los méritos (técnicos) del propio artista (escritor). Estoy preocupado por la reseña que hice en mi blog. De este libro y también de Nocilla Lab.
No pienso que la voluntad de marginalidad sea necesaria a la hora de crear una obra literaria, aunque coincido contigo en que la voluntad de comercialidad es un desastre.
En fin, me alegro mucho de poder participar en tu blog. Es muy interesante. Y auténtico. Repasaré mis entradas sobre Mallo, benévolas al lado de la tuya y, quizá, demasiado juguetonas. Pero, como tú mismo dices, veo en este escritor muchas ganas de jugar, como algunos de sus personajes: no creo que siempre deba existir un por qué ni un para qué: hay creaciones auténticas que son porque sí y para nada. Quizás demasiado pop, claro.
Saludos de nuevo.
Hola Peri Lope:
ResponderEliminarLa verdad es que el tono de mi blog suele ser benévolo. A mí me gusta mucho leer y también transmitir ese entusiasmo. Me resulta fácil a estas alturas intuir qué libros me van a gustar y cuales no. Antes de esta entrada de Nocilla E. sólo había hablado de un libro de Andrés Rivera que no me había gustado, y eso de entre más de 30 libros comentados.
Con el tema Nocilla intuía por las críticas leídas que no me iba a gustar, y quizás ya cogí el libro con esa idea. Pero realmente no me gustaba mucho al leerlo. Es cierto que tiene algunos destellos, algunas metáforas interesantes, pero como apuntaba Fernando Valls en su blog se me quedaba todo en afterhumo.
Ya he dicho que si este libro me llega por casualidad y es de un autor desconocido y marginal, seguramente no me habría gustado pero hubiese hablado de él con más recato. Lo que lleva cansado una temporada es ese todo de Mallo de haber descubierto la mermelada en tarro de cristal, que de hecho no me creo que él se crea, parece un tipo listo. Intuyo que todo lo suyo es un juego, y esa parte del tema me hace gracia y hace que él me caiga bien, pero también me hace gracia entrar en el juego y decir que su postmodernidad está ya caduca.
Es cierto que lo marginal no tiene que ser ni mucho menos lo mejor, pero los que innovan de verdad suelen adelantarse a su tiempo, ven un camino personal y lo siguen sin impotarles el mercado y todo lo demás, y suelen ser rechazados por eso. ¿Pensaba Kafka, el escritor mejor considerado del siglo XX, en el éxito y la trascendencia? Me cuesta creerlo.
Por cierto: entré en tu blog y me gustaron los comentarios sobre Borges.
saludos
Sobre las vanguardias y su afán de novedad, su afán rupturista, su intento legítimo de quebrar el canon o lo canónico y, lo más importante, su ambicioso proyecto de igualar el arte con la vida, hay algunos que piensan que toda la vanguardia y su proyecto terminaron en el museo y en el mercado, y me parece que tienen razón.
ResponderEliminarSobre la literatura con etiqueta y,lo que es peor aún, la autoetiquetada, obedece sobre todo a cuestiones de márqueting. Escribir para la agenda del mercado y/o para los testaferros de las editoriales disfrazados de críticos, puede ser legítimo e incluso necesario según las espectativas de cada escritor, pero no me interesa particularmente.
Recuerdo, ya en el ámbito doméstico, lo que a comienzos de los 90 comenzó a llamarse "nueva narrativa chilena" y que a casi 20 años del fenómeno, salvo honrosas excepciones, no queda nada excepto el espacio que los lomos de Planeta Biblioteca del Sur ocupan en más de una biblioteca personal.
Uno de los escritores paradigmáticos de esa época es el aún algo vigente Alberto Fuguet. Recuerdo la defensa de su literatura posmoderna superficial al decir que él escribía para los que no leen. Conocido fue un texto suyo y de otros autores latinoamericanos en la que presentaban una antología titulada "Mc Ondo", clara mezcla entre Mc Donalds y Macondo. En dicho texto se dejaba claro que ya los nuevos autores no eran como los del denominado Boom Latinoamericano (otro fenómeno editorial y comercial). Fuguet había vivido parte de su infancia y adolescencia en EE.UU. Timepo después leí a Breat Easton Ellis y me di cuenta cuál era la fuente de Fuguet. A todo esto, Fuguet tiene algunos cuentos muy interesantes. Era la gran promesa. Claro que en ese tiempo ninguno de los críticos oficialistas que lo impulsaron, se dio el tiempo de comentar ni siquiera ninguno de los libros de Bolaño, quien de alguna forma sí abría una zanja con los escriores del boom.
IMagino que algo similar debe pasar con Nocilla. Frente a fenómenos así, me remito a Ernesto Sábato, quien decía que de todo lo que se publica él esperaba diez años y lo que quedaba, eso lo leía.
Pr un momento entendí, que sábato esperaba diez años y lo que quemaba, eso era lo que leía (que más o menos, zote, es lo que veo que dices que hacía)unabrazo
ResponderEliminares un buena imagen en todo caso, pues Sábato está (o estaba? sigue vivo ¿no?)prácticamente ciego. Saludos
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarAcerca de esto de las modas y las corrientes, recuerdo que hace 12-15 años se publicitó en España al grupo italiano llamado los "Caníbales", que debían de hacer algo parecido a lo que hacían los escritores chilenos de los que habla noseaszote. Leí a algunos, aquí se tradujeron, no estaban mal: Enrico Brizzi y Niccolo Ammaniti, también leí a alguno más que no me gustó mucho. Los dos primeros eran muy jóvenes, luego intentaron seguir, Brizzi creo que ya ha desaparecido del mapa y de Ammaniti Mondadori sigue sacando cosas en España, yo leí otra novela y esaba bien, pero ya no era ningún "joven caníbal", era un escritor realista correcto.
Hubo escritores españoles o editores que se intentaron subir al carro con menos éxito.
Supongo que con los afterpor ocurrirá igual, dentro de 10 años alguno de sus nombres perdurará y ya escribirán otra cosa.
saludos
Me parece muy certero y sensato lo que dices. Gracias por la visita y el comentario y saludos.
ResponderEliminarFernando
Recién leo esta entrada me parece intersantísimo lo que dices y si bien no he leido la novela ni cualquier otra de este escritor, las reflexiones que realizas las asocio con un libro que estoy leyendo sobre narrativa latinoamericana contemporánea "Espectáculos de la realidad" de Reinaldo Laddaga, que recomiendo. El núcleo potente del ensayo descansa en la "hipótesis de que nos encontramos en trance de formación de un imaginario de las artes verbales tan complejo como el que tenía lugar hace dos siglos cuando cristalizaba la idea de una literatura moderna"R.L(ensayo que se ciñe a la narrativa contemporánea latinoamericana y toma como punto de partida al modo de una constelación a ciertos autores)
ResponderEliminarBien yendo al punto que me recordÓ lo que decias, se refiere al lector al que se dirige una obra, cito: ..."la clase de lector que suponían los textos de Rulfo, de Borges, de Onetti, de Lezama: el lector que es capaz de responder a representaciones particularmente densas del lenguaje (...)lector que comparte con el autor la presuposiciÓn del carÁcter general de la práctica literaria, que unos y otros conciben como ámbitos que permiten hacer a los individuos una experiencia del fondo de lo existente(...)Porque la literatura era -en la creencia que dominaba la cultura moderna de la literatura- un sitio en el que, en universos secularizados podía hacerse una experiencia de lo Otro, del punto en que-según una fórmula de Gilles Deleuze, un "afuera más externo que toda exterioridad" hace contacto con "un adentro más interno que toda interioridad""P.20
Saludos
Ana
Extraído del libro Espectáculos de la realidad. Reinaldo Laddaga. Editorial Beatriz Viterbo.
sí, creo que lo que plantea hace referencia un cambio de paradigma epistemológico: ¿Qué entendemos por lo real y cómo accedemos a ello si es que podemos hacerlo? pareciera ser un pregunta legítima.
ResponderEliminarLa literatura siempre, o casi siempre, dará cuenta de su realidad, de su época. Así, es natural que halla una literatura que dé cuenta no ya de los grandes relatos, sino más bien de la fragmentación de la realidad y el vacío que ésta deja.
Ahora ¿ se debe escribir para los lectores? ¿ o se debe escribir nada más?
Creo que toda época tiene una buena literatura y otra mediocre, mala. El mercado y su idea de la literatua como mero producto transable suele dejar estelas de basura y también devez en cuando algo que brilla.
Voy a ir con mis colegas a McOndo y pedirme unas papanatas fritas
ResponderEliminarHola David,
ResponderEliminarTu reseña es interesante, pero utilizas de manera errónea el término "afterpop" (que por cierto no es de Fernández Mallo sino de Eloy Fernández-Porta). No tiene ninguna relación con la modernidad o cono copiar citas de otros textos. Te recomiendo que le eches un vistazo al ensayo del mismo nombre.
¡Dale caña!
Joaquim
Hola Joaquim
ResponderEliminarSí, es posible que mi uso del término "afterpop" no sea muy correcto. Aunque nuca he creído demasiado en las etiquetas en el arte, que me parecen la mayoría de las veces artificales.
Simplemente este libro no me gustó y no entendía el revuelo que todo esto había suscitado.
En principio no creo que lea el ensayo de Porta, creo que hay un montón de clásicos de la literatura que me apetece más leer antes. La verdad es que al final uno no da a basto con las lecturas.
saludos
Cierto, uno no da a basto.
ResponderEliminarTampoco me refería a que tuvieras que leerlo. En mi opinión és un libro que funciona bastante bien como manual, claro que no se le puede comparar a un "clásico de la literatura", otra etiqueta, por cierto, que nunca comprendí muy bien.
Lo que yo creo que sucede con la novela de Fernández-Mallo es que se sitúa en un punto límite entre lo que es literatura y lo que no, parecido en parte a lo que un día propuso Warhol en el arte, o Cage en la música. A la vez, es un obra que separa de una manera brutal a la gente que la adora y la gente que la odia. No se muy bien en que parte me encuetro...
Un saludo
Hola Joaquim:
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo en eso de "clásico". Yo continuamente me propongo leer cosas del siglo XIX o antes y al final acabo con novedades que me parecen interesantes. No sé, no hay que ser sectarios, cada uno debe leer lo que le apetezca. Y es posible que el libro de Porta esté bien, aunque, por otro lado, he visto que hace performances con Mallo: palabras, música, imágines... y la verdad es que yo soy un anticuado, mi idea de la literatura es la de leer a solas en un sofá o escribir a solas sobre una mesa...
saludos
Completamente de acuerdo. Mallo es un tiro de fogueo apuntando a un nicho de mercado.
ResponderEliminarDe acuerdo en casi todo.Las tres nocillas, tanto como Carne de Píxel, y menos que Postpoesía (sin duda lo peor que ha hecho Fernández Mallo, que no es un teórico literario, pero se pone estupendo como si lo fuera en ese truño) no son un fiasco porque sean fragmentarias, ni porque jueguen con la cultura popular, ni porque pongan un huevo frito, ni porque se les vea el rollo "glocal" y gafapasta por todas partes. Son un fiasco porque no funcionan, porque son malos poemas, malos relatos (con momentos o personajes salvables), no van a ninguna parte y porque están muertos como texto: son todo concepto, nada arte y, claro, nada vida. Luego, que crea descubrir el mediterráneo y el postmodernismo (a estas alturas)es casi lo de menos, porque es simpático, tiene buen gusto, sabe cosas y viste bien, como decís, y se lo perdonaríamos todo si además escribiera. Una frase de Eloy Tizón vale más que todo lo que ha escrito, programado, rodado, posteado y vendido Fernández Mallo hasta ahora.
ResponderEliminarHola Preocupín:
ResponderEliminarGracias por leer la entrada y comentar.
Si me permites decírtelo hay algo que no entiendo: ¿Si Mallo es un escritor que no te gusta por qué te lees 5 libros de él? Yo leí uno no me gustó y ya está. No hay tanto tiempo para leer y espero que encuentres muchos libros que te hagan disfrutar.
saludos
Bien visto. Primero leí el poemario, pues es lo que más leo. Tuve después que leer el Postpoesía por motivos aproximadamente profesionales. Después, como a ti, me regalaron dos nocillas, y pensé que seguramente la narrativa sería lo suyo, ya que le había hecho popular. De todos modos, a veces un libro de un autor es un desastre y otro una maravilla. Estoy de acuerdo, eso sí, en que no hay tanto tiempo como quisiéramos y que es una pena perderlo en ciertas cosas. Un saludo.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarQué gracia, parece un poco rocambolesco...
Espero que la próxima vez te regalen libros de autores que sí te gusten, ja, ja...
saludos
Se podría escribir un cuento o una novela sobre la vida desgraciada de un lector que, por razones que se van explicando en el texto, se ve obligado a leer sin alternativa la extensa obra completa de un autor que le horroriza.
EliminarSaludos.
Hola Luis:
EliminarYa me he encontrado con más de una persona que parece tener un conocimiento muy detallado de las obras completas de autores que dice detestar. Es un caso de "síndrome de Estocolmo" muy curioso.
Saludos