Cuentos completos 4, de Philip K. Dick
Editorial Minotauro. 681 páginas.
Relatos escritos entre 1954 y 1964; ésta edición es de 2020
Traducción de Carlos Gardini y Manuel
Mata. Introducción de James Tiptree.
Ya he contado que
en julio de 2021 leí Cuentos completos 1 de Philip K. Dick (Chicago, 1928 – Santa
Ana, 1982), un autor del que en la adolescencia había leído muchas de sus
novelas. En julio de 2022 me acerqué a los Cuentos completos 2 y ya instauré un
ritual, al que di continuidad en 2023, leyendo los Cuentos completos 3, y
con el que he seguido, por supuesto, en julio de 2024, leyendo Cuentos
completos 4. El volumen 1 reunía 25 cuentos, escritos entre 1951 y
1952; el segundo 27, escritos entre 1952 y 1953; el tercero 23, escritos entre
1953 y 1954; y el volumen 4 tiene 18 cuentos, escritos entre 1954 y 1964. Hemos
de tener en cuenta que la primera novela de Dick, Lotería solar, no
apareció hasta 1955 y, por tanto, las tres primeras recopilaciones de relatos
reúnen cuentos escritos por un Dik que, como mucho, contaba con 26 años. Tenía
ya ganas de arribar al volumen 4, porque aquí llegamos a relatos escritos en la
década de 1960, cuando Dick escribió algunas de sus obras maestras, como El
hombre en el castillo (1962) o Tiempo de Marte (1964).
De entrada habría
que apuntar que este volumen 4 solo tiene 18 cuentos, mientras los otros tres
tienen de media 25. Por tanto, los cuentos del volumen 4 son más largos,
llegando a contarse aquí más de una posible novela corta, que supera las 50
páginas.
Autofab es el primer
relato y, como en otros escritos de Dick, se nos presenta aquí un mundo
postapocalíptico, un mundo arrasado por cinco años de guerra nuclear. Los
supervivientes recogen alimentos y bienes de primera necesidad que las fábricas
ubicadas en el interior de la Tierra –de funcionamiento autónomo– dejan para
ellos en la superficie. Asistiremos a la conspiración de unos hombres para
destruir estas fábricas que les abastecen y les permiten sobrevivir, porque que
están convencidos de que volver a realizar las actividades básicas por sí mismo
es fundamental para el resurgimiento de la raza humana. Volvemos a dos temas
principales en Dick: el miedo a la guerra nuclear, propio de quien fue un
adolescente cuando se lanzaron las bombas atómicas sobre Japón en 1945 y
asistió a al comienzo de la Guerra Fría; y también aparece aquí la lógica
propia de una narración de Dick, que, en muchos casos, parece ser autónoma de
la lógica general del resto de los mortales. Como siempre, los detalles de este
relato son maravillosos. Así leemos en la página 31: «Un enorme reyezuelo
mutante se agitó en su sueño, se envolvió mejor en la capa de harapos con la
que se cubría de noche y continuó dormitando.» Este volumen 4 empieza bien.
Servicio técnico: un técnico de
una empresa del futuro llama a la casa de nuestro protagonista. Aunque al
principio el hombre no da credibilidad a lo que escucha, pronto se convencerá
de que realmente el visitante viene del futuro –y con malas noticias, pues
anuncia dos guerras mundiales– y, lo mejor, rápidamente convencerá a sus
compañeros de trabajo de que ese viajero del tiempo es real. De nuevo, nos
encontramos aquí con la lógica propia de un relato de Dick, que se aleja de la
lógica convencional. El aparato que el vendedor quiere reparar quiere
solucionar el problema de la diversidad ideológica, lo que evitaría las
guerras.
Mercado cautivo: como acababa
ocurriendo en el relato anterior, este tercero también es una crítica al
capitalismo depredador. Una vieja vendedora de un ultramarinos ha encontrado
una grieta en el espacio-tiempo, a través de la cual vender mercancía a unas
personas del futuro que, en una tierra desolada, están construyendo una nave
espacial para huir. En alguna medida, me ha recordado a algunos de los cuentos
de Ray Bradbury en Crónicas
marcianas. De nuevo, una narración divertida.
Después de estos
tres cuentos iniciales, que ocupan las primeras 100 páginas del libro, empiezo
a pensar que estos relatos tienen ya menos titubeos que los de las entregas
anteriores, en los que, a veces, un deseo humorístico final, hacía que la
narración perdiera algo de su fuerza, sacrificada al convencionalismo de la
sorpresa final.
El patrón de Yancy nos lleva ya
fuera de nuestro planeta: unos expertos de la Tierra van a visitar Calisto
porque un ordenador local ha dictaminado que la democracia puede estar en
peligro allí. Los terrícolas tendrán que descubrir si la imagen de un amable
señor mayor que aparece en la televisión de Calisto, todos los días, es una
forma de control mental. De nuevo, la obsesión de Dick por la opresión estatal.
El informe de la
minoría,
el quinto relato, seguramente es el más famoso del libro porque de él existe
una versión cinematográfica, la película Minority
Report. En este relato, escrito aún en 1954, tenemos a un Dick a pleno
rendimiento de sus facultades. La historia sobre la sociedad que ha conseguido
controlar los crímenes porque tres precognitores puedes detectarlos y, por
tanto, los asesinos son detenidos antes de que puedan llevar a cabo sus
acciones, es muy imaginativa y sugerente. Vi la película hace años y su final
no es el mismo que el del relato, donde Dick vuelve a insistir en la idea de
aspirar a una dictadura desde la toma del poder. El nivel sigue siendo bueno.
En Mecanismo
de recuerdo un hombre va al psicólogo porque tiene fobia a subir
escaleras. El psicólogo descubrirá que su trauma no se originó en el pasado,
sino en el futuro. El hombre es un precognitor y la mayor cercanía temporal a
un hecho que para él va a ser traumático hace que sus fobias se incrementen. De
nuevo, es un cuento tan absurdo en su planteamiento como imaginativo.
La M imposible es una breve
novela policial. Aquí tenemos un asesinato, un asesino, policías y un detective
privado. Esta narración podría ser también una película. Me parece muy factible
que funcione cinematográficamente. El asesino material (esto lo sabrá el lector
desde el principio) es un robot con forma de caja de zapatos, que puede
convertirse en un televisor para disimular su presencia.
De nuevo, los
imaginativos detalles de la narración consiguen elevar el relato. Así, leemos
en la página 245 un párrafo que me ha encantado: «Habían pasado muchos años
desde la última vez que Ackers pagara la fortuna que costaba una taza de café.
Con la superficie de la tierra completamente cubierta de instalaciones
industriales y residenciales, no había espacio para los campos de cultivo, y el
café se había negado a arraigar en otros sistemas. Probablemente Lantano lo
cultivaba en alguna plantación clandestina de Sudamérica, cuyos trabajadores
creerían que los habían trasladado de manera ilícita a alguna colonia lejana.»
Una narración rápida, loca, imaginativa y brillante.
Nosotros, los exploradores puede que sea uno
de los relatos que más me han gustado del conjunto, pese a su aparente
sencillez. Seis hombres vuelven a la Tierra desde Marte, después de haber
sufrido allí un accidente. Sin embargo, no se esperan el recibiendo que van a
tener. Este cuento me ha recordado a aquel del volumen 2, titulado Impostor,
en el que un robot pensaba que era un hombre. Nosotros, los exploradores es un cuento dramático por lo que tiene
de filosófico, ¿quién es humano?, y ha conseguido emocionarme.
Juego de guerra me ha hecho
pensar en algunos cuentos de Dick de volúmenes anteriores. Un departamento de
importaciones de la Tierra tiene que probar si los juguetes que proceden de
Gamínedes son actos para el consumo de los niños humanos. ¿Existe alguna conspiración
en Gamínedes para dominar la Tierra a través de los juguetes? Su inocencia me
ha remitido al primer Dick cuentista.
En Si no
existiera Benny Cemoli vienen unas naves espaciales desde Centaury a la
Tierra, tras una guerra nuclear, con el fin de dirimir responsabilidades entre
los terráqueos. Las autoridades locales tratarán de engañan a la delegación
extranjera fingiendo que existe un conato de rebelión en la Tierra.
En este volumen,
como en los anteriores, existen unas notas finales en las que se aclara cómo
fueron escritos los cuentos y dónde y cuándo fueron publicados. También, en
algunas ocasiones, Dick comenta sus cuentos. Sobre este dice: «Siempre he
creído que al menos la mitad de los personajes famosos de la historia no han
existido.»
Una actuación
novedosa
me ha recordado a algunas de las novelas que Dick escribía por esta fecha. Un
tipo corriente vive en un edificio de apartamentos. Si no aprueba unos exámenes
patrióticos puede ser expulsado de allí. Su sueño es tocar su jarra de barro,
junto con su hermano, delante de la Primera Dama, que es quien ostenta el poder
real en Estados Unidos, aunque cambien los presidentes. Me ha gustado mucho el
detalle de la existencia del papula, un robot que imita a un animal de Marte
extinto y que puede controlar telepáticamente a las personas.
Araña de agua es un cuento muy
divertido. El gobierno está haciendo experimentos para conquistar las regiones
más remotas del espacio mandando a presos. Aún no saben cómo hacer volver las
naves desde el espacio profundo. Al gobierno se le ocurre la idea de ir al
pasado, a una convención de precog, para traer desde allí a uno de ellos que
parece conocer la fórmula para hacerlo. Lo gracioso es que en realidad van a
una convención de ciencia ficción y Dick hace comparecer allí a casi todos los
escritores famosos de la época. El precog que habrá de viajar al futuro no es
otro que Poul Ardenson, un escritor real que tenía que ser amigo de Dick, para
que le permitiera usar su imagen en este cuento. El propio Dick hace un cameo
en este cuento.
Lo que dicen los
muertos
tiene 76 páginas. Es el relato más largo del libro y es casi una novela corta.
Creo que está a la altura de algunas de las primeras novelas significativas de
Dick, como Ojo en el cielo (1957) o Tiempo desarticulado (1959).
Sarapis, un poderoso hombre de negocios, muere. Pero en este futuro la muerte
no es el final, porque aún pueden las funerarias activas a estas personas, en
un estado de semivida, para poder comunicarse con sus seres queridos. Sin
embargo, Sarapis no parece poder acceder a la semivida, mientras que una voz
que podría ser la suya empieza a aparecer en los teléfonos o en los
televisores. La idea de la semivida la usó Dick también en su novela Ubik
(1969) y la de la invasión de la realidad por un ente extraterrestre en Los
tres estigmas de Palmer Eldritch (1965). De nuevo, aquí revuela la idea
moral de si es justo asesinar a una persona que puede ir a convertirse en un
dictador.
Orfeo con pies de
barro
es un relato juguetón, bastante humorístico, que Dick publicó con seudónimo.
Una empresa ofrece la posibilidad de viajar al pasado para actuar como «musa»,
es decir, como alguien que puede sugerir, por ejemplo, a Mozart, que componga
alguna de las obras que va a componer. Sin embargo, el nuevo cliente va a ser
una musa bastante desastroso. Un cuento inferior a los anteriores.
En Los
días de Perky Pat de nuevo nos encontramos con una California desolada
por la guerra nuclear, en la que los supervivientes (llamados «carambolos»)
viven en pozos. Mientras que los niños están aprendiendo a sobrevivir en la
superficie, los adultos se han refugiado en el juego de Perky Pat, que sería
una especie de muñeca Barbie, que recrea las bondades de la vida antes de la
guerra. Esta idea la volvería a usar Dick en Los tres estigmas de Palmer Eldritch. El pozo de nuestros
protagonistas se acabará enfrentando a otro pozo: estarán en juego sus muñecas.
De nuevo, es un cuento con una lógica propia, una lógica que solo parecer
existir en la mente de Dick y acaba siendo un cuento fascinante. Quizás el
mejor del libro. Me han encantado los detalles del mundo que dibuja, con sus
ataques de gatocanes mutantes, mientras los marcianos les envían comida desde
el cielo.
En El
suplente una flota de naves ha entrado en el sistema Solar con
intenciones hostiles. El gobierno del mundo lo ejerce una máquina, el
Unicéfalon, que siempre ha de tener cerca a un suplente humano por si falla. No
lo ha hecho durante las últimas décadas, pero justo ahora ha dejado de
funcionar y el suplente (un hombre de un sindicato) toma el poder. ¿Tendrá la
tentación de convertirse en un tirano?
¿Qué vamos a hacer
con Ragland Park?
es una segunda parte del relato anterior. Ahora aparecerá un cantante con un
extraño poder: los temas políticos que aparecen en sus canciones se convierten
en la realidad. Sin ser malos relatos, ni este ni el anterior están entre los
mejores del libro. El tema de la toma del poder absoluto ha sido tratado mejor
en cuentos anteriores.
¿Oh, ser un
blobel!
es un cuento antibélico. En el pasado los humanos lucharon contra los blobel.
El protagonista del cuento será un humano que trabajó de espía y que se
transformaba en blodel, que son seres gelatinosos. Ahora, con la guerra ya
acabada, habrá doce horas al día en las que seguirá transformándose en blobel,
lo que consigue hacerle bastante desgraciado. De nuevo, no es de los mejores
cuentos del libro.
Como ya he ocurrió
en los veranos anteriores, he disfrutado de mi dosis anual de Philip K. Dick,
un autor con el que me lo paso muy bien y con el que me cuesta ser objetivo. En
cualquier caso, sin querer desmerecer los logros de los volúmenes anteriores,
creo que la calidad media de los relatos de este volumen 4 es superior a la de
los anteriores. Como he señalado al principio, Dick está empezando a perfilar
de una forma más clara sus grandes temas (¿es la realidad real?, el poder
absoluto, las paradojas de los viajes en el tiempo, la vida después de una
guerra nuclear…) y no pierde el tiempo en dar al relato una vuelta final,
normalmente con intenciones cómicas o de generar sorpresa, que hacían sus
narraciones anteriores más inmaduras. Cuentos
completos 4 de Dick contiene grandes relatos de la fantasía y de la ciencia
ficción. En el verano de 2025 leeré el Volumen
5.