Editorial Visor. 74 páginas. 1ª
edición de 1979, ésta de 2010.
En octubre de 2010, ya conté en
el blog que estuve en la librería
Iberoamericana (C/ Huertas 40, Madrid) para asistir a un recital del poeta Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950).
La breve crónica que escribí sobre aquel evento se puede leer AQUÍ.
Voy a copiar a continuación unos
párrafos de aquella entrada:
Ésta es la cadena de casualidades que
me ha hecho conocer la figura de Zurita: hace unos años, los libros de Roberto
Bolaño me llevaron a interesarme por la poesía chilena. Me
sorprendió mucho saber, a través de un foro donde se conversaba sobre Bolaño y
otros autores relacionados, que los poemas que el nazi Carlos Weider de Estrella
distante dibujaba con una
avioneta en el cielo de Santiago de Chile tras el golpe militar, una imagen tan
sugestiva como delirante, una imagen que pensaba que sólo podía ser inventada,
tenía un correlato en la realidad en la obra del poeta Raúl Zurita. La relación
existe en el acto poético: Raúl Zurita, como Carlos Weider, también escribió
versos en el aire, en este caso sobre el cielo de Nueva York y no sobre el de
Santiago de Chile; por supuesto, Zurita no es un nazi, sino que fue un miembro
del partido comunista chileno, y fue encarcelado y torturado tras el golpe
militar.
En las páginas 88-89 de Entre
paréntesis, escribe Bolaño:
“Zurita crea una obra magnífica, que descuella entre los de su generación y que
marca un punto de no retorno con la poética de la generación precedente”.
Igual que había pensado al empezar a leer a
Bolaño que poetas como Jorge Teillier o Enrique Lihn eran
inventados, y después salí de mi error a través de interesantes lecturas,
también me llamó la atención la obra de Zurita, pero no había leído, hasta
ahora, más que poemas sueltos en Internet.
El día antes de la lectura busqué más
información sobre Zurita en Internet y así leí que, además de escribir versos
en el aire, ser torturado por los golpistas chilenos, escribir en el desierto
versos para ser leídos desde el aire, también llevó a cabo actos de performance poética sobre su propio cuerpo, llegando a
la autolesión, a arrojarse amoniaco a los ojos o a quemarse la mejilla con un
hierro al rojo (wikipedia). Y todo esto la verdad es que para mí no tendría
demasiada importancia si los poemas no sostuvieran al personaje; pero leo los
poemas y lo sostienen de sobra, dándole en este caso un aura loca o transgresora
que me atrae. Además Zurita, por si necesita de validaciones oficiales, fue
premio nacional de poesía en Chile.
En la contraportada
del libro Purgatorio, en la edición de Visor que he leído, está escrito:
“Publicado en 1979, Purgatorio sin duda marcó tanto una época como la
aparición de una voz que causó estupor en la escena literaria latinoamericana.
Libro fundamental, como obra literaria y como emblema de una generación, su
contenido representa un quiebre –brillante por lo demás– y una renovación de
las formas y de la construcción poética. Purgatorio es indivisible de su fecha de escritura y se ha constituido en un
símbolo del proceso traumático que atravesó la sociedad y la política chilena
bajo la dictadura. Desgarrador, más que una escritura es un grito. Más que un
libro, un estado de ánimo. Purgatorio plantea un viaje que pone la lógica al
servicio de la poesía, para hablar de aquello ante quienes muchos se han
rendido”.
Y en realidad yo lo que estaba
leyendo son los Cuentos completos de Juan
Carlos Onetti y al ver que no me iba a dar tiempo a tener una entrada lista
para este domingo (siguiendo con la norma que me he impuesto, y que tarde o
temprano tendré que incumplir), el domingo anterior saqué del estante este
libro de Zurita. Y es extraño también que no haya leído los dos libros de Raúl
Zurita que compré aquella tarde de octubre de 2010, porque me gustó bastante el
recital y la charla con el autor.
Este poemario se lee en muy poco
tiempo y la sensación que me ha causado su lectura es cuanto menos ambigua.
Destaco una idea del texto de la contraportada: “Purgatorio es indivisible de su fecha de escritura”: estamos en la
década de 1970 en Chile, Raúl Zurita, que fue estudiante de Matemáticas,
licenciado como Ingeniero Civil de Estructuras, que se dedica a vivir la
bohemia de Santiago de Chile, es “detenido, encerrado y torturado en una de las
bodegas del carguero Maipo” (Wikipedia).
Raúl Zurita nos mira desde la
portada de este libro de Visor con dos esparadrapos cruzados en su mejilla
izquierda, una foto que parece tomada de una ficha policial, una foto que
muestra uno de sus actos poéticos: quemarse con ácido la mejilla. Un acto de
locura y de rebeldía; un acto que va a conducir a su autor, en algún momento, a
pensar que debe escribir poemas de humo en el aire; el acto de alguien que va a
escribir en el cielo: “Dios es hambre”.
En los primeros versos de Purgatorio el poeta juega a la
ambigüedad sexual:
mis amigos creen que
estoy muy
mala
porque quemé mi mejilla
En otros versos (escritos a mano
en el libro) el poeta se autodenomina “Raquel”.
Si como dice la contraportada,
“más que un libro, es un estado de ánimo”, tendríamos que decir que el estado
de ánimo que transmite Purgatorio es
de desolación (con descripciones de los grandes espacios vacíos de los
desiertos de Chile) y de extrañeza ante el mundo.
Sin embargo, si uno trata de encontrar,
buscando entre líneas, alguna crítica a la dictadura de Pinochet, puede
encontrarla en versos como este: “LA VIDA ES MUY HERMOSA, INCLUSO AHORA”. Ese
“incluso ahora” nos invoca como lectores.
Después de algunos versos
sueltos, nos encontramos con una de las tres composiciones destacadas de este
libro, el poema dividido en partes titulado Domingo en la mañana:
En él nos acercamos a la soledad
del poeta, a su angustia vital. “Destrocé mi cara tremenda / frente al espejo”
(pág. 17); “Me he aborrecido tanto estos años” (pág. 16). El juego con los
conceptos de martirio y sacrificio cristiano son constantes: “Soy una santa
digo” (pág. 15); “Yo soy el confeso mírame la Inmaculada / Yo he tiznado de
negro / a las monjas y los curas” (pág. 16); “Afuera el cielo era Dios / y me
chupaba el alma” (pág. 18). “Se ha roto una columna: vi a Dios” (pág. 21).
Y dentro de este contexto de
soledad, de martirio y sacrificio cristiano –como ya he escrito–, también
podemos encontrar alguna referencia velada a la situación política: “Yo soy
Juana de Arco / Me registran con microfilms” (pág. 20).
Y después comienzan los poemas
del apartado DESIERTOS, seguidos de otro apartado relacionado, EL
DESIERTO DE ATACAMA: la soledad cósmica, la personalidad mesiánica.
Dejo aquí uno de estos poemas:
COMO UN SUEÑO
Vamos: no quisiste saber nada de
ese Desierto maldito –te dio
miedo yo sé que te dio miedo
cuando supiste que se había
internado por esas cochinas
pampas –claro no quisiste
saber nada pero se te volaron
los colores de la cara y bueno
dime: te creías que era poca
cosa enfilarse por allá para
volver después de su propio
nunca dado vuelta extendido
como una llanura frente a
nosotros
YO USTED Y LA NUNCA SOY LA VERDE
PAMPA
EL DESIERTO DE CHILE
Destaco otro poema del grupo EL DESIERTO DE ATACAMA:
PARA ATACAMA DEL DESIERTO
i. Miremos entonces el Desierto de Atacama
i. Miremos entonces el Desierto de Atacama
ii. Miremos nuestra soledad en el desierto
Para que desolado frente a estas fachas el paisaje devenga
una cruz extendida sobre Chile y la soledad de mi facha
vea entonces el redimirme de las otras fachas: mi propia
Redención en el Desierto
iii. Quién diría entonces del redimirse de mi facha
iv. Quién hablaría de la soledad del desierto
Para que mi facha comience a tocar tu facha y tu facha
a esa otra facha y así hasta que todo Chile no sea sino
una sola facha con los brazos abiertos: una larga facha
coronada de espinas.
v. Entonces la cruz no será sino el abrirse de brazos
de mi facha
vi. Nosotros seremos entonces la Corona de Espinas
del Desierto
vii. Entonces clavados facha con facha como una cruz
extendida sobre Chile habremos visto para siempre
el Solitario Expirar del Desierto de Atacama.
Después, Purgatorio contiene un extraño conjunto de poemas titulado ÁREAS
VERDES, donde se juega al contraste entre el pastar de las vacas y la
pureza de los conceptos matemáticos. Destaco este poema sin título:
los vaqueros
lloran frente a esos nichos
I.
Esta vaca es una insoluble paradoja
pernocta bajo las estrellas
pero se alimenta de logos
y sus manchas finitas son símbolos
II.
Esa otra en cambio odia los colores:
se fue a pastar un tiempo
donde el único color que existe es el negro
Ahora los vaqueros no saben qué hacer con esa vaca
pues sus manchas no son otra cosa
que la misma sombra de sus perseguidores
En estos poemas se juega también con diferente simbología sobre la muerte.
Para finalizar, Purgatorio contiene una serie de poemas cada vez más cortos, donde las palabras van desapareciendo para dar paso a caligramas y a diferentes dibujos (que parecen una reivindicación de las vanguardias de principios del siglo XX), como una serie de peces que me hacen pensar de nuevo en la simbología cristiana. Veamos uno de estos poemas:
LOS CAMPOS DEL DESVARÍO
N=1
La locura de mi obra
N=
La locura de la locura de la
locura de la
N
Y podemos encontrarnos con algunos versos más, insertados en gráficas médicas.
Al principio de la entrada escribí que la lectura
de este libro me había resultado cuanto menos ambigua. La verdad es que un
libro como éste, con todas sus connotaciones políticas, el arrojo y la valentía
que representa por el momento en el que surge, es difícil leerlo sin un gran
respeto previo. Pero también es cierto que, sin que me haya disgustado su lectura,
habiéndome parecido un libro con un valor histórico importante, no he
disfrutado del todo de él. Y creo que esto se debe a que la poesía –al menos
para mí– requiere su momento preciso, y yo he llegado a este libro de una forma
un tanto forzada (buscando un libro corto para leer mientras acabo el de los Cuentos completos de Onetti); y además
no suele acabar de convencerme la poesía demasiado cifrada. Ya he escrito más
de una vez en el blog que yo soy lector principalmente de prosa y que cuando
leo poesía la que más suele gustarme es la de carácter más narrativo. Tampoco
me suele gustar demasiado que los dibujos u otros elementos (gráficas médicas,
fotocopias de un cuaderno escrito a mano…) sustituyan lo que entiendo como pura
literatura: palabras sobre un papel.
En realidad creo que a pesar de todo el halo
místico que puede rodear a este libro, yo voy a disfrutar más del otro que
compré en aquel recital al que acudí en la librería Iberoamericana, Cuadernos
de guerra, porque los poemas son más largos y tienen un fuerte
componente narrativo.