La foto de este post corresponde a lo descrito en el poema, perteneciente al poemario El calvo del Sonora, escrito durante 2008. Las imágenes (de la foto y del poema) reflejan momentos diferentes. No mucho han cambiado los motivos desde que el poema fue concebido, hace unos cuatro o cinco años. Me gusta pensar que su reflexión contiene un poso proustiano.
La riqueza de la vida está hecha de recuerdos, olvidados.
Cesare Pavese
Sólo al enfrentarme a los pequeños cambios
me percaté en realidad, abrumado, del tiempo,
el tiempo físico, transcurrido desde la última vez
que mis ojos habían paseado por las orillas del río
de mi infancia. Era falsa –o al menos inconsistente-
la impresión de permanencia a la que deseaba
aferrarme por su continua, reiterada, evocación.
Se había reducido el espacio del paisaje –comprendí-
a un mero recinto mental, imposible. Más lejano
ahora, incluso, que estaba allí de nuevo, de pie
sobre la misma tierra y entre los mismos árboles.
A pesar de mi cansancio, de mi falta de sueño,
avanzábamos. Quería mostrarle a mi amiga
la que fue la casa de mis abuelos paternos.
Le señalé desde la acera el cuarto piso,
la ventana a través de la que mi abuela
acechaba entre visillos, los domingos,
la llegada del coche de mi padre. Nunca,
pensé, volvería a ver aquel rostro ennoblecido
por el cabello blanco, el rostro de aquella mujer,
mi abuela, atrapada en un cuarto piso sin ascensor.
Con enorme esfuerzo, sólo bajaba de allí
una vez por semana, y sólo se adentraba
en el mundo ajeno para ir hasta la peluquería.
Sopló un viento frío, se movía la noche invernal.
Habían desaparecido los muros del desguace
que saltaba con la vista desde aquella ventana
que seguíamos mirando a través de la oscilación
de las moreras, árboles que de niño agité con un palo
(pertenezco a la última generación que en Madrid
guardó gusanos de seda en cajas de zapatos).
Entonces la vi -deslumbrante fogonazo
de extrañeza- colgando de la fachada:
la caseta para pájaros que construyó mi padre,
un tubo con agujeros redondos y un palito
bajo cada agujero. Yo le ayudé a pintarla de verde.
Cayó sobre mí el recuerdo nítido, el recuerdo
olvidado, oculto y ahora a bocajarro, sin el falaz
intermediario de ninguna nostalgia, vertido.
Un pincel, el olor verde de la pintura,
un mundo que alcanzaba sólo al levantar el rostro
y el cosquilleo alegre, las confusas expectativas,
por todos los pájaros que vería en aquella caseta,
bastaría -de nuevo aquella sensación estaba-
con asomarse a la estrecha terraza del cuarto piso.
La propiedad se vendió y los nuevos dueños
no han retirado la caseta para pájaros de la fachada.
La caseta construida por mi padre y por mí.
Quizás viva ahora en la casa un niño pequeño
que curioso, esperanzado, desee contemplar en ella
misteriosos revoloteos. Le deseo más suerte
que la que yo tuve: me asomé y los pájaros no estaban.
qué bello texto. Me gustó mucho. Una prosa poética sustentada en las imágenes que se evocan, en la mirada, en el encuadre.
ResponderEliminarel paréntesis
(pertenezco a la última generación que en Madrid
guardó gusanos de seda en cajas de zapatos)
me parece notable. Saludos
Coincido con noseaazote en la apreciación sobre el parétesis: lo abriste pero dejaste muchas preguntas dentro antes de cerrarlo.
ResponderEliminarBusco últimamente algo sobre un mexicano llamado Julio Torri, inencontrable en España,según parece...¿Alguna pista,algún indicio en tu memoria, en tu biblioteca?
Hola,
ResponderEliminarEn la introducción al poema parece que te ha poseído Borges:
"No mucho han cambiado los motivos desde que el poema fue concebido, hace unos cuatro o cinco años. Me gusta pensar que su reflexión contiene un poso proustiano". Cómo se pegan los tics borgianos, verdad?
Sobre lo que se habló en la entrada sobre Macedonio me gustaría comentar que hay otro escritor vanguardista, el uruguayo Felisberto Hernández, con una prosa quizá no tan filosófica y lúdica como la de Macedonio, pero q a mí me gusta mucho más.
Parece que aquí nos estamos reencontrando viejos conocidos...
Saludos
Hola,
ResponderEliminarLa verdad es que en este último libro de poesía, El calvo del Sonora, no conseguí cuadrar ningún poema en una cara, llegué incluso a las 4 y luego lo conseguí dejar en 3.
Lo de la última generación de los gusanos de seda es curioso, también creo que pertenecí a la última generación que jugó a carreras de chapas en una pista hecha con las manos arrastradas sobre la tierra o con peonzas. También vi el amanecer de las gameboys con unos juegos bárbaros de Don king Kong, donde se iban iluminando figuras hechas y esquivabas cosas en otra posición.
Un día se me ocurrió hablar a mis alumnos de 17 años del Spectrum, mi primer ordenador, y no entendían eso de cargar un juego en 30 minutos con una cinta... que risa les entró (escribí otro poema sobre esto).
Detective siento decirme que no conozco a ese Julio Torri del que hablas. Y a ver si leo más poesía y comento algo aquí.
Spleen: lo de los tics borgianos era una broma. De todos modos, el estilo de Borges parece fácil, pero sólo en los chascarrillos, en el fondo de su prosa inteligente e irónica es muy difícil. Descreo, sin embargo, de cualquier imitación involuntaria, en una sucesión infinita de palabras yo acabaría escribiendo las obras de Borges y luego las de Macedonio.
Saludos y gracias por vuestras palabras a todos
ahora que releo el texto, me gusta más. Me evocó los poemas de Seamus Heaney en "Muerte de un naturalista"
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarSpleen: se me olvidó decir que de Felisberto Hernández tampoco he leído nada, a pesar de que también tiene un nombre inolvidable.
noseaszote: Ese libro de Heaney que nombras sí qe lo leí. Imagino que habremos leído la misma traducción a cargo de Hiperión. Lo leí hace más de una década, tras el interés que suscitó este poeta al serle concedido el premio Nobel. Y sí, me gustó bastante el libro. Hoy lo he hojeado de nuevo en la biblioteca.
Heaney es irlandes, y supongo que esto será muy anglosajón; me gusta la poesía moderna anglosajona, sobre todo la norteamericana, que en España está sacando la editorial Bartleby: Billy Collins, K. C. Williams, Robert Hass, Sharom Olds, Carver... tienen una forma de hacer poemas que tiene que ver bastante con la narrativa.
Yo escribo prosa y poesía, pero me siento bastante más lector de prosa, y cuando leo poesía me veo atraído por la que tiene una base muy real y narrativa. Es lógico que mis poemas me salgan de esta forma.
Creo que mis modelos serían: Juan Luis Panero, Cesare Pavese, Jaime Gil de Biedma... entre otros.
Saludos de nuevo
Pavese, el gran Pavese. He leído de él "De tu tierra", "El camarada", "El oficio de Vivir/El oficio de Poeta", "Trabajar cansa", "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos" y otros poemas suyos en una edición bilingüe. Me gustó ya en mis tiempos de universitario
ResponderEliminarDe Pavese he leído su poesía completa, editada en España por Visor. Me encantó ese libro. Su diario "El oficio de vivir", posiblemente el libro más triste que he leído en mi vida. La frase que acompaña a mi poema es de ese libro. Y varias novelas, de las que destacaría "La luna y las hogueras"
ResponderEliminarsaludos