Editorial Menoscuarto. 615 páginas. Primera edición de 2010.
Hace exactamente 10 años leí una antología de relatos de autores españoles, editada por Lengua de Trapo y titulada Páginas amarillas. En ella se presentaba el trabajo de 38 autores, menores de 40 años.
En Siglo XXI. Los nuevos cuentos del relato español actual, los antologadores, Gemma Pellicer y Fernando Valls, han reunido el trabajo de 35 autores sin, al parecer, ningún tope de edad, primando como criterio que la obra de los cuentistas se haya desarrollado principalmente en la década que llevamos del siglo XXI. La ordenación de los textos dentro del volumen, sin embargo, si toma como criterio la edad de los antologados, empezando por Carlos Castán (nacido en 1960) hasta llegar a Matías Candeira (nacido en 1984).
Recuerdo aún algunos nombres de la antología de Lengua de Trapo (no puedo consultarla, era un libro de la biblioteca), y el buen sabor de boca que me dejaron la mayoría de los cuentos, de los que me surgen ahora escenas sueltas, alguna frase… Así que, comparando con dificultades, me llama la atención haber aislado el siguiente rasgo: aquella antología de finales del siglo XX contenía más elementos posmodernos que ésta de Menoscuarto. Recuerdo un cuento en que el narrador comparaba a la familia de su novia con la familia televisiva de los Simpsons, por ejemplo. En aquel volumen de Lengua de Trapo la juventud, unida a la influencia de las nuevas tecnologías, parecía ser relevante. En ésta de Menoscuarto diría que predomina el clasicismo narrativo. Considerando, en último caso, esta reflexión irrelevante, ya que al final, independientemente de que se hable de un pueblo semidespoblado de la España rural o de un foro de Internet sobre avances informáticos, lo único importante debería ser el resultado.
De los 35 cuentos de Siglo XXI había leído previamente 2 (el de Jon Bilbao y el de Menéndez Salmón), y había leído algún cuento (diferente al que aparece aquí) de otros 6 autores. De la mayoría de los nombres seleccionados tenía alguna referencia, gracias a Internet o a las solapas de los libros leídos en bibliotecas o librerías.
Han sido pocos los cuentos de este volumen con los que no he conectado. La mayoría me han resultado bastante interesantes, y alguno, incluso, una pequeña obra maestra; cuentos que en algunos casos me llevarán a leer el volumen al que pertenecen (al fin y al cabo el descubrimiento, o la selección de opciones mediante una muestra, es uno de los mayores atractivos de una antología de estas características).
Como bien señala
José María Merino en
este artículo, en la selección predomina el cuento realista (24 de los 35, ha contado él), y quizás, debido a que en el momento actual éste es el tipo de cuentos que más me interesa, he conectado de forma más fácil con ellos.
Yo diría que la mayoría de los autores se rigen por el modelo de cuento abierto, creado por el ruso Antón Chejov a finales y principios del siglo XIX y XX, tras sufrir las variantes de los primeros grandes escritores de cuentos norteamericanos del siglo XX, Ernest Hemingway y Sherwood Anderson; y llegando a su esplendor en este país con las obras de autores como Raymond Carver, John Cheever, Charles Baxter, Tobias Wolff, Lorrie Moore o Alice Munro (canadiense en este caso). Tampoco faltan las referencias hispanoamericanas, sobre todo, al haber en la antología cuentos de carácter fantástico, cuyos predecesores podrían ser Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Felisberto Hernández. También he detectado en algún cuento la influencia de H. P. Lovecraft o de Franz Kafka. Quizás sería destacable el hecho de que no acabo de detectar influencias de autores españoles. Por ejemplo, no he creído ver ningún cuento "sobre oficios" al estilo de los de Ignacio Aldecoa; y si tal vez podríamos citar a algún autor como Ignacio Martínez de Pisón, al fin y al cabo él también se fundamenta en la tradición norteamericana.
La extensión de los cuentos es bastante variada, desde las 3 páginas (casi no llega, serían 2 y unos renglones más) del cuento de Cristina Cerrada, hasta las 40 del cuento de Jon Bilbao. Y diría que el tema estrella es de las relaciones de pareja.
Si esta selección de 35 cuentos pretende mostrar las distintas tendencias del cuento actual es normal que, por mi formación como lector, me haya identificado más con unas que con otras.
Podría aislar algunas características de los cuentos que menos me han interesado:
- una visión fantástica o surrealista de la realidad sin límites bien definidos.
- extensión demasiado corta, y así su desarrollo no permite conocer demasiado a los personajes.
- una realidad demasiado vulgar, con una voz narrativa que ahonda en lugares comunes o chascarrillos.
- la intención de innovar en la forma lastra el acercamiento al material narrativo.
- el juego elíptico es excesivo y nos alejaba de los personajes, en vez de acercarlos.
No quiero citar a los autores que menos me han llegado, que en todo caso son una minoría, y además entiendo sus planteamientos narrativos, aunque no hayan conseguido provocar en mí de forma contundente el efecto deseado. De hecho, tampoco me ha disgustado en realidad ningún cuento, ya que el nivel general de esta antología es bastante alto, y la apreciación anterior sería sólo una cuestión de gradaciones y afinidades.
Siguiendo con mi propia visión positiva del acto literario me apetece, en cambio, resaltar -en orden de aparición en la antología- los cuentos que más me han impactado (lo que no deja de ser un acto de subjetividad como cualquier otro):
- Una ventana en la Via Speranzella, de Javier Sáez de Ibarra: un lenguaje muy trabajado, una interesante reflexión sobre el acto artístico con ecos borgianos.
- Gabinete de Maravillas, de Ángel Olgoso, también destacaría su cuidado lenguaje; su juego fantasioso, siniestro…
- Cañón, de Esther García Llovet: me ha gustado su fuerza para recrear la aparentemente anodina escena de una boda, dibujando a los personajes con pinceladas rápidas de gran viveza.
- Cielo distante, de Pablo Andrés Escapa: cuidado lenguaje para recrear la evocación de la vida rural desde el punto de vista de un niño y los recuerdos de su maestro; gran fuerza de la historia no contada.
- El zurdo, de Jesús Ortega: no me sonaba de nada este autor, y su historia realista ha sido de las que más me han conmovido. Muy bien llevado el juego entre lo contado y lo no contado, cuya fuerza se expande en la conciencia del lector una vez acabado el cuento.
- Levante, de Fernando Clemot: un cuento largo, casi una breve novela, sobre el remordimiento. Me ha gustado su capacidad de fabular para situar la acción en Italia y remontarse hasta la 2ª Guerra Mundial y los camisas negras.
- Ambulancias, de Miguel Ángel Muñoz: me ha gustado la intensidad de la historia contada, entre costumbrista y de fuerte dramatismo. Gran potencia de la voz narrativa.
- Después de nosotros, el diluvio, de Jon Bilbao: ya he comentado en el blog lo mucho que me han gustado los dos libros de cuentos de Bilbao. Gran captación de los detalles e investigación de las zonas oscuras del hombre.
- El sueño del monstruo, de Juan Jacinto Muñoz Rengel: me ha parecido original este cuento de ciencia-ficción en su variante de “máquinas de vapor”. Interesante reflexión sobre el acto creativo.
- Shaman´s Blues, de Miguel Serrano Larraz: me ha sorprendido la gran fuerza de la voz narrativa que conduce al lector por un cuento en el que casi no hay sucesos.
Y, como destacar todos los cuentos sería igual que no destacar ninguno, resalto esta decena de un conjunto muy notable. Una interesante vista panorámica del auge del género breve en nuestro país, aunque paradójicamente cada vez más las editoriales grandes estén dejándolo de lado, hueco que están cubriendo de forma meritoria otras pequeñas y pujantes editoriales.