En mi canal de YouTube (David Pérez Vega - Bienvenido, Bob), hoy hago un recorrido por la literatura centroamericana que he leído: Rodrigo Rey Rosa, Eduardo Halfon, Roque Dalton o Ernesto Cardenal, etc.
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“ESTO NO ES BAMBI” EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID
Editorial Mondadori. 295 páginas. 1ª edición de 1998; ésta es de 2009.
Traducción de Luis Murillo Fort
En Navidades compré los tres libros
de la Trilogía de la frontera de Cormac
McCarthy (Rhode Island, Estados Unidos, 1933) y a finales de junio me puse
con Todos
los hermosos caballos (1992) y a continuación seguí con En la
frontera (1994). Estos dos libros tenían personajes diferentes, pero sus
propuestas eran muy similares: hablan de adolescentes errantes que dejaban, el
sur de Estados Unidos, Texas o Nuevo México, para adentrarse a caballo en el
norte de México. Al terminar En la
frontera y tomar de mis estanterías Ciudades
de la llanura, en la misma edición de Debolsillo que las dos novelas
anteriores, comprobé que la letra era más pequeña que la de los otros libros y
que no se había impreso del todo bien en algunas páginas. Así que consulté la
web de las bibliotecas públicas de Madrid y vi que había una edición de 2009 de
Mondadori de Ciudades de la llanura
en la biblioteca Eugenio Trías del
Retiro y la saqué para leer el libro más cómodo. Esto me representa mucho:
comprar un libro para acabar leyéndolo tomándolo en préstamo de una biblioteca.
Al empezar la novela, justo después
de haber leído seguidos Todos los
hermosos caballos y En la frontera,
recibo una grata sorpresa: McCarthy ha juntado en Ciudades de la llanura a John Grady Cole, personaje principal de Todos los hermosos caballos, con Billy
Parham, personaje principal de En la
frontera. Si no hubiese leído los libros anteriores me hubiera costado
determinar el año en el que se sitúa la trama, porque McCarthy no lo dice
explícitamente. En la página 23, Billy dice que tiene veintiocho años, y yo sé
por En la frontera que tenía
dieciséis en 1941, así que estamos en 1953. John tenía dieciséis años en 1949,
así que se llevan ocho años, y calculo que tiene veinte cuando comienza la
novela. Hacia el final John dirá que tiene diecinueve.
Al finalizar Todos los hermosos caballos y En
la frontera, dejamos a John y a Billy perdidos en la inmensidad de la
naturaleza, sin propósito aparente y posiblemente con un destino de expulsados
del sistema y de su tiempo, con grandes posibilidades de morir jóvenes. Al
comienzo de Ciudades de la llanura
coinciden como trabajadores en un rancho de El Paso. McCarthy suele ser parco
en aportar datos al lector que le hagan centrar el tiempo o el lugar de sus
historias, y se tarda en saber que el rancho está en esta ciudad del sur de
Texas. Cuando los trabajadores del rancho quieren divertirse pasar a Ciudad
Juárez, que es ya una ciudad mexicana. De forma simbólica, ahora ya no John o
Billy no pasan la frontera entre los dos países a caballo sino que, en más de
un caso, lo hacen a pie y han de pasar unos torniquetes que marcan el fin de
aquella frontera más mental que física de los otros libros. Más que nunca el
Oeste se está acabando en esos torniquetes. Además el rancho de Mac, en el que
trabajan, es posible que desaparezca, ya que el ejército norteamericano
pretende expropiar sus terrenos para uso militar. Literalmente, los viejos
vaqueros se están quedando sin espacio vital. Incluso me resultaba raro al leer
Ciudades en la llanura ver a Billy o
a John montados en una camioneta y conduciendo un vehículo en vez de estar todo
el día a caballo.
Cuando comienza el libro John ha
llegado hace poco al rancho y trata de domar a un caballo que ya ha adquirido
muchas malas mañas. El caballo le tirará al suelo lesionándole un tobillo, y
esto parece dañar su orgullo de «vaquero nato».
Billy se ha hecho amigo de John y,
en cierto modo, parece ejercer de tutor para él. Los «viejos tiempos», de los
que jóvenes como John y Billy parecen ser los últimos supervivientes, están
encarnados en el viejo Johnson, suegro de Mac, el dueño del rancho. «El viejo
seguía sentado a la mesa con el sombrero puesto. Había nacido en el este de
Texas en mil ochocientos sesenta y siete y había llegado a la región siendo un
joven. Durante una época la región había pasado de la lámpara de petróleo y el
caballo y el buggy a los aviones a reacción y la bomba atómica.» (pág. 108)
Al principio el lector no tiene muy
claro hacia dónde se dirige McCarthy, lo que a estas alturas tampoco es
demasiado preocupante. Escenas en el rancho o en los burdeles de Ciudad Juárez.
Esta es la trama: el joven John se ha enamorado de Magdalena, una prostituta de
diecisiete años de un burdel de Ciudad Juárez, y quiera sacarla de allí,
llevarla a Estados Unidos y casarse con ella. Una de las dificultades más
grandes que va a tener será convencer a Eduardo, el proxeneta de Magdalena.
John le pedirá ayuda a Billy, quien tratará de quitarle la idea de la cabeza,
pero se prestará a ayudarle. Las novelas de McCarthy tienen pocas concesiones,
y si bien en el México de las otras dos novelas de la trilogía nuestros
protagonistas se encontraron con lo peor y lo mejor de la condición humana, el
tono de McCarthy en general suele ser descorazonador. En sus novelas hay poco
espacio para la dicha y sus personajes y sus historias no suelen tener
redención. La historia de Magdalena es sobrecogedora: «Había nacido en el
estado de Chiapas y a los trece años había sido vendida para saldar una deuda
de juego. No tenía familia. En Puebla había conseguido huir a un convento en
busca de protección. El proxeneta en persona se presentó en el convento a la
mañana siguiente y a plena luz del día entregó un dinero a la madre superiora y
volvió a llevarse a la chica.
Aquel hombre la desnudó de arriba
abajo y le pegó con un látigo hecho de una cámara de neumático. Luego la tomó
en sus brazos y le dijo que la amaba. Ella escapó de nuevo y acudió a la
policía. Tres agentes la llevaron a una habitación del sótano en cuyo suelo
había un colchón mugriento. Cuando terminaron con ella la entregaron a los otros
policías. Luego la entregaron a los reclusos por los pocos pesos que estos
podían reunir o la cambiaron por cigarrillos. Al final avisaron al proxeneta y
se la vendieron a él otra vez.
El hombre la golpeó a puño limpio y
la lanzó contra la pared y la derribó y la pateó. Dijo que si huía otra vez la
mataría. Ella cerró los ojos y le ofreció el cuello. El hombre la levantó colérico por el brazo pero el brazo se le
partió en las manos. Un chasquido apagado, como una rama seca. Ella boqueó y
lloró de dolor.» (pág. 142)
Ciudades de
la llanura contiene páginas interesantes, en las que McCarthy redunda en temas ya
tratados en los dos libros anteriores de esta trilogía y, desde luego, ha sido
emocionante para mí ver a John y Billy, los personajes de las entregas anteriores,
juntos. Pero debo señalar que este tercer libro es inferior a los otros dos. Si
alguien lee Todos los hermosos caballos y
En la llanura seguidos, como he hecho
yo, le recomendaría leer Ciudades de la
llanura y acabar con la trilogía. He sentido emoción al leer las últimas
páginas del libro y conocer el destino de los dos protagonistas de las novelas
anteriores, pero el lector ha de saber que el nivel literario de Ciudades de la llanura baja respecto a Todos los hermosos caballos y En la llanura y, aun así, esto no lo
convierte en un mal libro.
Editorial Debolsillo. 443 páginas. 1ª edición de 1994; ésta es de
2019.
Justo después de acabar la
maravillosa novela Todos los hermosos caballos (1992) de Cormac McCarthy (Rhode Island, Estados Unidos, 1933) empecé a leer En la
frontera (1994), la segunda parte de la llamada Trilogía de la frontera.
En realidad no hay continuidad entre las dos historias, ya que están
protagonizadas por personajes diferentes. Sí que existe una unidad de lugar (el
sur de los Estados Unidos y el norte de México) y una unidad temática, ya que
los hermanos Billy y Boyd Parham, que cuando empiece la acción tendrán
dieciséis y catorce años, al igual que ocurría con los personajes adolescentes
de Todos los hermosos caballos, John
Grady Cole y Lacey Rawlins, también se dirigirán al sur a caballo y también se
convertirán en símbolos de una masculinidad del pasado que va a desaparecer. Si
bien la acción de Todos los hermosos
caballos se situaba en 1949 y nos llevaba a Texas, en En la frontera estamos en 1941 y la acción comienza en Nuevo
México. En esta segunda novela, le ha costado a McCarthy dejar ver al lector el
año exacto en el que estaba situando su trama.
Hasta el rancho de los Parham ha
llegado una loba preñada de Nuevo México y el padre, con la ayuda de Billy, se
propone acabar con ella, haciendo uso de las viejas técnicas de los tramperos.
Al hablar de Meridiano de Sangre o Todos los hermosos caballos ya he
comentado que la naturaleza acaba convirtiéndose en un personaje más de las
narraciones, y en la primera parte de En
la frontera directamente hay unas páginas en las que McCarthy narra (en
tercera persona, como siempre) desde la mirada, o las acciones, de la loba, en
lo que me parece un claro homenaje a la obra de Jack London.
La primera parte de este libro trata
sobre los intentos de Billy de cazar a la loba y, una vez que lo consigue, su
identificación con ella y la piedad que siente. Esto hará que, sin pedir permiso
a su familia, parta para México con la intención de dejar allí al animal. En
realidad, el lector no acabará de saber cuáles son los motivos que dirigen a
Billy porque McCarthy, como ocurre casi siempre en su obra, nos dejará ver de
él sus actos y no sus pensamientos. Cuando esta primera parte termina en la
página 134, he tenido la sensación de que el libro podía haber acabado aquí y
ser una gran novela corta, pero las intenciones de McCarthy eran otras. Al
volver a su casa, Billy va a descubrir que sus padres han sido asesinados, y
junto con su hermano Boyd se adentrarán de nuevo en México y no estará muy
claro si van en busca de los asesinos, de los caballos robados, o de ambas
cosas.
Los elementos narrativos de Todos los hermosos caballos y En la frontera son muy similares, como
ya he apuntado. Ambas novelas hablan de adolescentes errantes, casi vagabundos,
que simbolizan un mundo (el de los vaqueros y el Oeste) que está a punto de desaparecer,
y en ambas novelas se habla de la violencia y de una masculinidad instintiva,
que se forma al reaccionar con el ambiente y con las personas con las que se
cruzan, que la irán moldeando. En En la
frontera también va a aparecer una chica mexicana (ahora pobre y no rica
como en Todos los hermosos caballos) que
va a separar, no a los dos amigos, como en la otra novela, sino, en este caso,
a los dos hermanos. Así que, durante bastantes páginas, me estaba preguntando
¿por qué McCarthy ha escrito dos novelas tan parecidas? Después de haber leído
la obra maestra que me ha parecido Todos
los hermosos caballos, me preguntaba ¿merece la pena leer En la frontera? O, en cualquier caso,
¿merece la pena leer estas dos novelas tan similares seguidas? Es cierto, que
al acabar los dos libros, tengo la impresión de que Todos los hermosos caballos es una novela más perfecta y más
equilibrada, con una trama más clara. Pero, también es cierto, que al
adentrarme en En la frontera he
acabado subyugado por su propuesta. Uno no sabe, durante muchas páginas,
realmente hacia dónde va McCarthy aquí, o su personaje. Cuando llevamos 300
páginas cuesta recordar la historia de la loba inicial, y tenía la sensación de
que esos recuerdos pertenecían a otra novela. Si McCarthy quería mostrar la
vida de un personaje errante, de un marginado, realmente lo ha conseguido. La
idea de libertad creativa en el escenario de los grandes espacios americanos ha
sido muy fuerte aquí.
Como ocurría en sus otros libros,
las páginas se elevan con el discurso oral de alguno de sus personajes, en este
caso, de un eremita o de un ciego que luchó en la Revolución.
En la
frontera me ha hecho pensar en Las aventuras de Huckleberry Finn de
Mark Twain, porque Bill y Boyd se van encontrando con diferentes personas en el
camino igual que ocurría en la novela de Twain. Y al fin y al cabo, Las aventuras de Huckleberry Finn es un
libro de estirpe cervantina. Así que, quizás de un modo extraño, En la frontera me parece un libro
cervantino, sobre un viaje y los encuentros que este viaje provoca.
Y también he pensado en Roberto Bolaño. Para mí su gran obra
empieza en 1996 con Estrella distante, y sigue con Los detectives salvajes
de 1998. En Bolaño también hay personajes errantes y, de vez en cuando, cuentan
historias extravagantes que funcionan como narraciones independientes de la
historia principal. Me he imaginado a Bolaño como uno de los primeros lectores
aventajados de las traducciones de Random House de la Trilogía de la frontera, disfrutando de McCarthy y asimilándolo
como una influencia para su obra. De hecho, tras consultar el libro de ensayos Entre
paréntesis, descubro que Bolaño escribió una reseña de Meridiano de sangre. Así que,
efectivamente, Bolaño había leído a McCarthy.
De nuevo, igual que ocurría con John
en Todos los hermosos caballos,
Billy, el protagonista de En la frontera,
sabe hablar español, porque su abuela le hablaba en esta lengua. No sabemos si
la abuela era mexicana, porque McCarthy es siempre parco en explicaciones y dejará
para el lector la tarea de reconstruir y dar significado a algunas de las
escenas y el pasado de los personajes.
En algunos pasajes, el narrador de En la frontera le adelanta información
al lector. Por ejemplo, un personaje sale de escena, y en relación a Billy,
escribe: «Esa sería la última vez que lo vería», este recurso se repite varias
veces y crea una sensación de tragedia y de destino ominoso sobre el personaje.
Ya he dicho que la trama se sitúa en 1941 y parece mentira que mientras leemos
sobre Billy y sus andanzas esté teniendo lugar la Segunda Guerra Mundial,
porque la novela que leemos parece que nos lleva a épocas más remotas. Al final
la Segunda Guerra Mundial acabará entrando de manera tangencial en la trama.
En la
frontera, a pesar de las similitudes con Todos
los hermosos caballos, tiene un aire propio y sigue siendo un grandísimo
libro, aunque el primero me parezca mejor. De nuevo, McCarthy va a dejar a su
personaje abandonado en mitad de la nada, en mitad de la naturaleza salvaje,
inmensamente solo y a punto de convertirse en un vagabundo, en un expulsado del
sistema.
Ya estoy leyendo Las
ciudades de la llanura, que cierra la trilogía y que, en realidad, la
acaba dotando de unidad y sentido, puesto que en esta tercera novela, McCarthy
va a hacer que se encuentren John Grady Cole, el protagonista de Todos los hermosos caballos, con Bill
Parham, el protagonista de En la frontera,
trabajando en un rancho del sur de Texas. Ya os hablaré de este tercer libro.